Llevamos un par de temporadas televisivas en las que el número de producciones de ficción ha crecido exponencialmente. Las diferentes plataformas han aumentado aún más los nichos en un mercado que no está limitado en Estados Unidos sino que cada vez está más globalizado. Una de las tendencias que han surgido entre los creadores en este entorno son las dramedias o tragicomedias de carácter autoral y con ciertos tintes autobiográficos en muchos casos.
Los cómicos americanos, muchos de ellos herederos del estilo de Louis C.K., no se han visto en otra igual con tanta plataforma streaming y venden las historias de sus vidas como churros. ‘Better Life’, ‘Master of None’, ‘Insecure’, ‘You’re the Worst’, ‘Transparent’ o ‘Atlanta’ son algunos ejemplos, y ‘One Mississippi’ es otro de los títulos que encaja en esta categoría.
La comediante Tig Notaro es la creadora y guionista de ‘One Mississippi’, en la que trabaja junto con Diablo Cody (‘Juno’) y Louis C.K., ambos también productores ejecutivos. El punto de partida es para bajona monumental: Tig tiene que volver a su ciudad natal en Mississippi cuando su madre (aún muy joven y con la que tenía una conexión especial) muere repentinamente en un accidente.
Como si fuera poco, Tig acaba de salir de una mastectomía en ambos pechos debido al cáncer (algo que ha vivido también la actriz y creadora). Está tan reciente que aún no ha sido capaz de mirarse al espejo al completo. Con este panorama va a su pueblo junto a su novia Brooke (Casey Wilson) donde vive su padrastro Bill (John Rothman) y su hermano Remy (Noah Harpster).
Por motivos obvios no es una serie fácil de recomendar por su dureza. A pesar de que el tono esté en la línea de la comedia negra y todos los episodios tengan más de un gag tronchante, el trasfondo trágico de la historia y el sufrimiento de los personajes son una constante durante los seis capítulos que dura la primera temporada.
Pese a todo, ‘One Mississippi’ es una de esas pequeñas joyas de las que se disfrutan cada segundo. Es un visionado agradecido a pesar de su crudeza porque rezuma autenticidad, honestidad y valentía.
El desdén y la sequedad del personaje de Tig, que siempre tiene una ironía en la boca, tratan de esconder ese dolor sin mucho éxito. Los diálogos y situaciones están excelentemente escritos y hasta la frase más aparentemente trivial presume a la vez de una gran elocuencia sobre lo que realmente están sintiendo los protagonistas.
Si he de destacar algo de su primera temporada es al personaje del padrastro, Bill. En su relación con Tig hay aún más espinas de las que parecía en un principio, y los secretos familiares van surgiendo cuanto más tiempo pasa ella en el pueblo. Pero lo mejor es cómo combinan el pragmatismo de él con la aspereza de ella, y es un privilegio formar parte de la evolución de su tierna relación a base de sutilezas.
Ahora que Amazon la ha renovado por una segunda temporada (que no, no se va a llamar ‘Two Mississippi’) que se emitirá en 2017, es la ocasión perfecta para asomarse a la vida de Tig y compartir con ella su pérdida, su dolor y el difícil camino que requieren algunas heridas para poder cicatrizar.
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