'Anatomía de Grey' se adentra con clase en su fase geriátrica

Estábamos tan pendientes de la marcha de Cristina Yang que, cuando terminó la décima temporada de ‘Anatomía de Grey’, casi ni paramos atención a la llegada de la nueva cardiocirujana. En una de las últimas escenas confesó porqué había buscado trabajo en Seattle y era porque allí había su hermana biológica, la hija de la señora que la dio en adopción al nacer. Sí, Meredith tenía otra hermana.

Este giro de guión podríamos perdonárselo a Shonda Rhimes si no se hubiera inventado más parientes para la protagonista. El momento “hola, Meredith, soy tu hermana” ya lo habíamos vivido. De hecho, tuvimos que imaginar que Meredith no sabía nada al respecto a pesar de la cercanía geográfica entre ella y Lexie, algo poco probable cuando nadie se había tomado la molestia de cambiarse el apellido.

Sea como sea, teníamos otro salto del tiburón por ser un giro forzado y porque Shonda estaba seca de ideas nuevas. ¿Con este cuanto van? Tenemos el avión que se estrelló con medio reparto dentro, la etapa fantasma de Izzie Stevens (que yo dudo si meterla en el mismo saco, que conste) y yo hasta incluiría el casi-suicidio de la tercera temporada, ese que metía a Meredith en un ascensor celestial con un tipo que apenas conocía como si fuera su ser querido más cercano, el experto en bombas interpretado por Kyle Chandler.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

La agradable normalidad

La predisposición hacia esta temporada número once (!!), por lo tanto, no era la mejor. Es demasiado obvio que ‘Anatomía de Grey’ ha vivido sus mejores días y ahora está esperando el momento de su muerte, algo que sólo permitirán sus audiencias. De momento, está ayudando a afianzar al canal ABC en la noche de los martes, así que veo una duodécima temporada en el horizonte. Y la paradoja es que, por más que quiera criticarla, este otoño ha regresado con energías renovadas.

Parece que Kelly McCreary se está adaptando de maravilla al rodaje.

Por lo menos este año no tenemos que sobreponernos a algún acontecimiento loco y absurdo. La marcha de Yang, por dolorosa (y bonita) que fuera, es algo orgánico y altamente probable. Por esto empezar con normalidad es una grata sorpresa, es agradable y no hay mejor forma de hacerlo que con un episodio donde los casos están bien expuestos y bien relacionados con los conflictos de los protagonistas.

Era un episodio más ‘Grey’ imposible, no memorable pero sí bien escrito y fluido. También lo ha sido este tercero emitido esta semana en Estados Unidos, donde recuperaban el sentido del humor y también a la protagonista. Meredith a veces es muy insoportable (según los guionistas decidan) y verla emborracharse y hablarle a Karev como si el pobre no tuviera nada mejor que hacer ha sido bastante divertido.

El momento de la ducha, con comentario sobre el atributo de su amigo, y el chiste sobre el alzheimer han sido especialmente inspirados. ¿Es claramente una niña en el cuerpo de una adulta? Sí, pero esto lo sabemos desde que se estrenó la serie. Cuando alguien se refiere a Meredith como una mujer reflexiva, inteligente y retorcida, soy de los que se aguantan la risa. Es más pava y egocéntrica que una directioner de quince años.

La nueva hermanísima

Y no, no me había olvidado del segundo episodio, el que más se salió de la norma. ¿Era arriesgado reservarle la voz en off a Maggie Pierce, la nueva hermanísima? No, no lo era. Después de once años, puedes dedicarle un episodio a un personaje que es nuevo pero que sabemos por su descripción que será esencial de ahora en adelante. Por favor, ¡es la hermana sorpresa de la protagonista! Y hasta cae mejor que ella.

La otra Shepherd, ¿otro buen fichaje?

El punto de vista de Maggie, de hecho, aporta ese toque de ironía que una serie tan tiburonizada como esta necesita. Las alusiones al parentesco de todos los médicos de la serie y la cantidad de cotilleros que circulan por las salas de operaciones es la consecuencia directa de una ficción que se ha alargado hasta extremos que ni su propia creadora podría imaginar. Y, de hecho, sirvió para introducir y establecer a Maggie dentro de esta ficción con una naturalidad que ningún actual residente ha tenido.

¿‘Anatomía de Grey’ está en su fase geriátrica? Sí. ¿Hay tramas como la de Arizona y Callie que provocan una pereza absoluta? También. ¿Y estamos hartos de ver a Owen traumatizado por una cosa u otra? ¡Y tanto! Pero curiosamente transmitió cierto soplo de aire fresco. Maggie está bien llevada, también parece encajar la otra Shepherd y los episodios están bien construidos. No se puede decir de todas las incorporaciones y mucho menos de todos los episodios. Y, ya que a estas alturas no la abandonaremos, mejor que por lo menos sea correcta y nos haga la vida seriéfila más agradable.

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