Es decir, lo que se supone que es la manera que tienen determinados programas de televisión para conocer lo que piensa su audiencia, no es más que un engaño para recuperar el dinero de otra forma, que no consiguen por la pérdida de audiencia y el descenso en el share de sus apuestas en prime time. Uno alucina.
No es que no supiese que estuviesen ganando dinero con ello, pero para ser la segunda fuente de ingresos, media un abismo. Y estamos hablando de miles de millones, y más cuando son las propias empresas de las cadenas de televisión las que gestionan los mensajes y llamadas. Que creo un programa del corazón, pues sorteo un coche a modo de gancho, que si todo el mundo piensa que por un euro, puedo ganar un gran premio, envía el mensaje para probar suerte. Y así 100.000 mensajes, que ya es un buen pellizco.
Y que me decís de los engaños de programas concurso de altas horas de la madrugada que ponen el gancho de una pregunta muy sencilla, con llamada a un 905 mucho más caro, y en el que te tienen enganchado más de 10 minutos para luego no sacarte en antena. Más sacacuartos. Más deleznable. Más bochornoso.
Lo que se supone, que es una forma de animar, dar tu opinión, o apoyar a un concursante, y con el que los presentadores se desgañitan para invitar a su audiencia para salvar a alguien en Operación Triunfo, y al que le han dado un Ondas, no es más que un truco para hacer ganar más dinero a la cadena que le paga el sueldo.
Esto es así. Y tendría que cambiar. Porque si ya sacan de esta forma una buena tajada, que nos dejen ya de fastidiar con tanto maltrato publicitario. Ah, claro, que esta es su primera fuente de ingresos. Mejor no llaméis, y hacer zapping cuando salgan los anuncios. Buff, benditas descargas.
En Vaya Tele | La inevitable y maldita publicidad en los cinco minutos finales