Escribir viñetas no es lo mismo que escribir una serie de televisión pero Garry Trudeau se lanzó a la aventura con ‘Alpha House’. Él es uno de los personajes más famosos del sector gracias a su tira de ‘Doonesbury’, que lleva 43 años publicándose y que radiografía la sociedad americana, zambulléndose también en la esfera política. Es normal entonces que Amazon decidiera comprar su proyecto tras proponer a los usuarios multitud de pilotos entre los que elegir, de entre los cuales este superó la criba. Había curiosidad por ver qué salía, sobre todo con John Goodman como protagonista, conocido tanto por su carrera televisiva (‘Roseanne’, ‘Treme’) como por robar escenas en el cine (‘El Gran Lebowski’, ‘Argo’, ‘Inside Llewyn Davies’). ‘Alpha House’ se centra en cuatro senadores que comparten vivienda en Washington, una idea que se inspira en el senador demócrata por Ilinois Dick Durbin, cuyo estilo de vida al estilo de las hermandades universitarias llamó la atención a Trudeau. Pero él lleva esta anécdota al terreno contrario, al partido republicano, y aprovecha para escribir una comedia supuestamente inteligente (esa es la impresión que da cualquier ficción que se ría de la política) siguiendo un estilo que bien encajaría en la HBO. Algo que no sorprende, si tenemos en cuenta que Amazon se ha metido en la disputa por ofrecer contenidos de calidad por vías extra-televisivas al igual que Netflix.
En este caso ficticio, los senadores viven como cerdos en una bonita casa adosada en el centro de la capital del país, donde comparten espacio, asistenta y consejos sobre cómo enfocar sus deberes políticos. Está el Senador Biggs (Goodman), un tipo muy informal que pasa de todo aquello que huela a oficial y cuya esposa guía su carrera por teléfono; Robert Bettencourt, que presume de tener el don de Cupido; Louis Laffer, un tipo que parece homosexual hasta que abre la boca y suelta su ideología ultra-conservadora; y finalmente Andy Guzmán, un ambicioso hijo de inmigrantes que tiene la mirada puesta en la Casa Blanca y en una adinerada soltera. Este último, por cierto, se muda con ellos cuando el anterior compañero, el Senador Vernon Smits, ingresa en prisión. Un giro bastante tramposo si tenemos en cuenta que los usuarios de Amazon vieron a Bill Murray en la piel del arrestado y luego ese cameo no tendría mayor recorrido. ¡Estafa!
En un eterno estado embrionario
A partir de su piloto se podría pensar que es una serie con potencial. Es una presentación donde quedan claras las posturas de los protagonistas, se promete un tono satírico (que no paródico) y, si bien no resulta muy divertido, las comedias pocas veces funcionan desde el primer episodio. Necesitan algo más de recorrido para demostrar cuánto valen, para jugar con sus variables una vez el espectador las conoce y por su perfil Trudeau parecía tener algo interesante que decir. El problema es que, si bien seguramente conoce el terreno que toca, a los guiones les falta contundencia y no se le puede echar la culpa a nadie aparte de él. Es el responsable de los once episodios de la primera temporada, ya finalizada, con excepción de dos donde comparte autoría con más guionistas. Vamos, que es indiscutiblemente su visión.
Los actores están bien en sus respectivos papeles y unos personajes funcionan mejor que otros (el Senador Guzmán chirría un poco entre tanto político de la vieja escuela) pero están bien definidos. No obstante, ‘Alpha House’ jamás abandona la etapa inicial, esa en la que toda comedia parece estar conociéndose a si misma. Como comedia de autor que es, no se enmarca dentro del esquema de la sitcom tradicional y quiere tocar tantos palos que fracasa en la mayoría.
Por ejemplo, tiene arcos muy ligeros cuya continuación es precaria. Seguimos unos dilemas y proyectos de los senadores que a veces desaparecen como si Trudeau se hubiese olvidado de ellos, para aparecer más adelante y resolverse sin clímax alguno. Las campañas de todos ellos, el proyecto paralelo de Bettencourt, las ínfulas presidenciales de Guzmán... nada resulta mínimamente interesante cuando llegamos al final de temporada y toca hacer balance. Ni tan siquiera exprime del todo su dimensión política, girando en torno a bromas que hemos visto, imaginado y escuchado mil veces. Y lo peor es que, cuando quiere ser muy divertida, los gags fracasan estrepitosamente. Como si a Trudeau le diera miedo escribir una comedia al uso y acabase por arruinarse él mismo las escenas. No hay nada más triste que ver las alusiones a Twitter del Senador Laffer o ese episodio ridículo con las showgirls que literalmente no lleva a nada.
Las secundarias que deberían ser protagonistas
A todo esto hay que sumarle su incapacidad por detectar qué secundarios tienen más éxito. Quizá este es el problema de escribir la temporada de antemano, sin prever qué funcionaría mejor, pero se echa de menos que Wanda Sykes y Cynthia Nixon (Miranda en ‘Sexo en Nueva York’) sean co-protagonistas o secundarias roba-escenas en todos los episodios. Por un lado, Sykes tiene esa actitud sarcástica que hace divertida cualquier frase que toca y Nixon está muy graciosa como una rabiosa política demócrata que detesta los principios de los protagonistas. Su participación en un funeral probablemente es el mejor momento de la temporada.
Puede que ‘Alpha House’ resulte insípida, que no despierte más mi curiosidad tras ver esta fallida primera temporada, pero me pondría en fila para ver un spin-off de este personaje. Ojalá Trudeau tenga la misma idea y monte otra hermandad de senadores, esta vez con estas dos mujeres y las esposas de los políticos, que Julie White y Amy Sedaris también saben hacerse con la serie cuando se les da una oportunidad.
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