Ayer por primera vez en sábado me quedé en casa para ver una película, 'En busca del arca perdida'. Y tiene mérito, no sólo porque raro es no tener una grabación digital de la misma, sino porque el mero hecho de empezar a verla por televisión, es de por sí bastante meritorio. Había echado mis cuentas, si empezaba a las 22:15, dos horas de duración y sus 20 minutos de anuncios y las 00:40 con opciones de poder ver otros programas. Falso.
Me pregunto por qué los canales envían a los medios la programación del día de la cadena, cuando con la misma hacen lo que les da la gana. Y estoy harto, por tener que estar pendiente desde las 22:15 y hacer zapping para comprobar cuando empezaba la película, porque me niego a tragarme los anuncios que me impone el canal por no cumplir con su obligación de emitir un programa a la hora que había establecido para ello. Estoy harto por tener que esperar media hora hasta que empieza la película. Estoy harto que con esta estrategia me tenga que perder, porque es imposible estar pendiente a todo, el inicio de la misma. Estoy harto de que nos tomen el pelo, y de que los órganos que deben velar por la defensa del televidente no hagan el trabajo que se supone deben hacer.
Es cansino y desesperante escuchar a muchos de los directivos quejarse de la televisión que vemos en este país, cuando ellos son los primeros en tratarnos como a algo que se pone delante de la televisión y que da igual lo que le pongan y a la hora que se lo pongan, porque lo verá de todas formas. Pues así no me extraña que las audiencias caigan.
Así no me extraña, que cada vez sean más los teléfilos que abandonan la pantalla de la televisión por la pantalla del ordenador. Así no me extraña que haya algún televidente cabreado que escriba su queja en voz alta. Y lo peor es que da igual que sea Antena 3 o Telecinco o la Sexta, Cuatro respeta un poco, y el canal público no le queda más remedio que dar ejemplo, pero son todos trajes cortados por el mismo patrón: el de la tomadura de pelo.
Cierto que esto no quedará más allá de una simple pataleta, pero es que uno está ya harto. Y no sé por qué me quejo. Eso me pasa por quedarme un sábado en casa para ver una película en la televisión. Quien me mandaría.
En ¡Vaya Tele! | ¿Por qué dicen las diez, cuando en realidad son las diez y media? En ¡Vaya Tele! | La inevitable y maldita publicidad de los cinco minutos finales