Con la huelga de guionistas aún reciente, no es de extrañar la existencia de figuras literarias inmersas en las historias que fundamentan muchas películas. Es el caso, por ejemplo, del novelista de ciencia-ficción Philip K. Dick (1928-1982), un auténtico visionario que nada tiene que envidiar a otros maestros del género como Isaac Asimov, Ray Bradbury o Robert A. Heinlein.
Casi todos los que han terminado leyendo a Dick, lo han hecho por una razón: es el creador de la novela que inspiró a 'Blade Runner'. Parece que hablar de él es citar esa mítica frase que enuncia con solemnidad Roy Batty antes de morir, o de Harrison Ford persiguiendo a una replicante en medio de la multitud. Ciertamente, nada de esto aparece explícitamente en la obra de Dick.
Es lógico pensar entonces que la obra de Dick trasciende lo conocido por el gran público, dejando a un lado el uso inapropiado (o inexistente) que Hollywood hace de su nombre en los créditos de las películas.
De esta manera, es preciso resaltar que a cineastas como Andrew Niccol, David Cronenberg o Alejandro Amenábar se les debería caer la cara de vergüenza por no reconocer que Philip K. Dick les ha proporcionado parte de las virtudes de algunas de sus películas. Así puestos, la influencia que la ciencia-ficción sostiene en el cine hollywoodiense, no es sólo proveniente del interés general del público, sino también de la propia consciencia de los productores sobre las grandes historias que hay en las novelas de Stanislaw Lem (véase 'Solaris'), la atmósfera opresiva del '1984' de George Orwell, el lúdico carácter profético de 'Un Mundo Feliz' de Aldous Huxley... La ciencia-ficción "clásica" es, hoy por hoy, un filón para Hollywood, y teniendo a Dick como uno de sus representantes más interesantes, el estudio tipo homenaje se me hace, personalmente, obligado.
Sin quererlo (y sin saberlo), Philip K. Dick es uno de los principales guionistas de culto del cine de los últimos 25 años. Murió en 1982, a los 53 años de edad, por un infarto provocado sin duda por su vida llena de excesos. La esquizofrenia, la paranoia, el abuso con las drogas y su vida inestable en general fueron alicientes para que Dick dejara este mundo con muchas cosas que contar. Poco antes de su muerte, sus reuniones con el por entonces joven y talentoso director Ridley Scott eran constantes, y Dick quedó fascinado con el tratamiento y la ambientación que se le iba a dar a su obra '¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?' (una de sus novelas más flojitas, por extraño que parezca).
A pesar de su prematura marcha, su labor literaria fue suficiente para convertirse en uno de los escritores más prolíficos que he leído. Sus novelas se cuentan por decenas, y sus relatos, por cientos. Gracias a que la editorial Minotauro está realizando una inconmensurable labor para recuperar su obra, tenemos a nuestro alcance recopilaciones de cuentos y sobretodo sus novelas más importantes, aunque faltan algunas y podemos esperar sentados a su edición.
Vamos a ir recorriendo la trayectoria cinematográfica que Philip K. Dick ha inspirado, de forma póstuma, desde 'Blade Runner' hasta nuestros días, mencionando también lo que está por venir, que no es poco. Acompañado esto de un análisis descriptivo que asocie las geniales ideas del escritor de Chicago con las películas que nombremos, espero y deseo que sea un documento reivindicativo de la importancia de este autor en el cine actual. En líneas generales, se trata de un escritor infravalorado y que poco a poco está ganándose la simpatía de los sedientos de argumentos originales y fascinantes. Aportemos nuestro granito de arena.