Hacer un análisis de la décima temporada de ‘Anatomía de Grey’ o estrictamente de los últimos episodios es una idea poco apropiada. Este año hemos tenido múltiples tramas pero todas palidecen en comparación con la marcha de Cristina Yang. ¿Importa que Calzona hayan encontrado una solución a su situación? ¿Y qué más da la relación de April y Avery, carente de cualquier factor entrañable o romántico que funcione? Lo trascendente es que, como nos anunciaron la actriz Sandra Oh y la guionista Shonda Rhimes, este era el último capítulo de la vida de la cirujana que veríamos en la ficción y comentar el desenlace es hablar de Cristina.
Ni tan siquiera yo era consciente de la importancia de su adiós hasta que llegó el momento. Cristina Yang era una pieza fundamental de ‘Anatomía de Grey’, no como las últimas bajas de la serie. En alguna ocasión Rhimes había reconocido que había estructurado la ficción alrededor de la amistad de Meredith Grey con Yang y tenía razón. La dependencia emocional que se tienen, la capacidad de apoyarse la una en la otra en los momentos difíciles, es vital para una serie tan dramática como esta y encima estaban desempeñando sus trabajos con ópticas distintas.
Cristina es la racional, el genio de la medicina que se niega a entorpecer su rumbo al éxito por culpa de un marido e hijos, mientras que Meredith siente la necesidad de crear una familia como la que ella nunca tuvo. Por lo tanto, con la mudanza de Yang a Zurich, ‘Anatomía de Grey’ pierde un pilar porque no solamente perdemos a una co-protagonista con su don por la medicina y una forma de actuar distinta a todos los demás, también perdemos una faceta de Meredith, que ya veremos como intentará sustituirla.
La muerte se asoma por Seattle
Diría que lo más divertido del último episodio es la cantidad de alusiones a la muerte que hay en él. Primero hay un supuesto atentado terrorista en un centro comercial de Seattle, el sitio donde Cristina debía ir a hacer recados antes de coger el avión, y sólo sirve para recordarnos la cantidad de catástrofes que han sucedido en la serie cuando un actor quería abandonar el barco. Hablamos de autobuses que te atropellan cuando te vas al ejército (anécdota que ella misma comenta), asesinos que aparecen con una escopeta en el hospital o aviones que caen.
Los constantes guiños a la loca realidad de ‘Anatomía de Grey’ son un recurso que tiene sentido cuando una serie ya está de vuelta. Cristina se acuerda dos veces de O’Malley en un bonito detalle, recuerda que prácticamente no queda nadie de la primera generación de residentes y le recomienda a Meredith que no meta la mano donde haya una bomba, ni se ofrezca de rehén a ningún asesino. Bravo, Shonda.
Esto no hace que la serie sea mejor por reírse de si misma, ni tampoco la hace peor de lo que es. Pero sí demuestra que durante cuarenta minutos fue muy consciente de lo que era y esto, viniendo de Shonda Rhimes, es todo un alivio. Podíamos imaginar, por lo tanto, que Cristina Yang simplemente se iría. No moriría, no quedaría tullida y tampoco la secuestraría ningún terrorista. Se iría de Seattle porque simplemente era la decisión más inteligente para ella.
La lógica de Cristina
Durante toda la temporada, sin embargo, se han explorado distintas posibilidades de porqué se iría. Daba la impresión que una increíble oferta de trabajo tendría que ir de la mano de una situación emocional: estamos hablando de ‘Anatomía de Grey’, la serie donde todo caso médico está relacionado con el estado emocional de un personaje o de una relación sentimental entre médicos.
En esta línea, Meredith y Cristina se distanciaron al inicio de temporada por un malentendido (se juzgaban, sí, pero simplemente eligieron las palabras erróneas en el momento equivocado). También vimos la relación destructiva de Cristina y Owen, no tanto porque fueran incapaces de tener una química sana, su mayor problema inicial, sino porque siempre volverían a la discusión de tener hijos. Y, finalmente, tuvimos la polémica del premio de la fundación Avery, la trama más estúpida de la temporada. ¡Por supuesto que no podían premiar a una médico que tenían en nómina! ¿De verdad a alguien le pilló por sorpresa?
Por esto resulta extraño que Cristina Yang se vaya porque el puesto de trabajo que le cede Preston Burke es su mejor opción. Tiene una amistad maravillosa con Meredith, Owen y ella consiguen no estallar, y el premio no parece tener tanta importancia, sobre todo tras darse cuenta ella misma que lo que quiere es contribuir a la humanidad con sus avances médicos. Es una salida digna, pacífica, lógica y quizá para algunos será anticlimática, será impropia de la serie. Puede que lo sea, sí, pero también es refrescante y coherente con el tono más distendido de este último año, donde la serie sabía muy bien que los mejores años ya han pasado.
Los momentos para desatar las lágrimas
El adiós de Cristina ha tenido muchos momentos dignos de mención aparte de todas las referencias a muertes previas. Planteó muy bien la situación de cuando uno tiene que irse y tiene que enfrentarse a todas las despedidas. El abrazo a Derek no tanto por el aprecio que se tienen como por qué representan en la vida de Meredith; a Bailey y Weber como los mentores que fueron para ella; y esa mirada a Owen Hunt detrás del cristal. Mejor una despedida silenciosa con una sonrisa que dolorosas palabras que podrían perseguirles.Es curiosa la sensación que Cristina comenta durante todo el episodio, como si necesitase cerrar algo bien para poder irse, como si tuviera una cuenta pendiente ya sea con su paciente, con su ex marido o Meredith. Pero esto es lo que sucede cuando te vas de un lugar: dejas las relaciones al aire y ninguna operación podrá impedir que sientas que dejas una pedacito de ti atrás. En este sentido, Shonda hizo un espléndido trabajo a la hora de hablar de despedidas, algo que nunca hizo precisamente bien por su amor por la locura y el drama.
Sandra Oh, además, está espléndida. Siempre demostró ser una buena actriz pero nos habíamos acostumbrado a ella, a su capacidad por estar a la altura tanto en las situaciones dramáticas como las cómicas. Pero está maravillosa cuando le dirige sus últimas palabras a Meredith, cuando le pide que se cuide porque la necesita en su vida, aunque sea a quilómetros de distancia. Hay amor en esa mirada, se siente, y esta es la mejor despedida que podía tener Cristina. ¿El baile? El baile también fue un bonito recordatorio de quienes son estas dos, por más que haga tiempo que no las veamos bailando sus penas. Lástima que Shonda se equivocó de canción y eligió un clásico de la serie cantado por Tegan and Sara que nada tiene que ver con los movimientos de las actrices.
¿Y qué nos dejó Cristina?
Pues tenemos a Calzona en el proceso de alquilar un vientre, a Bailey que probablemente se enfadará como una mona cuando vea que Karev se queda la silla de Yang en el consejo de administración y una situación familiar un tanto convulsa para Meredith y Derek. Era evidente que no se trasladarían a Washington porque sólo Oh abandona la serie, pero fue un bonito detalle que Cristina le recordase lo buena cirujana que es. De hecho, la conversación de Yang con Karev sobre sus aptitudes como médico aunque no vaya a ser nunca extraordinario permitieron darle profundidad a su consejo a Meredith. No le dice que vale mucho porque la quiere, se lo dice porque lo cree y es hora que luche por cumplir sus sueños y no simplemente doblegarse ante las necesidades de Derek que siempre se ha creído más importante.
Sea como sea, esto ya lo veremos el año que viene. Entonces sabremos hasta qué punto ‘Anatomía de Grey’ puede sobrevivir sin Cristina Yang, que tuvo ese último y plácido plano en Suiza. La serie fue sensacional en sus primeras temporadas, luego fue irregular con algunos destellos de genialidad (soy fan del episodio del tiroteo, también de la boda de Izzie) y ahora lleva un par de años que funciona con el piloto automático, con episodios entretenidos pero olvidables.
Y, como último comentario, ¿de verdad le aparecen más hermanas a Meredith, esta vez una chica negra que también es médico y que será fruto de la infidelidad con el doctor Weber? Shonda, esto ya no hay quien se lo crea, lo cual es muy coherente con los giros dramáticos de las últimas cuatro temporadas.En ¡Vaya Tele! | Cinco personajes que deben volver a sus series para que la televisión sea un lugar mejor
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