Y Ted se fue. Por fin. Con canas, con dos hijos bien crecidos diciéndole lo que tiene que hacer en sus amoríos de novela rosa y con la misma cara de pánfilo con la que hace nueve años miraba desde la calle hacia su ventana (a falta de balcón en Verona). Aquel Romeo moderno convertido en el tubero trompista azul en fuga y captura por los dueños de un restaurante francés. Una horda de haters fidelizados nos encontramos desamparados, buscando nuestro nuevo antipaladín para la pira. Al final, hasta te vamos a echar de menos, Ted.
El viaje del hater
Una legión de críticos incansables, con sus argumentos repetidos y hachas deseando sangre hoy lloran tristes. Al menos les queda el consuelo del final. "Oh, qué ataque a nuestro fiel amor por una serie única", "¿Cómo pudisteis hacerme estos a mí YO QUE OS AMABA DESDE EL TUISTER?", "Pinches gringo culero tusmuertostos", y así otras lindezas. El entierro de la sardina se queda en nada a este lado.
El cardado de Ted era digno de odio, del odio bueno, ese que escuece y genera acaloradas discusiones absurdas donde siempre hay una persona que dice: "¿y por qué no dejas de ver la serie?". ¿Dejar de verla? ¿Por qué? ¿Por qué? El odio más baladí no se deja así como así, una vez sumado a la religión se disfruta con gusto; y además hay que acabarla.
Será un trauma de tantas colecciones de cromos incompletas, de fascículos únicos que te iban a cambiar la vida y que no mantuviste después de la tercera entrega. Será el cambio climático. En el botiquín de auxilio hay que tener una daga con la cual echarte unas risas con los colegas de visión positiva y sin maldad. Y How I Met Your Mother cumplía muy bien ese propósito.
El declive de su humor llegó en la temporada que fuese (a mi memoria no le interesó guardar ese dato). Después de un inicio entretenido, sorteando tantos corsés como la nueva 'Friends' y con unas expectativas ajenas que no dejan de sorprenderme para un tipo de producto tan fútil How I Met Your Mother se convirtió en la anodina marcha de los capítulos en busca de la madre. Ya que te habías subido al carro, no te ibas a bajar después de varios años.
Barney y Marshall (con puntuales excepciones de Lily) se encargaban de levantar el chiringo con pequeñas punzadas, por más que al final los estereotipos acabasen tan estirados que llegaba el momento de dejar de masticar el chicle de cinco céntimos (mañana, que lo mismo remonta). Mientras, Ted se afanaba por seguir haciendo méritos por ampliar su ejército de enemigos de lo cursi, lo impostado, de la pedantería barata y del coelhismo del destino y el príncipe azul digno de ser atropellado por un convoy de 20 tanques (Robin podría pilotar uno si quiere). Pero con amor y buen rollo, Ted.
La novena de los fans
En esas, sus creadores, Carter Bays y Craig Thomas parecen despertarse y firmar una novena temporada que ha sido fantástica. Divertida, recuperando el humor de los primeros días y con constantes giros en círculo para marcarse un final que no solo ha llegado en un capítulo doble sino en los veintidós anteriores. El final de How I Met Your Mother son 24 episodios. Todos con sus recuerdos, con sus personajes recuperados y con sus bromas internas de un grupo de amigos que han creado su lenguaje propio, igual que en la vida real.
Desde fuera suena marciano pero desde dentro no podría haber imaginado una mejor temporada que esta. Valió la pena la espera. La madre al final era lo de menos. Ya lo demostraron cuando de repente la presentaron con tanto por delante. Nos cargamos el factor sorpresa y aún así crecemos. Los hijos de Ted lo avisan: al final la historia es sobre Robin. Su madre quedará muy bien en el marco de plata sobre el piano del salón pero de haber importado en algún momento la historia habría girado hacia otro lado. El pico y pala de Ted no se olvida por más que aparezca una bajista simpática durante unos años. El tío es muy pesado, ¿acaso esperabais otra cosa de él?
Puestos a jugar al círculo durante tantos capítulos el final pone la guinda. Nueve años después para seguir como el primer día. Y mantenemos la risa. Si eso es hacerlo mal, entonces es preocupante.
El haterismo contra Ted se queda desierto, yo me iré a buscar a algún nuevo referente que sea querido, quizá con melenita nevada, épica y mucho frío invernal entre piedras alejadas. Del haterismo vivido frente a How I Met Your Mother yo solo agradezco los buenos ratos y esa novena temporada hecha para fans.
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