Viendo ayer, mientras hacía una comida tardía, el Segundo pase de micros de la Gala 8 me fijé en el agradecimiento y la llamada al ánimo de Noemí Galera a la decena de concursantes que quedan todavía en 'OT 2018'. Eso solo podía indicar que, de nuevo, había habido movida en la Academia justo en un momento en el que la última bronca de Noe a los chicos todavía resuena en la memoria.
No voy a meterme en lo justificada o no de esta bronca por una "broma"/gamberrada, más que nada porque nuestros compañeros de WatMAG! han expuesto muy claramente la situación. Pero hay algo que llama la atención y es que, partiendo de la excusa de la que "liaron" durante el fin de semana, la dirección del programa les echa en cara a los concursantes que se escondan de las cámaras y no hagan televisión.
Ya hemos hablado de cómo la percepción de esta edición de 'Operación Triunfo' es que se ha quedado en evidencia que hay dos planos absolutamente distintos a la hora de entender el formato. Los concursantes, que han dejado claro que no les interesa hacer televisión o entretener a la audiencia; y la Academia y producción, que lo que quieren es tener un buen producto televisivo que no están logrando por el presunto desinterés del alumnado.
Huyendo de la cámara
Esto les espetaba en un momento dado Noemí Galera durante la extensa e intensa sesión de tutoría justo antes del nombrado pase. Durante la charla se mezclaron en muchas ocasiones churras con merinas, pero hubo un punto bastante claro: los chicos de 'OT 2018' están, a la hora de hablar, demasiado pendientes de la existencia de cámaras y esto les quita naturalidad, espontaneidad y, sobre todo, el factor telerrealidad que tanto necesita el formato del directo.
Y muchos ejemplos podemos recapitular a lo largo de las semanas. Lo que más representa, tal como destaca Noemí, esta obsesión por lo que las cámaras capten son vídeos de ciertas conversaciones en las que algunos de los implicados se pone a decir marcas para "que no se pueda emitir".
El ejemplo de Gran Hermano
Claro, esto no es 'Gran Hermano', donde cualquier conversación se magnifica hasta el extremo y puede acarrear nominaciones. También es normal que haya ciertos temas que los concursantes no quieran airear demasiado pero con este cúmulo de momentos y diálogos que se posponen hasta el momento en el que se abren las habitaciones (donde no hay cámaras ni nada), transmiten la sensación de que se ocultan de los espectadores.
De hecho, siguiendo con el ejemplo de 'Gran Hermano', si algo nos ha enseñado la veintena larga de ediciónes (entre normales, VIPs y demás) es que cuando mejor funciona el programa y mejores datos de audiencia recibe es cuando sus concursantes se implican y usan con complicidad las cámaras: hablan, dan juego y nos caen mejor o peor... pero no tan indiferentes. Si llenamos una casa de muebles humanos, el asunto se va a la mierda.
Lo estamos viendo en 'GH VIP 6': tras varias ediciones en las que el público pierde interés precisamente porque en la casa "no pasa nada interesante", para esta nueva edición lo han apostado todo por crear un casting que pueda dar muchísimo juego. Y vaya si lo está dando. Tanto que han vuelto a cifras que no olían en la última década.
Y lo mismo pasa en 'Supervivientes' e incluso en realities grabados como pueden ser 'Pekín Express' y 'MasterChef': si los participantes solo compiten y no lo dan todo ante la cámara, el espectador pierde interés en el programa. Y esto en España: en 'Survivor', un buen estratega que sea muy social es oro televisivo.
Se puede entender que los concursantes de un reality no quieran mostrarse al 100% como son e, incluso, puede haber un factor de estrategia para ganarse el puesto de favoritos del programa. Pero lo que no es bueno, ni sano, es mostrar únicamente una faceta de los concursantes, sobre todo cuando llegamos a puntos en los que existe un desgaste físico y mental que no dejan ver.
Lo importante y lo que está haciendo que esta edición de 'Operación Triunfo' no termine de funcionar como reality es, precisamente, esa sensación de que los chicos no terminan de mostrarse naturales y espontáneos sino que son conscientes de que tienen millones de ojos puestos encima, analizando cada momento y se comportan como los productos que espera toda discográfica.
"Y sí, esto es un programa de televisión, porque si queréis estudiar música os vais a un conservatorio": esta demoledora frase de Noemí Galera es tan dolorosa como certera y es que, ante todo, 'Operación Triunfo' es televisión. Y de nada sirve un producto televisivo lleno de gente que solo se activa, solo habla y solo parece estar viva cuando toca ir a clase.
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