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Sobre la porno-tortura, Hostel 2 y Stephen King

Captivity, un filme protagonizado por la deliciosa Elisha Cuthbert y Hostel 2 pusieron de moda la frase porno-tortura para designar, no sin su dosis de descalificación, cierto subgénero del cine de horror caracterizado por el exceso de gore y una trama basada en la tortura.

No ha faltado quien ha visto en esta tendencia un solapado intento de Hollywood de insensibilizar al público estadounidense sobre el tema de la tortura y su uso en Irak (como en Abu Ghraib), Afganistán y Guantánamo. Saw, Captivity u Hostel vendrían a ser algo así las pervertidas hermanas mayores de la serie de TV 24, un catálogo del empleo de la tortura en la guerra contra el terrorismo, que ha recibido protestas de organizaciones no gubernamentales de derechos humanos por no presentar las escenas de tortura lo suficientemente reales. Sí, querido lector, ha leído bien: alguna ONG de Derechos Humanos ha pedido a los productores de 24 mayor realismo en sus escenas de tortura, con el objetivo de frenar la banalización del tema entre los televidentes. Teorías semiológico-políticas aparte, a mí Hostel se me antoja más una suerte de advertencia de lo que les espera en nuestros países tercermundistas, a los desaforados turistas del primer mundo, si no se comportan como es debido e irrespetan las normas de urbanidad y buenas costumbres. Aquí en Venezuela, por ejemplo, nunca falta en ninguna posada u hotel, un cuartucho con paredes insonorizadas, bien aprovisionado con sierras mecánicas, martillos pneumáticos y escalpelos, donde solemos reducir a una masa sanguinolenta a los turistas alemanes, ingleses y gallegos cuando se ponen impresentables.

En fin.

Stephen King, el abuelo absoluto del género del terror, ha salido en defensa de Hostel 2. Interrogado por L.A. Times sobre si todo este asunto de la porno-tortura ha ido demasiado lejos, King responde:

Desde luego. Me siento bastante incómodo con el próximo filme de Elisha Cuthbert, Captivity. Hay un filme de explotación sobre Dennis Rader, el 'BTK Killer', que yo no quiero ver. Me dan escalofríos de sólo pensarlo. Es casi como explotar el asesinato por el sólo gusto del asesinato. Yo entiendo la porno-tortura. Es una buena frase. Pero yo puedo discutir contigo que hay una delgada línea... Hay algo en Hostel 2 que no es porno-tortura, hay algo interesante allí en sus premisas artísticas. Sí, claro, esto te hace sentir muy incómodo, pero el buen arte siempre incomoda.
Yo podría decir que hay una línea, aunque generalizar es arduo —y cuando se generaliza, uno corre el peligro de tomar el camino de la censura, lo que es malo—, pero si tú tienes una película donde una chica es cortada por la mitad, como en Hostel 2, y aquí está el asunto, uno no quiere que eso le pase. Uno debe saber quién es ella, y su personaje está bien dibujado, es solitaria, no sabe cómo hacer amigos y termina en una situación en la que va a ser asesinada por alguien que paga para hacerlo. Pero tú no quieres que eso le pase.
Pero si tú (en tu película) nos colocas en la situación de querer ver a esa chica cortada por la mitad, eso te pone en la misma situación de cualquier psicópata suelto, cruzando los Estados Unidos, en una carrera de asesinatos. Y eso, en mi opinión, es inmoral. Yo no estoy tan interesado en el lado oscuro, sino en cómo la gente maneja ese lado oscuro.

Y a ustedes ¿qué es parece? ¿Es Hostel un ejemplo de porno-tortura? ¿O todo lo contrario?

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