Hace unos meses, Gran Hermano encontró a un filón de oro en su proceso de cásting. Se trata de un candidato a concursante con mucho gancho, divertido y con una personalidad que encajaría a la perfección con el programa. Sin duda, era el perfil adecuado de todo un personaje que daría mucho que hablar, precisamente por su manera de ser. Pero cual fue la sorpresa de Zeppelin (la productora al cargo) cuando descubrieron que ese diamante en bruto tenía un hermano gemelo, absolutamente idéntico incluso en la manera de hablar y de bromear. Fue entonces cuando se les presentó la oportunidad de emular al Gran Hermano norteamericano, cuando en su quinta edición contaron con varias parejas de gemelos concursando.
En aquella ocasión, los gemelos fueron una de las jugadas del programa para engañar a los demás concursantes, crear más juego y enganchar así a la audiencia. De los dos hermanos sólo entraba uno que diariamente era intercambiado por su gemelo, sin que los demás se percataran. Así, mientras para los espectadores jugaban dos personas, para los internos sólo existía una. Esta fue la inspiración para la nueva edición española. Si por norma, todos los finalistas del cásting saben de su ingreso en la casa el día antes, nuestros gemelos ya conocían su destino con dos meses de adelanto. En Zeppelin estaban encantados con ellos. Era lo que la octava edición necesitaba. Pero algo sucedió que les hizo cambiar de opinión, justo cuatro días antes. Las presiones familiares fueron suficientemente insistentes como para que rechazaran la oferta, pese a su compromiso contractual. Gran Hermano perdía su gran baza. Aunque me consta que no eran los únicos gemelos a los que la organización había intentado tentar.
Finalmente, el mismo día de la gala de inauguración, nuestros protagonistas cambiaron nuevamente de opinión e intentaron recuperar su puesto como concursantes. Zeppelin les pagó un puente aéreo inmediato para Madrid, mientras decidían si entraban o no. Todo fue demasiado justo. Las razones las desconozco, pero al final se optó por retrasar su entrada. Los incidentes con el número del concursante al azar me hicieron sospechar de una trampa para colocar a uno de los dos gemelos. Pero supongo que en un momento donde se pronunciaba demasiado la palabra “tongo”, el riesgo era demasiado alto.
La organización no encontró la manera de colocar a sus chicos y al final se decidió convertirlos en los primeros suplentes. Es decir, que si alguien abandona la casa, los gemelos entrarían en acción. Es una lástima que se haya llegado a esta alternativa, ya que estos chicos (que conozco desde hace años) hubieran dado mucha vida al concurso. Pero si hay algo que realmente me alegra de su no ingreso es que ya no tendré ningún motivo para ver este reality. Además, me ahorro que mi nombre y apellido fuera eclipsado por un concursante de Gran Hermano. De hecho, por uno de los dos gemelos Rodríguez.
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