¿Tuitear en el cine, majadería o necesidad?

Creo que estaréis de acuerdo en que uno de los males que más incita a dejar de ir a una sala de cine a ver algunos de los últimos estrenos es el hecho de encontrarse con otros espectadores que pueden convertir en una tortura esa experiencia. Hay algunas personas muy radicales a las que incluso el mero hecho de que alguien esté comiendo algo les resulta poco menos que ofensivo, pero eso es algo inevitable si tenemos en cuenta que gran parte de los beneficios de las salas provienen de la venta de palomitas y similares.

Lo que cuesta más aceptar son situaciones como que haya personas comentando en voz alta lo que pasa en pantalla, que una pareja empiece a darse el lote cerca de ti (llegando incluso a salir un momento para conseguir un condón. Eso lo viví yo, os lo juro) o los adictos al móvil que ignoran los avisos pidiendo que los apaguen antes del comienzo de la proyección y atienden llamadas sin ninguna vergüenza a mitad de película. Y ojo con criticarlos, que a la salida del cine te pueden amenazar con darte una paliza por haberle tocado las narices al pedir que apagase el móvil (también lo viví). Es cierto que eso no sucede siempre, pero los días de (relativa) tranquilidad en una sala de cine pueden estar llegando a su fin.

Hace unos meses leí estupefacto un artículo que relataba la proliferación una iniciativa en USA que consistía en reservar butacas en cines, teatros, óperas (ahí incluso las regalaban), etc. Uno podría pensar que, bueno, era una cosa ocasional para relanzar negocios concretos o para revitalizar espectáculos algo caducos entre el público más joven, pero parece que las cosas son algo más complicadas.

Según una reciente encuesta, más del 50% del público entre 18 y 34 años de USA cree que poder comentar la película en vivo y en directo a través de twitter o facebook mejoraría su experiencia, y a casi la mitad le gusta la idea de ir a unos cines en los que se permita realizar esta actividad. Con esos datos cuesta creer que iniciativas como las mencionadas más arriba no se propaguen a la velocidad de la luz, ya que posiblemente vean en esto una buena alternativa al 3D para poder aumentar el precio de las entradas (ya sea por dedicar salas en exclusiva o por la muy posible pérdida de espectadores en una sala normal). Yo ya me creo cualquier cosa.

Sobre la iniciativa en sí misma, ¿Cuántos de vosotros dejaríais de ir al cine si tuvieseis que soportar a alguien a vuestro lado usando en todo momento el móvil? Porque yo creo que ceder a esa tentación de forma muy puntual se puede aceptar, del mismo modo que puedes no apagar tu móvil (pero sí ponerlo en silencio) si estás esperando una llamada importante. Luego sales fuera de la sala para hablar y, aunque hayas causado alguna molestia, no creo que sea para tanto. El grave problema lleva cuando lo extiendes de forma generalizada y empiezas a tolerar el todo vale. Y es que, ¿cómo ibas a poner un límite a, por ejemplo, recibir llamadas? Porque habrá quien añada que comentar la película de forma hablada con alguien que esté fuera, que quizá ya haya visto la película, mejoraría aún más la experiencia de verla.

Obviamente, la alternativa de dedicar salas en exclusiva a esta actividad para un mal menor, pero tened en cuenta una cosa: En España hay no pocos estrenos que cuentan con una distribución limitada, valga por ejemplo el caso de ‘The Artist’ y lo mucho que tardó en poder verse en algunas ciudades. ¿Qué pasaría si alguna película que te interesa especialmente se estrenase sólo en una sala para tuiteadores? o ¿Cómo se decidiría exactamente cuáles son las butacas que forman parte de la sección de tuiteadores?. Personalmente, creo que twitter es un medio ideal para comentar tus impresiones en vivo (o casi) cuando estás viendo algo en tu casa (o la de un amigo), en especial si tiene una calidad ausente, pero la idea de generalizarlo en una sala de cine tiene muchos peligros como para verlo como una mera innovación más para salvar al cine, ¿no creéis?

Portada de Espinof