'Anatomía de Grey' regresa moderando la pornografía emocional y los romances de culebrón

Llevo años queriendo dejar de ver ‘Anatomía de Grey‘, pero a la hora de la verdad nunca logro decidirme. Al principio lo achacaba a ser uno de esa raza de seriéfilos masoquistas a los que resultaba casi imposible abandonar una serie antes de que ésta llegue a su fin, sea éste natural o no, pero hace ya tiempo que conseguí librarme de esa maldición, pero la más famosa creación de Shonda Rhimes es algo de lo que jamás he podido librarme. Lo intenté, y creí lograrlo, pero es algo superior a las fuerzas de cualquiera que lleve años viendo las aventuras de los médicos del Seattle Grace.

Y es que usar la palabra droga es una buena forma de describir a ‘Anatomía de Grey’, ya que ha llegado un punto en el que lo que realmente motiva al espectador a ver la serie no es si es buena o mala, ya que el auténtico interés reside en intentar predecir cuál será la siguiente locura que cometa su creadora, qué líos amorosos van a tener lugar o cómo va a atormentar a algún personaje (o varios) para llegar un punto en el que tirar la toalla y hacer como si nada hubiera pasado. Además, el final de la octava temporada había sido suficientemente importante para tener ganas por ver qué nos deparaba la novena. ¿Cambiaría algo en el libro de estilo de Shonda?

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

¿Nuevos aires?

Uno de los centros de interés de la novena temporada parecía que iba a ser la llegada de nuevos estudiantes al Seattle Grace y cómo los protagonistas de toda la vida han de ejercer ahora como mentores suyos, pero es algo que se ha resultado ser bastante irrelevante hasta ahora. Sí, hubo ciertas bromas por su parte acerca del carácter de Mederith o que Bailey se había vuelto una blanca, pero su peso como personajes individuales ha brillado por su ausencia. No me voy a quejar mucho por haber visto a Tina Majorino por ahí, pero no tiene mucho sentido desperdiciar un elemento con tantas posibilidades, en especial, y adoptando la mentalidad de Shonda, para crear nuevos romances sin mucho sentido.

Lo peor de todo es que resulta inevitable pensar que lo apuntado no sea mas que una táctica de Shonda como la que tuvo lugar temporadas atrás cuando el Seattle Grace dio cobijo a internos de otro hospital para acabar cargándose a muchos de ellos antes de haberles prestado un mínimo de atención. Ya habrá tiempo de cuidar un poco ese tema si alguno acaba sobreviviendo, pero así hay tiempo para crear una especie de concurso de popularidad barato e incluir una dosis de drama gratuita. Eso sí, hay que ser un poco inconsciente para aceptar ir a un hospital al que han pasado desgracias tan tremendas a sus empleados.

Lidiando con la tragedia

Como bien sabemos todos los seguidores de la serie, el accidente de avión iba a marcar de forma notable el comienzo de temporada, pero todo esto ha tenido una sorpresa inesperada: ¡Los personajes no se han convertido en una especie de emos médicos! Y es que han sido varias las ocasiones en las que los inicios de temporada han estado marcadas por un exceso de dramatismo, algo que llegaba a convertir su visionado en un sufrimiento para el espectador. No sé si prefiero esto o ir faltando el respeto a un personaje importante muerto hace poco como sucedió en el caso de George, pero en esta ocasión Shonda ha conseguido un equilibrio para que los episodios sean al menos entretenidos.

No obstante, hay una gran excepción dentro de ese equilibrio, la cual tiene toda la pinta de que va a ir a mucho peor antes de empiece a ser más tolerable: La mutilación de una pierna de Arizona. Parece que Shonda ha querido volcar las secuelas del accidente ahí, lo cual da pie a arrebatos por parte de un personaje que ha pasado de ser amable y simpática a una amargada odiosa con la que resulta imposible empatizar. Además, el reciente descubrimiento por parte de Karev sobre que ella no sabe que él quien realizó la amputación nos garantiza otro exceso dramático dentro de unos episodios.

El adiós a Mark Sloan

Fue bastante público el hecho de que Eric Dane había decidido abandonar la serie, optando Shonda por cargárselo por ser incapaz de concebir la posibilidad de que él y Lexie no acabasen juntos. Sí, la misma persona que llegó a hacer casi lamentable la idea de que volvieran a salir juntos nos sale con eso para justificar el no poder volver a contar con McSteamy nunca más. A cambio, todo hay que reconocerlo, su muerte fue muy sentida, sin excesos innecesarios, pero tampoco mostrándolo como algo de poca importancia. Quizá el fallecimiento más logrado de todos los mostrados hasta la fecha.

El problema es que estamos con Shonda y las cosas no podían quedarse así, por lo que en ‘Remember the time‘ (9×02) se opta por echar mano de un flashback que llene lagunas entre la octava temporada y ‘Going going gone‘ (9×01), algo que funciona con moderada corrección para otros personajes (el enfado de Arizona por perder su pierna), pero que desluce la muerte de Sloan, dejando la sensación de que su trama no sólo sobra completamente, sino que resulta hasta molesta.

Tranquilidad en el frente amoroso

Una de las claves de ‘Anatomía de Grey’ siempre ha sido la de crear tensión romántica entre tantos personajes que llegaba un punto en el que una simple mirada se convertía en motivo de hipótesis sobre que iban a acabar liándose, pero la serie ha optado por no explotar demasiado este frente durante sus primeros episodios. Y lo más raro de todo es que tampoco ha habido muchas señales sobre lo que está por venir, ¿se le habrá agotado el gancho para los romances casi culebronescos a Shonda?

Sí, el lío sexual entre Jackson y April (siempre creí que sería Karev quien la iba a desvirgar) ha tenido sus momentos de importancia, pero era algo ya heredado de la temporada anterior, siendo algo también aplicable a los romances maduros de Bailey con ni recuerdo cómo se llama (esto no es un errata, es un apunte sobre mi interés hacia el mismo) y Richard con la madre de Jackson, pero no es algo novedoso y rompemandíbulas. Y lo más novedoso (el follamigo de Cristina) se ha quedado en nada tan rápido como apareció, prefiriendo centrarse en una relación de simple amistad, y vaya sí agradezco que se haya optado por esta vía.

Conclusiones

Lo cierto es que sigo sin tener claro si esta novena temporada me está gustando o no, pero sí que es uno de los arranques más entretenidos de la serie de los últimos años, siendo un consuelo más que suficiente para alguien que iba a seguir viendo ‘Anatomía de Grey’ pasara lo que pasara. El resto hacéis bien en manteneros alejados de esta droga blanda televisiva.

En ¡Vaya Tele! | ‘Perdidos’ y ‘Anatomía de Grey’, ¿de qué temporadas se arrepientes sus showrunners?

Portada de Espinof