'Drag Race España': la solvente adaptación del adictivo reality llega a su final con una justa triunfadora y dejando con ganas de más

Cuando Atresplayer echó a andar, muchos la miraron con cierto desdén. Pero, ¿alguien va a pagar por contenidos de espíritu generalista habiendo Netflixes, Amazons y Filmins a cholón? En muy poco tiempo, ha demostrado que sí hay un hueco para esta plataforma. Y con productos como ‘Drag Race Españaespera convertirse en un imprescindible.

Qué ilusión y qué temor para los que somos fans del formato. Por un lado, muchas ganas de tener una adaptación patria, con drags españolas que pusieran en valor todo el espíritu festivo y socarrón que tiene nuestro país. Pero, por el otro, qué miedo a que todo se quedara a medio camino, a chocarnos con una adaptación insulsa que no convenciera ni a los más entusiastas.

Terminada la primera temporada, soy de las que piensan que el reality ha cumplido, sobre todo, porque no lo tenía nada fácil. Si continuáis leyendo a partir de aquí, ya sabéis, cuidado con los SPOILERS.

Un calco del americano

Atresplayer ha sabido jugar sobre seguro adaptando cada uno de los detalles que han hecho que ‘Drag Race’ se convierta en un icono televisivo. Seguramente tampoco sea una decisión única de la plataforma, habrá ciertas obligaciones que estén delimitadas por contrato. Desde los decorados a las fases del programa, pasando por el backstage, presentaciones o totales de las participantes (en los que repiten modelito para que nos atormentemos pensando si esa parte la han grabado antes, después, durante, mediante).

La primera impresión es vital

Incluso se han adecuado las frases más representativas del espacio (que, de nuevo, forman parte de una iconografía irrenunciable). Desde el ‘Shantay, te quedas’ al ‘Sashay, te vas’. Junto con la Pit Crew, los felicidragues, los ‘no la caguéis’, ‘que gane la mejor drag queen’… Sin todo este vocabulario, peculiar y único, que los seguidores saben repetir como un rezo, nunca se habría podido concebir una verdadera adaptación.

Por ello, Atresplayer ha encontrado en esas palabras unos pilares muy firmes en los que sostenerse. Mención especial para ese ‘A quién le importa lo que yo haga’ que se ha convertido en mantra final del programa y que sustituye al ‘Can I get an Amen in Here?’ americano (nunca dejará de sorprenderme cómo la religiosidad se exhibe sin ningún pudor en cualquier contenido televisivo de EEUU).

A pesar de seguir la máxima de ‘imitando al original nunca podremos equivocarnos’, sí hay algunos aspectos que personalmente me han decepcionado. Por un lado, los lip syncs. Dejando al margen actuaciones concretas, como la batalla a tres que se vivió en la semifinal, me ha parecido que el nivel era bastante más bajo que el del contenido USA, teniendo en cuenta, es verdad, las virguerías acrobáticas que son capaces de llevar a cabo las participantes.

Por otro lado, esperaba mucho más de una de las pruebas estrella: ‘Snatch Game’. Me decepcionaron hasta las concursantes que supuestamente eran más cómicas. Exceptuando a una Sagittaria que solo por haber rescatado a Encarnita la del baptisterio, tiene mi admiración eterna.

De todas formas, en general, sí creo que las chicas perdieron sus nervios iniciales para dejar que su talento hablara por sí mismo. En las últimas pruebas han elevado el listón y, sin duda, la pasarela ha sido uno de los platos fuertes del concurso, dejándonos con la boca abierta con muchos de sus looks.

Qué difícil lo tenía Supremme de Luxe

Era la pregunta del millón cuando se hablaba de la adaptación de ‘RuPaul Drag Race’. ¿Quién tendría el carisma, la singularidad, el nervio y el talento de presentar el espacio? Supremme de Luxe, una veterana en esto del drag, con más de 20 años sobre el escenario, fue la elegida entre los muchos nombres que se barajaron.

Personalmente, creo que la elección ha sido muy acertada. Sustituir a RuPaul es imposible e intentar ser como ella no hubiera tenido sentido. Pero Supremme ha sabido quedarse con la parte imprescindible: la mordacidad, pero también la cercanía con las chicas, esa mentoría en la que son cómplices y aliadas sin perder autoridad. Y todo, llevado a su terreno, con su personalidad.

Muchas otras no lo habrían conseguido, habrían querido imitar los dejes de RuPaul y habrían creado un personaje de cartón piedra sin ninguna naturalidad. Supremme se ha ido soltando semana tras semana. Quizá no ha sido una bomba explosiva que se come el foco en cada aparición, pero ha demostrado cualidades como una ternura innata que a veces también se echa de menos en este reality.

En cuanto a Los Javis, ellos mismos bromearon sobre cómo muchos haters condenaban su presencia en el concurso. ¿Es verdad que esta pareja está hasta en la sopa? Puede. Pero, para mí, los más importante es si han sabido realzar el programa o no. Creo que la respuesta es sí. Por muchas cosas, pero, sobre todo, porque me parecen profesionales, empáticos y naturales.

Por lo que hace a Ana Locking, es curioso (por no decir desolador) tener que decir que una diseñadora con su trayectoria era casi una desconocida para el gran público. No sé si para ella habrá sido muy complicado aceptar esta oferta. En los primeros programas se la veía bastante insegura y tímida, pero después, su proyección ha sido espectacular y ha abrazado la estética drag con pasión. Es una fan más que tiene la suerte de ver a las concursantes en primera fila.

Respecto a los invitados, he echado de menos ciertos perfiles más clásicos, pero seguramente es una cuestión personal. La verdad es que ha habido grandes momentos y solo por contar con Paca la Piraña llamando ‘Chocho Pelón’ a RuPaul, todo ha valido la pena.

Las drags, unidas, jamás serán vencidas

Nada de esto hubiera funcionado sin un buen casting. Diferentes estilos de drags, talantes encontrados, veteranas que no sabían todo lo que iban a aprender y florecillas recién cogidas del prado. Y todo eso con una calidad digna de ‘Drag Race’. ¿Era esto posible?

Sí que creo que ha habido muchos contrastes, representantes del drag más bello y del más divertido, personalidades únicas, concursantes inseguras, otras que parecen muy seguras pero que se desinflan con soplarles, algún que otro despropósito que solventaba sus problemas con simpatía, cínicas, dulces, estilosas, irónicas, creídas, intelectuales…

Pero, sobre todo, lo que siempre recordaré de esta edición es el buen rollo que se ha creado entre todas, una camaradería en la que cualquier ataque se disolvía como un azucarillo. Es verdad que no ha sido así en todos los momentos, claro. Pero la tónica general es que esas reinas se han cuidado y querido y nos han conmovido. Y han contagiado al jurado, que ha conectado con sus historias. Quizá se deba a la identificación cultural, pero no recuerdo una edición del ‘Drag Race’ original que me haya emocionado tanto.

Y por lo que hace a la ganadora, era demasiado evidente que Carmen Farala se haría con el título. Desde el primer programa, además, y eso sí me parece un fallo del concurso. A pesar de que en la final pretendieran jugar a un 'Carmen es demasiado perfecta, quizá eso no sea bueno', que no se creían ni ellos.

Ha sido superior en general, con una distancia casi abismal en algunas pruebas. Felicidragues para ella porque se nota que su triunfo actual es fruto del trabajo de muchos años. Que el esfuerzo tenga su recompensa es una premisa que no siempre se cumple.

‘RuPaul Drag Race’, un reality histórico

Pero, ¿qué es eso de un talent de drag queens?, ¿de dónde viene todo este boom?

Actriz, cantante, modelo, presentadora pero sobre todo, la drag queen más exitosa de los Estados Unidos. RuPaul se hizo conocida en los clubs de Nueva York y consiguió el estrellato con su música, sus actuaciones en cine y series o con su programa de entrevistas ‘The RuPaul Show’.

Con una personalidad y un empuje únicos, en 2009 se lío la manta a la cabeza para producir un programa al que seguramente muchos calificaron como locura. Un reality en el que competirían drag queens de todo Estados Unidos y que elegiría ganadora a la más versátil.

La primera edición es una joya de serie B que todos los aficionados a este género deberían ver. De hecho, a mí me han contado que RuPaul se encargó de toda la producción y grabó el concurso en el garaje de su casa. No sé si es verdad, pero tampoco me extrañaría: un decorado más que mínimo, los cortinones para disimular espacios, la iluminación desastrosa… ¿Qué más da si cuando sobre la pasarela tienes a esas 'peazo' de artistas?

Porque eso es lo mejor que ha hecho ‘RuPaul Drag Race’, mostrar al mundo qué es y qué significa un arte como el drag. Cómo se crea a un personaje que supone el contrapunto de la identidad con la que siempre se ha vivido y se le convierte en un ser bello, despampanante, divertido, irónico, capaz de actuar, cantar, bailar, contar chistes…  en un ente casi sobrenatural, libre y orgulloso.

Así hemos descubierto a reinas que ya forman parte de la cultura pop como Bianca del Rio, Alaska Thunderfuck, Sharon Needles, Miss Vanjie, Raven, Alyssa Edwards, Katya, Bob The Drag Queen… Los que las conocemos y hemos disfrutado de su talento solo sabemos que era imposible que no triunfaran en un programa de televisión.

Además, el espacio ha hecho una importante función social dando visibilidad a decenas de historias personales en las que la fuerza, la determinación, la valentía, el compañerismo y el amor han pasado por encima del odio y la ignorancia.

Lo que empezó como un reality más, peculiar e incluso extravagante, es ya un clásico de la televisión, con (de momento) 13 temporadas, seis ediciones All Stars y reconocimientos como 19 premios Emmy. Además de adaptaciones internacionales en Inglaterra, Italia, Canadá, Australia, Tailandia, Países Bajos… y, por fin, España, con un programa que ha conseguido hacer las delicias de los fans.

Imágenes | Atresplayer

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