La deriva de los realities estatales es una auténtica pena. Más allá de pequeños tesoros como 'El conquistador del fin del mundo' (en ETB), nos tenemos que conformar con competiciones de talento (cocina, principalmente), dating shows o productos protagonizados por famosos de segunda (muchos salidos de esos dating shows) con el menor de los trabajos posibles detrás: famosos en una casa, famosos en una granja, famosos en una playa, famosos saltando, famosos bailando. Es lo que muchos creen que es la única posibilidad de triunfar con estos formatos, pero no siempre fue así.
En los inicios de la telerrealidad, lo que las cadenas querían era romper con todo lo establecido y crear conceptos arriesgados. Mejores o peores, pero creativos, algo que a día de hoy se echa notablemente en falta. En este clima llegó una televisión dispuesta a romper con todo: era juvenil, nueva, dispuesta a emitir anime, 'Humor amarillo', 'Jackass' a la española ('6 pack') o hasta el mítico concurso metatelevisivo 'Soy el que más sabe de televisión del mundo'. Cuando Cuatro se atrevió con los realities, solo podía nacer el mejor de los 22 años de historia del formato en nuestro país: 'Pekín Express'.
A firmar en el libro rojo
'Pekín Express' era un formato caro. Mucho más caro, desde luego, que poner un montón de cámaras en una casa y dejar que pasen cosas (o no, como se vio en el último 'Secret Story', probablemente el último intento que Telecinco haga jamás con anónimos): se necesitaban personas que siguieran a las parejas concursantes todo el camino, un equipo de producción enorme, visados, viajes, un equipo de guion y edición experto que supiera encapsular días y días de metraje en una sola etapa de una hora y media...
Pero el resultado final merecía la pena: 'Pekín Express' era capaz de emocionar con la tensión de la carrera y después con la cara más amable de países que a los españoles de 2008 nos sonaban solo de las películas. Las pruebas eran emocionantes, los giros metidos en su momento exacto: la primera temporada era más una obra de artesanía y amor que cualquier otro reality español pasado o presente (con el permiso del muy reivindicable, por otros motivos, '¿Quién quiere casarse con mi hijo?').
Obviamente, no nació en España. Ningún creador se acercó a una cadena, con lo rancias que suelen ser al elegir sus nuevos programas, y dijo "Tengo un formato sin testar, muy caro y muy diferente a todo lo que se hace, ¿cuándo empezamos?". Para hablar del inicio del reality de aventuras y carreras tenemos que irnos hasta 1995, cuando Mark Burnett, que se hizo de oro después con 'Survivor', lanzó 'Eco-Challenge', una carrera alrededor de uno o varios países en la que no había eliminados, pero sí un ganador. Tenía la emoción y los paisajes, pero como buen proto-formato le faltaba algo (lo que no impidió que volviese el año pasado como renovado reality para Amazon Prime Video).
Poco después, basada en las experiencias como mochilera de Elise Doganieri, llegó 'The Amazing Race', uno de los programas básicos de cualquier fan de los realities que es toda una institución hoy en día: una carrera en pareja alrededor del mundo con pruebas, puñaladas por la espalda, eliminaciones, rescates y muchísima frustración. Al calor del programa presentado por Phil Keoghan nació 'Peking Express' en 2004, un concurso holandés en el que ocho parejas corrían a través de tres países (Rusia, Mongolia y China) sin poder gastar más que un poco de dinero al día y utilizando las casas de la gente local como lugar donde guarecerse por la noche. Había nacido un éxito.
¡A correr!
En España, un formato como este era absolutamente inédito. Llegó antes de 'Callejeros viajeros', por ejemplo, en un momento en que los programas de viajes eran algo más bien aburrido. Presentado por Paula Vázquez, se entendió como otra manera de hacer televisión: frente a la familia 'Gran hermano' y el verdulerismo en el que estaba cayendo Telecinco, Cuatro decidió apostar por un formato más elegante, que ponía el foco en la exploración, las pruebas, la inteligencia y la amistad antes que en los gritos desaforados, los cabreos y las discusiones. Sorprendentemente, fue un éxito, demostrando que este tipo de programas son posibles en nuestro país, aunque algunos se empeñen en lo contrario.
'Pekín Express' se estrenó el 13 de septiembre de 2008 con un 11,2% de share y 1.718.000 espectadores y acabaría su andanza con un 15,9% y 2.610.000, unas cifras absolutamente locas vistas ahora, cuando a la final de 'Supervivientes' en Telecinco le faltan 400.000 espectadores para igualar aquello (por mucho que le supere en cuota de pantalla). La crítica y el público fueron benevolentes: había nacido un nuevo formato estelar con la victoria de Fernando y María, que empezaron como pareja en crisis y acabaron pidiéndose matrimonio sobre la línea de meta.
Diez parejas empezaron una carrera en la que pasó de todo: la ruta, que fue la misma del programa original holandés (después las copiaríamos de Francia), vio desde parejas que no se conocían hasta el minuto de empezar la etapa (y que fueron expulsadas ese mismo día) hasta un profesor de religión corriendo con su alumno o la retirada forzosa de una pareja por problemas médicos (más concretamente, el retorno inesperado de un cáncer). Fernando y María se llevaron 178.000 euros y empezaba un camino de rosas para 'Pekín Express'. ¿O no?
Y entonces llegó Mediaset
La primera temporada de 'Pekín Express' tuvo lugares imponentes donde hicieron diferentes pruebas de inmunidad: la plaza del Hermitage en Moscú, el lago Baikai, el desierto del Gobi... Parte de la gracia era que todo nos quedaba muy lejano en una época en la que viajar aún no era tan fácil. Y si la temporada uno seguía la ruta del Transiberiano, la dos decidió doblar la emoción: iría por el Himalaya, recorriendo China, Nepal e India. Y aquí fue donde se empezó a torcer la cosa. No por los lugares o las pruebas, sino por el nuevo tono, más marrullero y con menos sense of wonder.
Una de las parejas, Meritxell y Alazne, madre e hija, sacaron de quicio a todo el mundo durante la carrera. Tanto, que se convirtieron en las absolutas protagonistas en el montaje... Hasta que uno de los miembros de una pareja rival, Silvia y Carles, llegó a soltarle un bofetón a Alazne en un autobús. Después de aquel momento bochornoso (para la época, ahora sería un episodio más), ambos se retiraron de forma voluntaria, dando otra oportunidad a madre e hija. Poco importó quién ganara 'Pekín Express 2' (fueron Carmela y Antonio, amigos de un pueblo de Málaga): todas las promos se basaron en el bofetón, el no va más, la polémica. Curiosamente, coincidió con la compra de Cuatro por parte de Mediaset.
La audiencia cayó en picado ante el nuevo y equivocado acercamiento a 'Pekín Express', una tendencia que continuó en la tercera temporada, 'La ruta del dragón', en la que los giros funcionaban (eliminaciones falsas, banderas que hacían bajar un puesto) y la ruta era tan bonita como copiada de la edición francesa (China, Laos, Tailandia e Indonesia). Sin embargo, el tono marrullero continuaba, aunque más sutil, y al cansancio del formato se sumaba el deterioro de la marca Cuatro, vista ya como canal secundario de Mediaset donde iba a parar la purria. Poco quedaba ya de aquel 'Cuatrosfera' y las buenas intenciones. El dinero manda.
La entrada de Jesús Vázquez como presentador y el cambio de localización fue la puntilla. 'Aventura en África' transcurrió por Kenia, Tanzania y Sudáfrica y algunas de las novedades eran desconcertantes: una pareja ni siquiera llegó a empezar la carrera, hubo una recuperación en el programa 3 sin dar tiempo a apoyar a ninguno de los equipos, empezaba más tarde de lo habitual, se aumentó la duración de cada episodio... Y al final, tuvo etapas que incluso bajaron del 5% de share: al contrario que la primera temporada, esta fue bajando episodio a episodio. El programa, muy difícilmente identificable con el que se estrenó cuatro años antes, se puso en barbecho. Y viendo la deriva, quizá fuera lo mejor.
Resurrección y final definitivo de la aventura
Pasaron cuatro años más hasta que Atresmedia diera otra oportunidad al formato, poniendo a Cristina Pedroche como presentadora en Antena 3, volviendo a Asia ('La ruta de los mil templos' formada por Myanmar, Malasia y Singapur)... Y añadiendo nuevas mecánicas aún más basadas en incrementar el mal rollo entre los concursantes, obligados a nominar a una pareja para que bajara un puesto de forma automática en esa etapa y que acabaron ganando los cuñados Ángel y Bea ante 1.904.000 personas: rondando el 14% de share, parecía que 'Pekín Express' había vuelto.
El problema es que, por mucho que el show dominara a la carrera y las experiencias en sí, los concursantes no parecían dispuestos a dejarse manipular, así que las estrellas fueron las que entraron en el juego, unas María del Amor y Yaneli que encapsulaban bien el espíritu Mediaset que Atresmedia podría haber quedado atrás. Y en el casting lo sabían perfectamente.
El éxito de audiencia fue un espejismo: en 2016, 'La ruta de los elefantes', que llevó a diez parejas de concursantes desde Sri Lanka hasta Bombay, intentaba revitalizar La Sexta pero su intento de convertirlo en un programa con un casting freak fue un absoluto fracaso que terminó de hundir la franquicia del todo. Por mucho que se introdujera por primera (y última) vez la participación de la audiencia escogiendo a la pareja de desconocidos, no hubo tanto interés: la cuota de pantalla rivalizó con la de 'Aventura en África' y ante un 8,5% de share, Matías y Nabil se llevaban el último premio del último episodio de 'Pekín Express'.
¿Volverá 'Pekín Express' en un ecosistema televisivo como el actual? El programa sigue teniendo éxito fuera de nuestras fronteras (este año se hizo carrera en Italia, Polonia, Hungría, Rumanía, Grecia o República Checa) pero la televisión española lineal parece empeñada en gastar lo menos posible: cuanto menos se muevan de una casa, mejor. Este inmovilismo absurdo lleva a que la gente busque refugio en un streaming que, en tema realities, tampoco tiene tanto interés por innovar, con falsas promesas como 'Insiders', experimentos fallidos como 'LOL: Si te ríes pierdes' o vagos intentos de copiar lo poco que funciona en lineal, como 'FBoy Island'.
Se echa de menos un programa de aventuras, competición, carreras, sitios exóticos, pruebas, humor y descubrimiento: 'Pekín Express' era el formato perfecto hasta que lo domesticaron y Mediaset le quitó de un plumazo su inocencia. Y ojalá algún día haya quien se atreva a volver a traerlo a la grandeza.
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