Es uno de los directores de género más interesantes del momento, curtido en un cine de animación independiente y casi artesanal y aclamado con la primera película de zombis hecha en su país, 'Train to Busan', que se ramifica también hacia la reciente 'Seoul Station'. Yeon Sang-ho posee una serie de inquietudes que vertebran todo su cine, siempre atravesado por una sensibilidad cercana al resto del cine fantástico asiático.
De tono casi siempre alegórico, propenso a ensañarse con los estamentos más privilegiados, Yeon Sang-ho hace un cine siempre con un mensaje inconformista, pero también de una cuidada estética. Por eso sus películas de animación son cautivadoras en lo visual: hereda el estilo del cine de género, pero cuenta fábulas que van más allá del terror o el thriller en estado más puro.
Sus primeros pasos en el mundo de la animación fueron en formato corto: antes de fundar su propio estudio, Studio Dadashow, estrenó 'Megalomania of D' en 1997, 'D-Day' en 2000 y 'The Hell' en 2003. Sus siguientes obras, 'The Hell: Two Kinds of Life', 'Love Is Protein' y 'The Window' le hicieron ganar cierto prestigio en festivales y le ayudaron a poner en pie su debut en el largo.
Muchos de ellos incidían en temas que luego serían vectores de su filmografía, del ecologismo al antimilitarismo. Todos ellos, además, con el ojo puesto en la cotidianeidad coreana, con referencias incluso a cuestiones locales como leyes y regulaciones y que aquí pueden resultarnos ajenas, pero que para su público potencial es prácticamente costumbrismo bañado en horror y odio.
The King of Pigs
El primer largometraje de Yeon Sang-ho es un violentísimo ensayo sobre el origen de la violencia. Una violencia arbitraria y realista que no se ve amortiguada o caricaturizada por venir de una película de animación, más bien al contrario. 'The King of Pigs' es la película más incómoda de Yeon Sang-ho, y contrasta con los momentos relativamente joviales de películas suyas posteriores como 'Train to Busan'
Los protagonistas de 'The King of Pigs' son dos treintañeros, uno escritor en la sombra de autobiografías, otro un oficinista que acaba de matar a su mujer. Hace quince años que no se ven, pero se reencuentran y recuerdan sus turbios días de instituto, donde eran marginados por pertenecer al llamado grupo de los "cerdos", de peores notas y condiciones físicas y económicas. Hasta que llega un misterioso chaval nuevo, el Rey de los Cerdos.
'The King of Pigs', filmada con solo 150.000 dólares, demuestra que la pulcritud técnica no está reñida con las estrecheces presupuestarias o los temas complicados. Una película que abrió camino para la carrera de Yeon Sang-ho y que descubrió a muchos la apasionante filmografía animada de la tercera potencia asiática en ese campo: la de Corea del Sur, comparable en términos de calidad con Japón y China.
The Fake
Después de un nuevo corto, 'The Window', Yeon Sang-ho afrontó la realización de un nuevo largometraje, que aunque no llegaba al polémico uso de la violencia de 'The King of Pigs' tampoco anda sobrado de furia crítica. Esta vez, sin embargo, más que abstractas disquisiciones sobre la miserable naturaleza humana, el director y guionista tiene como objetivo la religión organizada.
El protagonista de 'The Fake' es inusualmente antipático, incluso para una película de Yeon Sang-ho.
Pero en un contexto netamente coreano. Es decir, que Yeon Sang-ho también encuentra el modo de hablar de la corrupción generalizada y de determinados personajes que se intuye que no deben enorgullecer demasiado a Yeon Sang-ho al reconocerlos como compatriotas. De hecho, el protagonista de 'The Fake' es de una antipatía extrema, y no, no se trata ni del predicador que estafa a un pueblo necesitado de esperanza ni del curita bondadoso y de moral también discutible.
Se trata de un marginado, un maltratador conflictivo y sin futuro, enemistado con la poca familia que tiene e incapaz de conservar un trabajo. Un poco por casualidad, un poco por cabezonería, descubrirá el complot que se está tramando en el condenado, apocalíptico pueblecillo y lo afrontará de la única forma que sabe: desencadenando una tormenta de violencia descerebrada y con el único objeto claro de dañar a todos los que le rodean.
Train to Busan
Paradójicamente, la primera y hasta la fecha única película de Yeon Sang-ho en imagen real es también la que más se asemeja a la naturaleza de los dibujos animados, la que tiene una violencia más festiva y la de tono más ligero. Parece casi un descanso tras tanta gravedad con una aventura descerebrada, que se ha saldado con un gran éxito comercial, rompiendo la barrera de los diez millones de espectadores en 2016 en su país de origen.
'Train to Busan' tiene la astucia de reducir su argumento a un sencillo y poderoso concepto: un tren de alta velocidad con zombis. Solo se puede avanzar o retroceder y a bordo de él se dan todos los tópicos del género (los que se atrincheran, los que se sacrifican, los que se hermanan, los que se enemistan), pero en un formato bidireccional que añade tensión y energía a la idea, casi como un 'Rompenieves' sin futurismo, sin mensaje y con dientes.
'Train to Busan' cuenta la historia de un padre irresponsable que acompaña a su hija desde Seúl a Busan en tren, y en el trayecto se desata la tragedia. Intrascendente y contundente, con una violencia menos catárquica que sus precedentes animados, estos zombis se mueven en furiosas oleadas de cuerpos inertes, al estilo de 'Guerra Mundial Z'. El resultado es igual de banal y divertido, pero el pulso narrativo de Yeon Sang-ho refuerza la propuesta.
Seoul Station
Estrenada de forma casi simultánea en Corea del Sur aunque producida desde un año antes, 'Seoul Station' funciona como precuela inmediata de 'Train to Busan'. Debido a la triunfal trayectoria de ésta se le ha prestado más atención que a las anteriores películas animadas del autor, aunque quizás por su naturaleza derivativa sea menos brillante que 'The King of Pigs' y 'The Fake'.
'Seoul Station', pese a haberse rodado con anterioridad, se estrenó casi a la vez que 'Train to Busan'
'Seoul Station' es incapaz de ir a la misma velocidad que 'Train to Busan', entre otras cosas por sus limitaciones técnicas, y cuenta el arranque de la epidemia zombi en Seúl. Una serie de personajes con problemas que están más cerca de los desgarradores dramas de 'The Fake' que de la verbena de tópicos de 'Train to Busan' (es como si Yeon Sang-ho tuviera facilidad para componer personajes más "humanos" en sus producciones animadas) se verán atrapados en una orgía de violencia y contagio.
Actualmente Yeon Sang-ho prepara 'Psychokinesis', una nueva producción de imagen real acerca de un chico que adquiere superpoderes y que supondrá un acercamiento más abierto al mundo de la comedia. Aún con un amplio futuro ante sí, Yeon Sang-ho es uno de los nombres a seguir atentamente del cine coreano.
Esperemos que la tentación hollywoodiense, aunque llegue de forma inevitable, aún le permita, como es su deseo, alternar unas cuantas piezas de violencia altovoltaica animada con películas más ligeras y familiares. Seguiremos más que atentos a su aguda y personal visión de la sociedad coreana.
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