India es el país que más películas produce al año, muy por encima de los norteamericanos. Dicho esto, muchos os preguntareis por qué aquí no hemos visto apenas nada de esa cinematografía. Yo también me lo pregunto. Satyajit Ray es uno de los directores hindús más famosos que ha habido, por lo menos desde el punto de vista internacional. Ahora, la 2 de TVE, programa un ciclo a su obra desde este pasado domingo; y me imagino que será uno de esos miniciclos que tanto abundan en estos tiempos, en el que cogen a un director mítico, y emiten tres películas de él, como si eso fuera suficiente para juzgar la obra de un realizador con unos 40 títulos en su haber. Qué lejos quedan los tiempos en los que TVE sabía programar ciclos. Aún se me cae la baba de aquellos tremendos ciclos que emitían hace años, como por ejemplo los dedicados a King Vidor y a Fritz Lang, etapas mudas y sonoras. Claro que, podría ser peor, podrían no emitir ninguna película clásica, cosa que probablemente sucederá algún día, asi que, mejor que nada...
¿De qué va esta película? Bueno, contar su argumento sería desmenuzar la película por completo, pues nos encontramos ante una de esas historias breves, porque lo que es realmente, es un retrato del día a día de una pequeña (pequeñísima) comunidad hindú, que vive en la más absoluta pobreza. Un relato costumbrista y único, visto a través de los ojos de un niño llamado Apu. Éste sería el primer título de uns serie de tres, dedicado a dicho personaje. Ray realizó el guión basándose en la novela de Bibhutibhushan Bandyopadhyay.
Muchos pueden pensar que la vida cotidiana de un puñado de personas, que no hacen mucho, puede resultar algo aburrido, sobre todo si tenemos en cuenta que la duración del film asciende a las casi dos horas. Sin embargo, el aburrimiento es algo que no asoma por esta película, gracias a la capacidad de Ray para hacerla enormemente interesante, a través de un guión muy pulido, y de una puesta en escena asombrosa.
En ambas cosas existe un gusto por el detalle, exquisito, y de una sensibilidad extrema. Unos personajes absolutamente bien definidos, y excelentemente interpretados, que nos conducen por sus míseras vidas, a través de su dolor, de sus sueños, de sus desgracias. Y de como se agarran a las pequeñas cosas que les hacen ser felices, o por lo menos, olvidar lo que están viviendo. Cosas tan grandes y sencillas como un chal, o ir a ver pasar un tren, el único elemento de modernidad que se deja ver en la plícula.
El film está lleno de momentos fuertes, como por ejemplo la muerte de algún personaje. Momentos de una naturalidad asombrosa, y cuya fuerza reside en la reacción que este hecho provoca en los demás personajes. A este respecto, hay una secuencia antológica, protagonizada por el padre de Apu, que provoca que las lágrimas salgan a lo bestia, debido a la enorme fuerza emotiva que posee. Una de esas secuencias que, desde ya, forma parte de mis momentos favoritos en el Cine.
Ray demuestra una enorme destreza usando y combinando todos los elementos de los que dispone. El montaje, ayudando al ritmo usado en la historia, siempre interesante. La fotografía, obra de Subrata Mitra, extraordinaria, que en algunos momentos se recrea en un paisaje que tendría que ser desolador, pero que resulta bello. Y crea secuencias en las que el uso de la iluminación es excelente. Todo ello filmado por una cámara, a veces quieta, a veces moviéndose sutilmente, pero siempre presente, porque si algo refleja esta película, a parte de su tema, es que es puro cine en todo su esplendor.
Su banda sonora, también es magnífica. Obra del conocido Ravi Shankar, está usada estupendamente, y es de las que permanece en la memoria.
Una gran película, de fama bien merecida entre los amantes del cine (el resto que se dedique a otra cosa), y no me extrañaría que muchos directores famosos la hayan tomado de referencia. Ahora, a esperar que la 2 prosiga con el ciclo, y nos emita más películas de Ray, por lo menos las de la trilogía Apu. La cita es los domingos, pasada la medianoche, cuando más buen cine yo he visto.