Abandonar a estas alturas de 'Supervivientes' por una mala organización es como correr un maratón y dejarlo en los últimos cien metros porque no te gusta el color de la línea de meta. Y, sin embargo, es lo que ha estado a punto de ocurrir esta semana, con una Alma Bollo que se ha roto por completo tras comprobar que vuelven a ser seis concursantes y que toda la gala de esta semana ha sido un paripé. Un cabreo comprensible, francamente.
Expulsado de bromi
La semana pasada, la organización no tuvo más remedio que echar a dos concursantes: Manuel Cortés por problemas médicos y Raquel Arias por decisión de la audiencia. Pero claro, eso rompía las semanas que Mediaset ya había pactado y tuvieron que improvisar de cualquier manera. ¿El resultado? Le ofrecieron a Raquel la oportunidad de quedarse en la selva a quince metros del resto y, si nadie se daba cuenta de su existencia, batirse en duelo (de votaciones) con el siguiente expulsado. Cutre, barato y sencillo de entender.
Y tal cual. Esta semana la expulsión, que estaba entre Bosco y Artúr, acabó recayendo en el segundo, que creía que se iba e hizo todo el discurso obligado: me llevo amigos, la clave es disfrutar, os veo fuera, etcétera. Lo que no sabía es que se iba a encontrar en una playa con Raquel y esperar una hora a que la gente votase, en un ejercicio de absoluta falta de ritmo televisiva. Y, efectivamente, Artúr fue el ganador, lo que llevó a que le volvieran a meter en el juego ipso facto.
Cuando Alma Bollo se enteró de lo que había pasado, un par de cables le terminaron de cortocircuitar: ella había hecho ya matemáticas (de primaria) y sus cálculos creyendo que eran cinco. Al ser seis otra vez sin que nada hubiese cambiado se sentía como Bill Murray en 'Atrapado en el tiempo'. O, en sus propias palabras, "Ahora somos cinco, luego otra vez seis, después cinco, y luego otra vez seis. Y es duro".
Palapagar
Y dicho y hecho: la concursante se negó a entrar en la Palapa hasta no recibir una explicación, que llegó de manos de Carlos Sobera. Y la explicación, todo sea dicho, ha destacado por su realismo: todo era un mecanismo improvisado, la verdad es que ha sido un caos tremendo, es lo que hay. También es cierto que Alma ha querido abandonar más veces por temas más peregrinos, como la falta de compañerismo en una prueba de recompensa. A estas alturas del reality es Pedro y el lobo: nadie va a abandonar por gusto.
Para colmo de males, Alma ha sido una de las nominadas de la semana: si quedan seis concursantes y hay cuatro nominados, teniendo en cuenta que el líder ha sido Asraf y por tanto no se le puede nominar, tampoco hay que ser un mago de las matemáticas para saber que hay una gran posibilidad de que te caiga pedrea. Los que sufrirán son Artúr, Alma, Bosco y Jonan: uno de ellos no llegará a la final, que está al caer.
Es sorprendente que Asraf haya decidido nominar directamente a Bosco teniendo a Adara. Y es que esta semana los antiguos mejores amigos han tenido otro encontronazo en directo: "Veo que le gusta quedar bien delante de la cámara", decía la azafata antes de cortar sus explicaciones con un “Déjalo, estás manipulando y no me gusta. Nunca te he gritado”. Que Adara no grite es como que una persona no respire: no puedes pedir imposibles tampoco.
Bronquitas y broncones
No creáis que ahora que queda menos han decidido hacerse todos amigos y vivir la experiencia juntos a tope hasta el final: la isla es un festival de reproches y de gritos que traen tanta audiencia como dolores de cabeza. Por lo visto, Asraf dijo cosas de sus compañeros fuera de cámaras que ahora Jonan ha aprovechado para echarle en cara. "¿Cómo? ¿Cuándo te he dicho yo eso? ¿Qué te estás inventando?", contestaba el novio de Isa Pantoja con ganas evidentes de que se acabe el programa e irse a su casa a tomar un Colacao tranquilo.
Asraf también la ha tenido con Adara y con Alma, que parecen no darse cuenta de que, efectivamente, pueden convertirle en un potencial ganador si le victimizan lo suficiente. La pena vende, y más en un programa como 'Supervivientes'. En fin. Si las cuentas nos salen, quedarían tres semanas de concurso, en la que todos lo van a dar todo, incrementando por cien los gritos, las posibles carpetas y sacando de quicio absolutamente todo. Este es el juego que tenemos en España, es lo que hay. En el resto del mundo hay estrategia y sorpresas, aquí discusiones a mansalva. Es lo que toca.
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