Faltaría más. Justo cuando la neoconservadora administración Bush pasa por una mala racha en lo que a opinión pública se refiere —Irak, Lewis 'Scooter' Libby— los últimos remanentes del reaganismo hollywoodense salen en su ayuda.
Ya había leído en Cinematical una nota sobre el restart —la nueva moda en Hollywood después de Batman Begins (again): los recomienzos— de Predator, aquella cinta de finales de los 80 protagonizada por Arnold Schwarzenegger, en la que un escuadrón de mercenarios con sobredosis de esteroides, después de arrasar un campamento de guerrilleros centroamericanos, era masacrado por un alienígena rastafari.
Después (o antes, ya no me acuerdo) leí la noticia del regreso de Rocky Balboa, el boxeador lento de palabras y duro de puños, paradigma del american dream, que popularizara Silvester Stallone en los años 70 y 80. A sus casi 60 años, el viejo Rocky vuelve al ringside para recuperar su título (¿necesitará a esa edad el protector bucal, habida cuenta de que acaso ya no tenga dientes que proteger, salvo los de la dentadura postiza?). Es cierto que el predicador George Foreman volvió a ganar la faja mundial de los pesos pesados a los 45 años, pero a los casi 60 años me parece un pelín exagerado por parte de Rocky ¿no?
Finalmente, ayer también leí que el mismo Stallone pospondrá la filmación de Poe, filme biográfico sobre el escritor Edgar Allan Poe que piensa protagonizar (¿puede alguien alcanzarme el Prozac?), para rodar un nuevo capítulo de Rambo (sí, el Prozac y un trago, por favor). Esta vez, el lobotomizado veterano de la guerra de Vietnam John Rambo es forzado a dejar sus cuarteles (otoñales) para rescatar a una niña... Un momento, ¿no era esta la sinopsis de Commando?
Vuelven pues los 80. Sólo falta un restart de la Guerra Fría. Digo, para que la cosa tenga sentido...