Cuando The CW estrenó 'Los 100' en marzo de 2014, nadie podía imaginar que llegaría a convertirse en la serie que es hoy. Hay quien dirá que siempre lo supo, y no lo puedo discutir, pero era prácticamente imposible intuir todo su potencial.
Yo, al menos, tiré ese primer episodio a la basura, pensando que sería otra historia menor de la cadena, con sus característicos chicos y chicas guapos. Algo que consideré confirmadísimo cuando, a los 20 minutos, Octavia (Marie Avgeropoulos) se tiró en ropa interior a un río sin preguntarse si se podía ahogar. Recordemos que crecieron en una nave espacial y que ella, además, lo hizo escondida en un sótano.
(ojo al minuto 1:32)
En las dos temporadas siguientes fui encontrando comentarios bastante positivos, los cuales puse en duda porque yo había visto ese primer episodio y no podía creer que pudiera salir algo bueno de allí. Al final, cual gata, la curiosidad fue más fuerte y decidí darle otra oportunidad, motivada principalmente (no me escondo) por la necesidad de confirmar que yo tenía la razón y todos los demás estaban equivocados.
En el tercer episodio de aquella primera temporada, vi como una niña de 13 años degollaba al que, hasta ese momento, parecía uno de los protagonistas de la serie, para luego suicidarse. En ese momento entendí que 'Los 100' no iba en broma y desde entonces nunca ha dejado de crecer. La que estaba equivocada era yo.
A punto de entrar en la recta final de su temporada 6 y, después de su enésima reinvención, es momento de hacer balance de esta entrega y de repasar cuáles son las claves del éxito de la serie. Un éxito que es relativo y que muchos pondrán en entredicho (yo estuve allí) pero esta serie de ciencia ficción juvenil ha llegado a su sexto año y está en su mejor momento, se le reconozca o no, está claro que saben hacer las cosas bien.
La mitología de un universo fantástico sin violencia sexual
En la primera temporada, la serie parecía una suerte de versión futurista de 'El señor de las moscas' en la que teníamos a la gente del Arca, el grupo de humanos en el espacio; los 100, los jóvenes "delincuentes" que enviaron como conejillos de indias para ver si la Tierra era habitable; y los Grounders, los habitantes actuales del planeta.
Cuando parecía que ese era el universo finito de la serie, aparecieron los Mountain Men, diferentes tribus de Grounders, ALIE, aterrizó otra nave, y ahora todos los supervivientes de las cinco temporadas anteriores han llegado a otro planeta que tiene sus propios habitantes y han desarrollado su propia cosmovisión.
Y cada uno de esos grupos ha sido explorado, hemos conocido sus costumbres, sistema de creencias, jerarquías y formas de ver el mundo. En esa riqueza de culturas y sus conflictos intrínsecos radica la capacidad de reinvención de la serie.
Por otro lado, hay una constante lucha por la supervivencia pero es una lucha territorial, y de clanes, de la que la serie ha elegido erradicar la violencia sexual, un recurso fácil que suele usarse en ficción para poner a personajes vulnerables en situaciones de peligro o para que los más fuertes impongan su poder.
En 'Los 100', una mujer no corre peligro de ser atacada sexualmente en el bosque por un grupo de salvajes, y nadie cuestiona a una persona en posición de liderazgo por su género o raza. Es un apocalipsis utópico en ese sentido, y eso solo juega a su favor.
Dilemas complejos y actos con consecuencias
Los protagonistas de 'Los 100' se han enfrentado en varias ocasiones a la obligación de elegir entre dos opciones que implican sacrificar vidas; apretar o no botones que hacen que mueran unos para que se salven otros y hacer listas de los que merecen vivir.
Personajes como Octavia y Clarke (Eliza Taylor) cargan sobre sus hombros decisiones muy cuestionables que tomaron en su momento porque pensaron que era lo mejor para sobrevivir. La ambigüedad moral es la norma. Y en 'Los 100', nadie olvida.
Puede que continúen trabajando en equipo, porque es lo mejor para la supervivencia del grupo pero todo lo que ha ocurrido es acumulativo, y en eso radica gran parte de lo bien que está funcionando la sexta temporada, porque reinventarse no significa hacer borrón y cuenta nueva sino presentar un nuevo universo con retos diferentes.
La temporada 6 reúne los mejores elementos de 'Los 100' (cuidado: ¡SPOILERS!)
Este año nos encontramos con un nuevo giro de la serie y, después de tantos, no había garantías de que consiguieran convencer una vez más. En la Eligius IV teníamos crionizados a los supervivientes de su tripulación original, a los que quedaban de los Skaikru y de los Grounders, a punto de llegar a un nuevo planeta. Esta premisa planteaba un punto de partida similar al de la temporada 1 que, a su vez, ya había sido revisado en la 5.
¿Podrían sacarse algo de la manga para conseguir crear un universo nuevo? Sí, el AS en la manga de los guionistas de 'Los 100' es una TARDIS. Con la pregunta de si esta vez podían conseguir ser los buenos de la historia, que es la petición que les dejaron Monty (Christopher Larkin) y Harper (Chelsey Reist), el nuevo grupo de protagonistas llegó a Sanctum, un planeta color de piruletas que, obviamente esconde algo.
Y la serie no ha tardado una temporada entera en revelarnos gran parte del misterio: quiénes eran los Primer, los dueños del lugar, y cómo han conseguido mantenerse en el poder. Esto es algo que siempre hay que agradecerle a 'Los 100': su facilidad para quemar trama sin miedo a quedarse sin nada que contar.
En Sanctum tenemos a los Primer y a los Children of Gabriel, eclipses rojos, tradiciones oscuras y anomalías temporales, un universo rico que está conectado con la mitología que se ha ido construyendo desde el inicio, porque todo nos lleva otra vez a Becca y la nightblood. Y que la conciencia de Clarke siguiera viva después de implantar la de Josephine, es posible por el cordón neural de ALIE que le permitió visitar la Ciudad de la luz al final de la temporada 4.
Todo está bien hiladito. También es destacable la disposición de la serie a que los personajes tengan información. ¿Recordáis en 'Perdidos' la rabia que daba cuando sabíamos que muchas cosas se solucionarían en un solo episodio si los personajes compartieran lo que sabían?
En 'Los 100' habría sido fácil caer en la tentación de que Josephine suplantara a Clarke frente a sus amigos, pero al final del sexto episodio ya todos sabían que Clarke no era Clarke. Gracias. En Nevermind, el episodio siguiente, la serie nos introdujo en la cabeza de Clarke en su lucha con Josephine, visitando sus demonios y su sentimiento de culpa, para entender cómo se ve a ella misma y qué opinión cree que tienen de ella los demás.
Antes de los títulos de crédito finales, Bellamy ya sabía, gracias al código morse (sistema de comunicación que han mencionado en un par de ocasiones como una de las clases que les dio Pike cuando estaban en el Arca) que Clarke no había sido anulada. Nos quedamos con Octavia y Diyoza (Ivana Milicevic) explorando otros territorios y enfrentándose a nuevos misterios.
Qué es realmente la Anomalía, por qué Octavia ha conseguido volver de ella, por qué está llamando a Diyoza, qué papel jugará Gabriel (Ian Pala/Chuku Modu) en todo esto, con Josephine de por medio, y cómo rescatarán a Clarke, son algunas de las preguntas que nos han quedado después del último episodio. Lo que está claro, a día de hoy, es que la sexta entrega tiene todos los elementos de las mejores temporadas de 'Los 100'.
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