Es curioso que no haya episodio de ‘Better Call Saul’ en el que no deseemos que el personaje que da nombre a la serie nunca llegue a ser. Ya en la temporada pasada, Jimmy se descubrió como un protagonista cuya complejidad moral nacía de la resistencia que ponía a la pérdida de la propia humanidad, factor que ha seguido presente hasta el mismísimo final de esta segunda temporada, y que sigue siendo la columna vertebral de su evolución como profesional y como persona.
Además de esa lucha interna de Jimmy, en la que irremediablemente influye su entorno más cercano (Kim y Chuck, principalmente), ésta temporada hemos visto la tridimensionalización (¿?) del personaje de Kim hasta convertirse en casi co-protagonista y el arranque definitivo de Mike, el abuelete peleón al que nadie le toca las narices, hacia la mano ejecutora que conocemos por ‘Breaking Bad’.
Mike vs. Salamanca
Esta semana ha acabado un tramo de ‘Better Call Saul’ en el que prácticamente hemos visto dos series en una; por una parte, el drama familiar y profesional de Jimmy y por otra el periplo de Mike con los Salamanca. Como decía Alan Sepinwall con respecto al personaje de Jonathan Banks -y comentaban Gilligan y Gould-, es notable cómo la sombra de ‘Breaking Bad’ está muy presente aquí por la forma que tienen de desarrollarlo argumentalmente y, sobre todo, al saber cómo acaba Héctor Salamanca y todo lo que ocurre con su personaje en la serie madre.
Sin embargo, no estoy del todo de acuerdo en que toda la trama de Mike beba directamente de ese referente del espectador. Se toma tiempo y cuidado en exponer la relación que tiene con su nieta y su nuera y cómo el instinto de protección está empujándole hacia un camino que es un callejón sin salida y que pone en entredicho su intención inicial de evitar caer en la vida criminal, un planteamiento que es lo que esta trama y la de Jimmy tienen en común. Y ese final, en el que vemos que el vigilante Mike está siendo vigilado, ha sido muy potente.
Sin embargo, y aunque Mike sea un personaje muy carismático y su historia de llanero solitario inyecte un tipo de adrenalina distinto a los episodios, personalmente siempre me ha atraído más el viaje de Jimmy, y esta temporada hemos visto como Kim se hacía con el núcleo de esa evolución. En el arranque era fácil pensar que crearían en ella una historia de romance que de alguna forma condicionase a Jimmy, pero ha sido un placer ir descubriendo cómo era mucho más que eso.
El ascenso de Kim
‘Better Call Saul’ se ha tomado mucho tiempo construyendo a Kim como la mujer inteligente, trabajadora y hecha a sí misma que es. Una a la que vemos post-it tras post-it hacer todo lo posible de salir de ese agujero, una mujer cuya vida enfocada a su profesión se transmite con total naturalidad, sin convertirla en un personaje unidimensional o vacío por ello, sin menciones a relojes biológicos ni a ansiedades relacionadas con su feminidad.
Su camino hacia abandonar HH&M ha cuidado de mantener una lógica que estuviese movida por los deseos del personaje. Algo que deberíamos encontrar en todo relato es una acción que avanza por los personajes y su entendimiento de las cosas, de las decisiones que toman, los resultados que obtienen con ellas y cómo esa materialización les lleva de nuevo a la comprensión y a nuevas decisiones. Acción-reacción, que dicen. Es un básico que cuando falta en seguida hace que una historia choque, pero que es la base de que ‘Better Call Saul’ sea tan sólida.
Un ejemplo –que guardé en mi mente nada más verlo pensando en este repaso a la temporada- es cuando Kim decide desvincularse de toda firma legal e ir por su cuenta junto a Jimmy. Un desarrollo estirado y simplón de esta trama habría llevado a Kim a aceptar la propuesta de Jimmy de trabajar juntos. A peleas, a un conflicto entre ellos que ya habíamos visto previamente de una forma mucho más orgánica y que nos ha mostrado perfectamente cómo las filosofías de trabajo de cada uno son incompatibles; cómo llegan a respetar las formas del otro aunque no las compartan. Sin embargo, se nos cuenta a través de detalles, entrevistas, conversaciones de ella y finalmente un plano pensativo, silencioso y elocuente en el que finalmente opta por el juntos, pero no revueltos.
Además de ser testigos del crecimiento profesional y personal de Kim a lo largo de la temporada, hemos sido espectadores de la fijación malsana y envidiosa de Chuck con evitar a toda costa que Jimmy triunfe; de aceptar su valía. La mayoría de secuencias-flashback iniciales de capítulo han estado enfocadas en contar esa animadversión de Chuck, la superioridad que siente con respecto a su hermano y lo indigno que le considera para todo, especialmente para la ley; pero también cómo con su carisma consigue el cariño de todos, hasta de su mujer, que se desternilla de los chistes de abogados.
Chuck vs. Jimmy vs. El Mal Camino
Ha sido especialmente frustrante ver cómo Jimmy lucha por conservar esa humanidad, cómo se expone al ayudar a su hermano en la tienda de fotocopias, cómo le confiesa la jugarreta con la dirección para evitar que se machaque, cómo hasta el último momento, y sin importar lo mucho que se emperre Chuck en hundirle, sigue tocando la toma de tierra de la entrada de su casa. Y mientras tanto, Chuck ha sido capaz de exponerse en extremo a la electricidad que tanto teme sólo por evitar que Jimmy triunfe o confirme su valía para la abogacía.
Hasta ese momento, el razonamiento de Chuck era comprensible: Jimmy no respetaba la ley. Pero su empecinamiento en verle fracasar le ha llevado a convertirse en lo que más odia de su hermano: en un abogado que usa triquiñuelas para salirse con la suya.
La filosofía de Jimmy hasta ahora sigue siendo la de adaptar las reglas a sus necesidades. Si el termo que le regala Kim no cabe en el sujeta-vasos del coche, no importa. Se rompe, se adapta, se ajusta a su medida -el detalle de la taza ha sido una constante que me ha encantado de la temporada. Pero con todo, siempre acaba poniendo su vínculo familiar con Chuck o su cariño por Kim por encima de otras cosas, y duele pensar que en algún momento va a perder esa humanidad. Deseo que no llegue nunca a ser Saul.
Como es habitual en la marca Gilligan, el aspecto visual ha vuelto a ser impecable esta temporada, con unas puestas en escena estimulantes y una fotografía que elevan el conjunto a otro nivel. En este momento recuerdo especialmente –supongo que por tenerlo más reciente- ese momento en el que (el propio Vince) nos hace partícipes del sufrimiento que siente Chuck con su sensibilidad a la electricidad.
Coloca esa cámara invertida en la camilla del hospital y nos hace vivir con él esa experiencia horrible, un detalle visual (apoyado con el sonoro) que pone aún más en perspectiva el infierno por el que está dispuesto a pasar Chuck sólo por pisotear a Jimmy. Esta narración visual, el uso del color, de las fugas, del contraluz, de la relación entre personajes por sus posiciones en una escena, es marca de ‘Better Call Saul’ y hace que aún sea más estimulante rascar el universo emocional y motivacional de sus personajes.
He llegado a coger tanto cariño a Jimmy, a Kim, ¡a Ernie, por supuesto! y a la historia en conjunto que casi hasta desearía no seguir viendo para no tener que sufrir las consecuencias de lo ocurrido en el último episodio. Siempre es un gustazo encontrarse con series con las que conectar a este nivel, ¿verdad?
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