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No me refiero a este espacio en ¡Vaya tele!, pero ultimamente es lo único que les falta poner en cada superficie visible de las series de ficción. En España empezamos a acostumbrarnos al tema del product placement con los míticos desayunos de Médico de familia, donde cada producto estaba estratégicamente situado y nade se interponía en la visión de la marca.

De ahí fuimos evolucionando a los miniespacios previos a las series en los que los protagonistas nos contaban las bondades de ciertos productos, incluso mezclando personajes de varios programas creando una especie de univero propio al más puro estilo de los cómics. Especialmente sangrante me parece cuando aparecen personajes médicos haciendo publicidad de productos relacionados con la salud.

Mientras tanto en los E.E.U.U. las cosas estan empezando a desmadrarse en el mundo de la publicidad "no tan encubierta" hasta tal punto que las asociaciones de guionistas, hartos de los cambios de última hora impuestos para introducir productos en el propio guión, están dispuestas a contraatacar. Los casos más notorios de los últimos tiempos han ocurrido en los guiones de Medium, con un capítulo en el que los protagonistas ven un preestreno de la película Memorias de una geisha y se la recomiendan a otra pareja de amigos que se encuentran o el del veterano culebrón All My Children en el que la afligida protagonista comenta un perfume mientras está al lado de la cama de hospital donde su marido se encuentra herido de bala. Supongo que el problema era que el hospital no olía demasiado bien.

La manera de contraatacar no puede ser más entretenida, la hacen a través de un sitio web, Product invasion, en el que ironizan sobre el tema, con un estilo muy cercano al de la serie B y la televisión de los años 50. Ya podemos irnos preparando nosotros para la invasión. La mesa del desayuno ya no es suficiente, los microespacios tampoco, cocinar todo con marca es una tontería. La nueva frontera está poner marca hasta el besugo que prepara nuestro restaurador estrella, es más que el propio besugo nos cuente su maravilloso sabor y su pedrigrí acuático. Las melodías de los móviles apenas se oyen; Charly, Pope e incluso el propio comisario tendrán que cantar el último exito de algún triunfito a mitad de episodio (además esto se puede vender como una revolución en el formato). Esas pelis en el videoclub de Aquí no hay quien viva quedan demasiado en segundo plano, yo abogo por los tatuajes publicitarios. Si veo un anuncio en la despejada frente de Juan Cuesta yo seré el primero en decir ¡Ole tus huevos! aunque no en correr a comprar lo que anuncie.

El único caso en el que este tipo de cosas funcionó conmigo fue ya hace mucho tiempo: siempre quise tener explosivos de la marca ACME.

Vía | Wired Sitio oficial | Product invasion

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