Para los fans de 'American Horror Story', 'Asylum', su segunda temporada, es la mejor de toda la serie. Los excesos, las escenas inspiradas, los viajes de los personajes, los sustos y hasta los (escasos) toques de humor alcanzaron un equilibrio que la serie nunca ha podido igualar después, y es plenamente consciente de ello. Con cada temporada, Ryan Murphy y Brad Falchuk han intentado sorprender al espectador con historias cada vez más rocambolescas, y sólo lo han conseguido en contadas ocasiones.
Para la sexta entrega, sin embargo, decidieron volver al principio, a la casa encantada y la pareja cuyos problemas personales cristalizan, de algún modo, en los fantasmas que los acosan. Con menos episodios (diez en lugar de trece), capítulos también más cortos (algunos apenas han llegado a los 40 minutos) y una historia mucho más centrada, 'American Horror Story: Ronaoke' ha conseguido reconducir la serie y, además, hasta parece que Murphy ha trasladado allí algunas de las cosas que aprendió haciendo 'The people vs O.J. Simpson'.
'American Horror Story: Reality Show'
Porque 'Roanoke' ha finalizado poniendo más énfasis todavía en cierta crítica hacia el fenómeno de los reality shows y la obsesión enfermiza por el true crime, las historias de crímenes reales. El giro del sexto episodio, en el que conocíamos al productor detrás de 'My Roanoke nightmare' y el enorme éxito que había sido el programa, ya nos indicaba dónde estaba realmente el interés de la serie: en el metacomentario televisivo y social.
Esa convención del cine de terror de lugares encantados, en la que hay gente que no deja de volver a ellos por mucho que se sepa que ha habido allí muertes y horror, se justifica en la serie con la obsesión de los fans de 'My Roanoke nightmare' por ser los primeros en obtener fotos de la casa, por ejemplo, o en esos programas baratos de telerrealidad que, en lugar de buscar las mejores casas de Nueva York, se dedican a visitar sitios donde teóricamente hay fantasmas (como 'Ghost hunters', a los que parodian los 'Spirit chasers' del último episodio).
Nadie cree que la Carnicera sea real, que todas esas muertes se hayan producido de verdad, ni siquiera cuando se ve en la continuación, 'Return to Roanoke: Three days in hell', cómo son brutalmente asesinados todos los participantes. Siempre hay alguien que va allí pensando que es más listo que los demás, que está en posesión de una verdad que nadie más es capaz de ver, y ya se sabe qué pasa en las películas de terror con esa gente. No es que la serie se ría, exactamente, de todos los youtubers que desmontan programas de televisión y películas como si sólo ellos pudieran ver el supuesto engaño, pero algo de eso hay.
Y los medios tradicionales tampoco se libran. La reaparición de Lana Winters, la superviviente de 'Asylum', tratada ahora como un tesoro nacional y como la única persona que puede entrevistar a Lee Harris (otra superviviente como ella), se mueve por el mismo camino. El éxito hace que medios serios (o supuestamente serios) se suban al carro de esa obsesión morbosa por saberlo todo sobre Lee Harris, que acaba convertida en una especie de O.J. Simpson particular de 'American Horror Story', sólo que ella estuvo siempre motivada por la posibilidad de volver a ver a su hija.
¿La mejor temporada tras 'Asylum'?
¿'Asylum' o 'Roanoke'? Ésa puede ser la discusión entre los fans sobre cuál es la mejor temporada de 'American Horror Story'. A favor de la segunda está una narración más centrada y menos pasada de rosca, y casi se puede decir que es una mezcla entre 'Murder House' y el sentido del humor de 'Coven'. Porque el truco de que todo lo que vemos sean programas de televisión permite a Murphy y compañía tomar cierta distancia y, a veces, hasta jugar demasiado con el guiño irónico.
La reconstrucción de cómo era el primer propietario de la casa, Edward Philip Mott, el vistazo a las vidas de los actores de 'My Roanoke nightmare' tras el final del programa o la manera en la que vemos a Sidney, el productor, poner en marcha la segunda temporada están pasados por ese filtro del metacomentario y hasta el sarcasmo. Si se entra en ese juego, la temporada resulta bastante más disfrutable que como mera historia de terror.
Porque luego, en realidad, 'AHS: Roanoke' sólo se pone seria justo al final, cuando abandona todos los trucos del found footage y vemos a Lee y su hija Flora negociando cómo van a salir de la casa, y Lee se ofrece a sacrificarse por su hija. Esa voluntad de Lee, y la complicada relación entre los Matt y Shelby reales, son las únicas cosas sobre las que la serie no hace algún tipo de comentario irónico o de crítica. Y, de vez en cuando, sí que consigue dar unos cuantos buenos sustos, sobre todo en la primera parte de la temporada.
En ¡Vaya Tele! | La sexta temporada de 'American Horror Story' sorprende para bien
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