Kim, Kourtney, Khloé, Kendall, Kylie, Kris, Rob y Bruce/Caitlyn. Trece años después de su debut, tanto Netflix como Amazon Prime Video han decidido recuperar las primeras temporadas de 'Las Kardashian' ('Keeping Up With The Kardashians') y yo no podría ser más absolutamente feliz con los devenires de esta familia.
He de reconocer que hasta ahora no había tenido oportunidad de ver un capítulo entero de 'Las Kardashian'. Conocía el programa porque su fama ha traspasado fronteras y ha sido carne de zappings, esos primeros tiempos de redes sociales y demás, pero su emisión en canales de pago se me escapó en su momento.
Así que en cuanto aterrizó el programa en las plataformas digitales como Netflix y Amazon Prime Video este pasado 1 de junio (las dos primeras temporadas en la primera y hasta la octava en la segunda), corrí a consumir esos veinte minutos por episodio que nos propone la creación de Ryan Seacrest.
'Las Kardashian' es un reality familiar. No es el primero de este género ya que la PBS emitió en los años 70 la fundacional 'An American Family', que seguía durante doce episodios a la familia Loud en una serie que, además, mostró al primer personaje abiertamente homosexual en la televisión. Y tampoco es el primero de familias famosas... pero es el que más ha calado (y transformado) en la cultura pop actual.
Llegando en el momento oportuno
La idea del programa le vino a la matriarca, Kris, quien encontró a Ryan Seacrest en el momento propicio. El presentador acababa de formar su propia productora y buscaba material, así que se plantó con una cámara en una barbacoa de la familia y se hizo la magia:
"Recuerdo estar pensando, '¿Esto va a merecer pagar X dólares de la compañía?' Fuimos y grabamos una barbacoa de domingo de la familia. Estaban todos juntos tan locos, divertidos y adorables como son y estaban tirando unos a otros a la piscina y volví y vi la cinta. Pensé 'Oh, Dios mío, debemos enseñar esto a E!' (...) no teníamos ni idea de que se convertiría en el monstruo de la cultura pop que es"
La verdad es que, pensándolo en frío, no es que la familia Kardashian generase un interés desmedido allá por 2007 (su fama comenzó por ser amigos y trabajar con "famosos de verdad" y a partir de ahí han ido haciéndose hueco en el celebrity system), pero sus dinámicas eran atractivas y ahí podría haber oro.
Y vaya si lo había. Dieciocho temporadas de 'Las Kardashian' y otros programas incluyendo 'Yo soy Caitlyn' con la vida después de la transición de Bruce Jenner que han dado forma durante todo este tiempo a un universo televisivo que ríete tú del universo cinemático de Marvel.
Comida rápida del reality
Si ya de por sí el género del reality es un poco comida rápida de la televisión, con 'Las Kardashian' la apuesta sube. Sobre todo con esas primeras temporadas de poco más de veinte minutos de episodio en lo que sorprenden los "pobres elementos" con los que nos encontramos. Kris es una madre/ama de casa/manager, casada por un ex atleta olímpico y tiene que lidiar con el caso del video sexual de Kim y, de aquí, todo para arriba.
En ese primer episodio detectas claramente los roles de cada hermana y cómo se llevan tanto entre ellas como con su madre. Se siente, además, gran empatía por Bruce quien parece el único con cabeza y sensato de un clan que parece nacido para la televisión. Lo saben. Y lo disfrutan.
Al igual que muchos realities de este corte (por ejemplo 'Mujeres ricas de Nueva York' y otras de la franquicia), estamos en un lugar feliz televisivo que viene para evadirnos de la realidad. Por eso es casi providencial que regresen a nuestras vidas vía plataformas de streaming en un año tan movido y ansiógeno como está siendo 2020.
'Las Kardashian' no deja de ser una suerte de ejercicio de relaciones públicas en el que, si bien tienen sus toques de momento turbios, pequeños escándalos (la detención de Khloé por conducir borracha), por lo general no hay nada que vaya a dejarles mal. Vistos ahora, es verdad que chirrían ligeramente esos momentos de solidaridad esporádica, ya que podrían ser dados la vuelta fácilmente como un "privilegiados salvando a los desfavorecidos".
Las santas patronas del influencer
Pero, y he aquí lo importante, el reality logra combinar numerosos elementos a la par que da visibilidad a una familia tan mixta y poco convencional como esta. Es un matriarcado, son conscientes de su sexualidad, son modelos alejadas de los canones a los que estamos acostumbrados, es una familia medio caucásica medio armenia, lo cual no pasa desapercibido en un país en el que la cuestión racial es tan vital...
La familia Kardashian sabe usar la televisión para moverse y lanzar sus carreras y, de hecho, podríamos hasta decir que son las santas patronas del influencer. Son influencers desde antes de que existiese la palabra y su marca se he hecho patente en estos trece años.
Hay un momento al comienzo de la tercera temporada que define bastante lo que quiero decir, con Kris regañando a Kim por hacerse selfies mientras acompañan a Khloe en su ingreso en prisión. Hay cierto tono de cinismo al ser consciente de que, si bien es cierto que no es un momento "para el recuerdo" no dejan de estar acompañadas 24 horas por cámaras de televisión.
En este sentido, Kris Kardashian ha tenido un olfato infalible para ello y ha manejado como agente a sus hijas de tal modo que han crecido de donnadies en el star-system a algunas de las figuras más influyentes de los últimos diez años. Todo esto a base de instinto y un sabio uso de la imagen en unas nacientes redes sociales para contar ellas mismas el relato de sus vidas sin necesidad de que otros lo cuenten por ellas.
Con el auge de las redes sociales, de la gratuidad de un Internet ansiosa de contenidos y el detrimento subsiguiente de los medios impresos, 'Las Kardashian' tomaron las riendas capitaneando y liderando un nuevo modo de relación entre celebrities, prensa y público. Comenzando con unos humildes veinte minutos semanales.
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