El otro día escuchando un podcast sobre televisión (creo que era Ohhh!TV) hubo un comentario que me gustó mucho porque define perfectamente mi relación con 'Boardwalk Empire': es la "serie pereza" por excelencia. No me malinterpretéis, ya sabéis que, aunque soy crítico con la producción de HBO, es una serie que me encanta pero su prioridad de visionado es muy baja en relación a otras series de menor calidad.
Hace un par de semanas concluyó en EEUU la cuarta temporada de 'Boardwalk Empire', una temporada que comenzó con buen pie y que en líneas generales creo que podemos definir como la más compacta y sólida y con menos altibajos hasta el momento. Y sí, para ser una "serie pereza" hay mucha tela que analizar.
Del Boardwalk a Tampa
Si durante estos años nos encontrábamos con los tejemanejes de Nucky Thompson (Steve Buscemi), con la caída y reascensión del magnate de Nueva Jersey como eje de la tercera temporada, en esta los guionistas han decidido dar cierto descanso al "Imperio". Ya el primer episodio nos marcaba una declaración de intenciones con Nucky comentando a sus socios que quería tranquilidad en el futuro más cercano, estaba claro que no iba a ser así ya que enseguida se vio metido en un negocio nada menos que en Florida.
Lo más estimulante (y con mucho) de la relación de Nucky con Tampa es Sally Wheet, interpretada por la siempre soberbia Patricia Arquette. Sally es dueña de un tugurio que se convertirá en la nueva obsesión de Nucky, representando así una evolución "romántica" del personaje. Adiós a las monadas, a las ingenuas, honradas, honestas... Sally es lo que Nucky, harto ya de ponerse una careta buscando afectos que no rechacen lo que hace, necesita. Sally tiene experiencia, se mueve en las aguas turbulentas del crimen y, lo que es más importante, sabe leer a Nucky como nadie.
Es, en definitiva, lo único que merece la pena de toda la trama relacionada con Tampa, que acaba siendo una mala excusa para que se conozcan (y de paso que el FBI tenga más dónde rascar en su persecución del crimen organizado). Es la trama en la que Nucky participa más activamente y eso que está en una temporada dedicada a sacudirle a base de despojarle los afectos y seguridades "humanas" que le quedaba.
La caída de Chalky
Pasando a uno de los socios más interesantes, y podríamos decir compañero de fatiga, de Nucky, Chalky White (Michael Kenneth Williams). Este año hemos tenido a White intentando regentar el nuevo club, el Onyx, viendo cómo llega a la ciudad el Dr. Narcisse Valentine (Jeffrey Wright), que viene con unas credenciales como dueño del cotarro en Harlem y que busca en Atlantic City hacerse con un pedazo de tarta con sus negocios con la heroína.
Como podéis imaginar, la "etiqueta" manda, y Valentine se presenta como un miembro respetable de la comunidad que no tarda en hacerse con la admiración de la sociedad de color de la ciudad. Con la influencia, Valentine intentará quitarse de en medio a Chalky, a quien no le hace demasiada gracia que esté en este negocio que no hace sino acabar con la vida de la gente.
A juzgar por los tráilers, uno podría presagiar que Narcisse iba a ser un enemigo digno de la serie, y así lo ha sido. Sin embargo no puedo dejar de tener la sensación de que la sombra de Gyp Rossetti es muy alargada, por lo que como "villano" de la temporada (si es que aquí hubiera buenos y malos) ha quedado algo menos carismático y flojo que lo esperado, lo cual choca un poco al ser retratado como un manipulador nato.
La ambición de Capone
Chalky vs. Narcisse no es el único enfrentamiento que veremos en las calles de Estados Unidos. En Chicago seguimos con nuestra imprescindible dosis de Al Capone (Stephen Graham), que se muestra en esta temporada no solo con ganas de manejar el imperio de Johnny Torrio (Greg Antonacci) sino como una amenaza para su propio jefe. Y comenzará reclutando a George Mueller (Michael Shanon), quien trabaja para uno de sus principales rivales, O'Banion (Arron Shiver).
Precisamente 1924-1925 es un año de importancia para la historia de la mafia de Chicago, ya que se produce la ascensión de Al Capone. Y, por tanto, en esta temporada hemos visto varios acontecimientos históricos como las elecciones a alcalde de Cicero, la redada de la destileria de O'Banion y el ataque brutal a Torrio. Logrando que Chicago se convierta en el segundo gran foco de atención de la serie, pidiendo a gritos que haya un cambio de escenario principal de 'Boardwalk Empire'.
El Agente Knox y la llegada de Hoover
Uno de los rasgos que definen esta cuarta temporada de 'Boardwalk Empire' es el regreso de la ley. Al contrario que en la primera y la segunda temporada, en la tercera la persecución de los actos criminales de Nucky y compañía parecía haberse relajado, aunque podíamos ver retazos de que se estaba preparando algo para el futuro. Y en esta cuarta temporada asistimos al plan para debilitar la red de contrabando y el crimen organizado a gran escala de la mano de Edgar J. Hoover (Eric Ladin) y que cuenta con el Agente Warren Knox/Jim Tolliver (Brian Geraghty) como su principal fuerza.
Knox se muestra como un hombre despiadado, que está dispuesto a infiltrarse en la mismísima organización de Nucky y tirar hilos desde ahí sin importarle con quien acaba en el camino. Un gran ejemplo lo tenemos en 'Erlkönig', donde el arrestar a Eddie deja tan trastocado al asistente de Nucky que no puede con su propia vida. Knox busca llegar al jefe a través de sus allegados más queridos, para así desequilibrarle de una manera más impactante. Siendo el siguiente su hermano Eli (Shea Whigham), que se ve entre la espada y la pared intentando que su hijo Willie (Ben Rosenfield), decidido a meterse en el negocio familiar, no acabe entre rejas por la muerte de un compañero de universidad.
Esto terminará con un nuevo enfrentamiento, latente durante toda la temporada y canalizada en Willie, entre los dos hermanos. Hermanos que llevan con rencillas desde pequeños y que deja con la sensación de que solo hemos visto la punta del iceberg. No sé cómo seguirán desarrollando la trama en la próxima temporada, debido a la separación física de ambos, pero seguro que tendremos para rato.
'Boardwalk Empire' sin Nucky es más
En la cuarta temporada de 'Boardwalk Empire' nos hemos encontrado con una especie de relevo argumental. Este año no importaba tanto lo que le pasaba a Nucky sino todo lo que había alrededor. El haber construido personajes secundarios tan sólidos a lo largo de tres años ha hecho que el simple hecho de alejar a Nucky del centro de la inmensa mayoría de tramas (en algunas simplemente parecía que pasaba por ahí y porque es el que aparece en la secuencia de créditos) no haya repercutido negativamente este cuarto año.
Es más, en todo caso le ha venido de lujo a la serie esta mayor independencia a la hora de desarrollar la historia. El que la trama de Narcisse vs Chalky y la de Al Capone con Mueller de por medio hayan tenido un peso similar, cuando no mayor, que la historia de Nucky ha equilibrado mucho la cuarta temporada de 'Boardwalk Empire'. Dando así un buen empaque y una consistencia y regularidad inusitada en la serie.
Pero no todo son luces en la cuarta temporada, si bien las sombras son pocas y se refieren a cosas a las que no han hecho mucho caso. Por un lado tenemos la trama de Gillian Darmody (Gretchen Mol) que ¿concluye? su espiral autodestructiva en una historia bastante prescindible. Pero el que me da más pena es Richard Harrow (Jack Huston) con una trama que no ha hecho más que infrautilizarle hasta que de repente vuelve a primera línea en una escena que, si bien confirma que han malgastado de mala manera a este pedazo de personaje, pone uno de los ingredientes con los que se jugará en la quinta temporada de 'Boardwalk Empire'.
Una quinta temporada en la que Nucky volverá a tener el protagonismo perdido, a pesar de que todo lo que pasa le afecta mucho. Sinceramente espero que sigan en la linea actual y que el personaje de Buscemi no sea el centro de todo, puesto que las maquinarias puestas en marcha durante estos últimos doce episodios se antojan bastante más prometedoras. Por lo demás 'Boardwalk Empire' sigue siendo garantía de calidad técnica y artística. Esta cuarta temporada así lo demuestra, y que sean muchas más como esta.
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