Cuando sólo nos separa algo más de un día de la octogésimo octava ceremonia de entrega de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, encaramos el tramo final de este muy prolongado repaso por la historia de los Oscars vistos desde la perspectiva de los que debieron ganar y no ganaron y lo hacemos, por primera vez, atendiendo al galardón a la Mejor Película de Habla No Inglesa, un premio que en 1990 tendría que haber sido para la espectacular puesta en escena que Jean-Paul Rappeneau llevó a cabo de la novela de Edmond Rostand.
El Cyrano interpretado por Gérard Depardieu se quedaba sin estatuilla en una edición en la que los lobos de Kevin Costner arrasaban llevándose por delante a los gángsters de Martin Scorsese y en la que la Academia se olvidaba por completo del cine negro de los Coen, o de las maravillosas músicas que ese año habían compuesto Danny Elfman para el cuento del joven con tijeras en las manos y Jerry Goldsmith para el viaje a Marte de Arnold Schwarzenegger.
1991-1995
1991 fue el año de los cinco Oscars de 'El silencio de los corderos' ('The Silence of the Lambs', Jonathan Demme). Con tantas opciones como tres de sus competidoras, el único filme de horror que se ha hecho acreedor del máximo galardón desbancaba así a 'Terminator 2: el día del juicio final' ('Terminator 2: Judgement Day', James Cameron), 'J.F.K (Caso abierto)' ('JFK', Oliver Stone) y al hito histórico en la historia de los premios que suponía la nominación de 'La bella y la bestia' ('Beauty and the Beast', Gary Wise y Kirk Trousdale).
La cinta de Disney, que sí se llevaba a casa los premios correspondientes a la música —los dos, banda sonora y canción— lo merecía, sin duda, mucho más que sus competidoras pero no así si las partituras que recordamos de aquél año son aquellas que la Academia olvidó y que incluyen los trabajos de James Horner para 'Rocketeer' ('The Rocketeer', Joe Johnston), el de Hans Zimmer para 'Llamadaras' ('Backdraft', Ron Howard) o el de John Williams para 'Hook' (id, Steven Spielberg).
Decía en el primer artículo de este especial que hemos dedicado a los Oscars de la "injusticia" que los personajes con taras físicas o mentales siempre han sido favoritos a llevarse la dorada efigie, y pocas pruebas son mejores que la victoria en 1992 del Al Pacino ciego de 'Esencia de mujer' ('Scent of a Woman', Taylor Hackford) sobre el William Munny de Clint Eastwood en 'Sin perdón' ('Unforgiven', Clint Eastwood).
Segundo western que se alzaba victorioso en un lapso de dos años, a 'Sin perdón' no se le reconocería, no obstante, las muchas fortalezas de su soberbio guión, prefiriendo la Academia distinguir a 'Juego de lágrimas' ('The Crying Game', Neil Jordan) y olvidándose, lamentablemente, de haber incluido entre las nominadas a tal categoría —y, de paso, a Mejor Película— a la puesta de largo de Quentin Tarantino en la gran pantalla.
En el apartado musical, que como veréis siempre da juego, Alan Menken volvía a subir al escenario para recoger el premio a la Mejor Banda Sonora en detrimento, no sólo de una de sus directas competidoras —la fascinante 'Instinto básico' ('Basic Instinct', Paul Verhoeven)—, sino de la terna formada por el 'Drácula de Bram Stoker' ('Dracula', Francis Ford Coppola) de Wojciech Kilar, el 'Un horizonte muy lejano' ('Far and Away', Ron Howard) de John Williams y 'El último mohicano' ('The Last of the Mohicans', Michael Mann) de Trevor Jones.
Williams se resarciría al año siguiente con su magistral trabajo para 'La lista de Schindler' ('Schindler's List', Steven Spielberg), el filme que por fin reconocía a Steven Spielberg como el inmenso cineasta que llevaba casi veinte años siendo. Y si bien la Academia se volcó con la historia del holocausto judío, se dejó por el camino transformar las nominaciones de Liam Neeson y Ralph Fiennes o, aún más grave, haber otorgado la oportunidad a Ben Kingsley de optar a un nuevo premio.
Porque el año que 'Belle epoque' (id, Fernando Trueba) supuso un nuevo hito para el cine español, los premios no estuvieron muy atinados en lo que a los intérpretes masculinos se refiere, pasando por alto las nominaciones haber incluido al Michael Douglas de 'Un día de furia' ('Falling Down', Joel Schumacher) y, en lo que a Actor de Reparto se refiere, prefiriendo a Tommy Lee Jones por su vehemente agente del FBI en 'El fugitivo' ('The Fugitive', Andrew Davis) sobre las más que merecidas aspiraciones de un joven Leonardo DiCaprio.
De acuerdo, 'Forrest Gump' (id, Robert Zemeckis) es, sin duda, la mejor película de su realizador, y sería imposible tachar de "injustos" todos los premios que acaparó en la ceremonia de 1995; pero cuando uno atiende a dos de las cintas que competían directamente con ella, comienza a pensar que quizás la Academia se equivocara, bien al no concederle el máximo galardón a 'Pulp Fiction' (id, Quentin Tarantino, 1994) —que hubo de conformarse con el de Guión Original— o a esa Obra Maestra que es 'Cadena perpetua' ('The Shawshank Redemption', Frank Darabont).
La espectacular traslación del relato de Stephen King, con siete nominaciones, se fue a casa sin ninguno de ellos, entrando a formar parte del nutrido grupo de producciones que fueron maltratadas por los premios cuando algunos a los que optaba —¿alguien ha dicho Guión Adaptado?— fueron a parar a otras manos.
Y hablando de manos que se meten donde no deben, ¿qué me decís de aquél horrible momento durante la entrega de los Oscars de 1995 cuando cierto cartero le levantó el galardón a James Horner? Aquella fatídica noche para la música de cine se completó con el inexplicable olvido de Mel Gibson en la categoría de Mejor Actor, de 'Seven' (id, David Fincher) ¡¡en cualquiera de las muchas disponibles!! o de 'Toy Story' (id, John Lasseter) en una opción a Mejor Película.
Una división que duró muy poco
Con Disney y/o Alan Menken acaparando las categorías musicales casi cada año desde 1989, la Academia decidió de cara a los premios de 1996 desdoblar, como ya hiciera antaño, los Oscars llamados a determinar al mejor compositor. Y así, durante la ceremonia del citado año, el músico que puso voz a una sirena y alma a una bestia pudo irse risueño a su casa con otra efigie bajo el brazo sin que ello supusiera que sus compañeros lo miraran con rencor.
Pero pronto se vio que el invento no servía para mucho. Primero, porque si hubo un trabajo de Menken que merecía el premio y no se lo llevó, ese fue 'El jorobado de Notre Dame' ('The Hunchback of Notre Dame', Gary Trousdale y Kirk Wise). Y después porque, a partir de la libre adaptación de la novela de Víctor Hugo, la calidad de las músicas de Disney comenzó a descender progresivamente, provocando que se pusiera en evidencia lo inútil de dos categorías para una misma profesión.
Así las cosas, la entrega de premios de 1999 sería la última que haría tal distinción, anulándose a partir de entonces un galardón que, en su corto período de existencia, incurrió en flagrantes y desproporcionados errores como ir a parar a 'Full Monty' ('The Full Monty', Peter Cattaneo, 1997) o anteponer 'Shakespeare enamorado' ('Shakespeare in Love', John Madden, 1998) a lo que Goldsmith y Zimmer compusieron para 'Mulan' (id, Tony Bancroft, Barry Cook, 1998) y 'El príncipe de Egipto' ('The Prince of Egypt', Brenda Chapman, Steve Hickner, Simon Wells).
1996-2001
Volcada en agasajar a un filme que a este redactor siempre le ha parecido de lo más anodino, que 'El paciente inglés' ('The English Patient', Anthony Minghella, 1996) arrasará en los Oscars supuso, de una parte, dejar sin oportunidades a 'Fargo' (id, Joel Coen) —creando una deuda que los hermanos Coen tardarían más de una década en poder cobrarse— y, de la otra, que se hiciera muy palpable el rechazo hacia el 'Hamlet' de Kenneth Branagh, que no llegaría ni siquiera a optar a las estatuillas a Mejor Película, Director o Actor.
Arrebatándole también a la grandiosa adaptación de la novela de Shakespeare el galardón de los que estaba nominado que todos dábamos por hecho —una banda sonora la de Patrick Doyle que le daba sopa con hondas al digno trabajo de Gabriel Yared—, la locura transitoria hacia 'El paciente inglés' se transformó en desbocado frenesí cuando, al año siguiente, 'Titanic' (id, James Cameron, 1997) se convirtió en la segunda película de la historia en ganar 11 Oscars.
Y si bien muchos de ellos eran más que merecidos, me vais a permitir que ponga en tela de juicio los que corresponden a Mejor Película, Director y Banda Sonora, tres estatuillas que deberían haber sido concedidas a la misma producción: 'L.A. Confidential' (id, Curtis Hanson). Pero en ese año en que también se olvidó a Russell Crowe, parece que pesó más la millonada de taquillaje y la muy evidente deuda con James Horner que otras disquisiciones.
Cuando a la Academia "le da por algo" es cuando, normalmente, los aficionados más nos inclinamos a criticar sus decisiones. En 1996 ese "algo" había sido 'El paciente inglés' y, dos años después, sería 'Shakespeare enamorado', un filme curioso que no le llegaba a la altura del betún a 'Salvar al soldado Ryan' ('Saving Private Ryan', Steven Spielberg, 1998) y que, aún así, le ganaba la carrera por el máximo galardón.
También lo hacía, de forma estridente, por un Guión Original que debería haberse "llevado de calle" la magistral 'El show de Truman' ('The Truman Show', Peter Weir, 1998), una cinta que incomprensiblemente no llegó a pelear por el galardón a la Mejor Película y que habría merecido mucho más que 'Aflicción' ('Affliction', Paul Schrader, 1998) el premio para Ed Harris como Mejor Actor de Reparto.
Volviendo de nuevo a ese apartado tan recurrente en esta serie de entradas que ha sido la música, los dos años que cerraron el s.XX y el primero que abrirá la nueva centuria, lo hicieron en dicho apartado con sonadas "injusticias" e injustificados olvidos. De entre los segundos cabrían destacar los dos asombrosos scores de aventuras que Jerry Goldsmith firmaba en 1999 para 'La momia' ('The Mummy', Stephen Sommers) y 'El guerrero número 13' ('The 13th Warrior', John McTiernan).
En las primeras, encontramos el premiar al Nicola Piovani de 'La vida es bella' ('La Vita e Bella', Roberto Begnini) por delante de John Williams o Hans Zimmer —su banda sonora para 'La delgada línea roja' ('The Thin Red Line', Terence Malick, 1998) debería haber ganado por derecho— o a Tan Dun de nuevo por delante del Zimmer de 'Gladiator' (id, Ridley Scott, 2000) o la Rachel Portman de 'Chocolat' (id, Lasse Hallstrom, 2000).
Por fin, el reconocimiento de la animación
Desde la nominación de 'La bella y la bestia', la relevancia que el cine de animación había ido adquiriendo año tras año había llegado hasta tal punto que la propia industria parecía reclamar de la Academia el reconocer de forma exclusiva a esta forma de hacer cine con un galardón propio que, en retrospectiva, hubiera hecho justicia a las dos primeras partes de 'Toy Story', a 'Tarzán' ('Tarzan', Gary Trousdale y Kirk Wise, 1999) o a 'El gigante de hierro' ('The Iron Giant', Brad Bird, 1999).
Y así fue como, en 2002, la institución no pudo resistirse más a la evidencia y creó el Oscar a la Mejor Película Animada, un premio que, en aquella primera edición, ya iba a hacer gala de la misma errónea mirada que muchas veces ha llevado a los miembros votantes a premiar éxito en taquilla por encima de calidad y, en el caso que nos ocupa, perdurabilidad en el tiempo.
Porque si algo ha acusado 'Shrek' (id, Andrew Adamson, Vicky Jenson, 2001) casi desde el momento de su estreno, es no haber sabido resistir ni ulteriores revisiones ni el paso de unos años que, por contra, no han hecho mella en la directa competidora que debería haberse llevado el Oscar a casa, la magnífica 'Monstruos S.A.' ('Monsters Inc.', Pete Docter, David Silverman y Lee Unkrich 2001).
Ahora bien, sería erróneo dejaros con la percepción de que, al igual que su "hermano mayor", el Oscar de animación pocas veces ha premiado a su justa merecedora cuando, por el contrario, sólo en las últimas tres ediciones se podría haber afinado más para poner a 'Rompe Ralph' (Wreck-It Ralph', Rich Moore, 2012), 'Ernest y Célestine' ('Ernest et Célestine', Stéphane Aubier, Vincent Patar, Benjamin Renner, 2013) y 'Cómo entrenar a tú dragón 2' ('How to Train Your Dragon 2', Dean DeBlois, 2013) por delante de las cintas que se alzaron con la estatuilla.
2001-2008
Otra vez un personaje con taras —en esta ocasión psíquicas— y otra vez los Oscars rindiéndose ante él en lugar de arriesgarse a premiar la inmensa originalidad de 'Moulin Rouge!' (id, Baz Luhrmann, 2001) o, el alarde de madurez que habría sido otorgárselo a la primera entrega de la trilogía que adaptará 'El señor de los anillos' de Tolkien. Pero no, en su lugar es Ron Howard y su 'Una mente maravillosa' ('A Beautiful Mind', 2001) los que se llevan el gato al agua en un año en el que hay notorias ausencias.
Ausencias como las de 'Memento' (id, Christopher Nolan) —que sólo recibe dos nominaciones que debiera haber ganado— y, sobre todo, 'Inteligencia artificial' ('A.I', Steven Spielberg), un maravilloso cuento de ciencia-ficción que vuelve a servir de muestra de la ceguera de los miembros de la Academia ante un género capaz de albergar títulos tan hermosos como el que el Rey Midas heredara de Kubrick.
Entre notables y alarmantes son los "descuidos" que llevaran a los premios de 2002 a no conceder a 'Camino a la perdición' tres nominaciones que pedía a gritos —Película, Director y Guión Adaptado—, aunque qué podíamos llegar a a esperar de una edición en la que 'Chicago' (id, Rob Marshall, 2002) se terminaría imponiendo a 'Las horas' ('The Hours', Stephen Daldry) y a la magistral 'El pianista' ('The Pianist', Roman Polanski) o en la que Chris Cooper ganaría la partida a Ed Harris o Paul Newman. Pues eso, poco o nada.
Año fundamental en la historia de los premios por cuanto a la Academia no le quedó más remedio que reconocer que 'El señor de los anillos: El retorno del rey' ('The Lord of the Rings: The Return of the King', Peter Jackson) era digna merecedora de los once Oscars a los que estaba nominada —muy pocas veces, por no decir ninguna, ha pasado ésto en los galardones—, 2003 vio no obstante como en favor de la fantasía en la Tierra Media, la obra maestra de Peter Weir quedaba relegada a un muy secundario plano.
Uno al que ni siquiera llegaría a acceder, en 2004, el Mel Gibson director que filmaba con asombro la más sobrecogedora versión que hayamos visto en la gran pantalla sobre los últimos días de Cristo. Ese mismo año, en el que Amenábar arrasaría con 'Mar adentro', un nuevo personaje minusválido con ceguera terminaba permitiendo que Jamie Foxx subiera en lugar de Clint Eastwood los pocos escalones que separan la platea del escenario del Kodak Theatre.
Y no, no me he olvidado de la música. Algo imposible si tenemos en cuenta que tanto en 2005 como en 2006 la Academia coronó a sendos mediocres trabajos de Gustavo Santaolalla por encima de sobresalientes trabajos de John Williams, Darío Marianelli o nuestro Javier Navarrete, olvidándose por el camino de prestar atención a los enérgicos scores que a lo largo del segundo de los citados años escribirán David Arnold con su primer 007, John Powell para la tercera entrega de los mutantes o James Newton Howard para 'Diamante de sangre' ('Blood Diamond', Edward Zwick).
También compartida entre esos veinticuatro meses será la suerte de idiosincrasia que no favorezca a la incómoda 'Buenas noches y buena suerte' ('Good Night and Good Luck', George Clooney, 2005) por encima de 'Crash' (id, Paul Haggis) o que prefiera a Martin Scorsese y sus 'Infiltrados' ('The Departed', 2006) —un filme grandioso, cuidado— en lugar de la elegancia, la belleza y la poesía que Eastwood destilará con 'Cartas desde Iwo Jima' ('Letters from Iwo Jima', 2006).
De 2006 habrá que destacar también que la enorme Raimunda de 'Volver' (id, Pedro Almodóvar) no consiga transformar su nominación en favor de Helen Mirren, que la fascinante y mágica 'El laberinto del fauno' ('Pan's Labyrinth', Guillermo del Toro) haga lo propio en Película de Habla No Inglesa cediéndole la vez a 'La vida de los otros' ('Das Leben der Anderen', Florian Henckel von Donnersmarck), o que los galardones dejen de lado a 'Hijos de los hombres' ('Children of Men', Alfonso Cuarón) y a 'La fuente de la vida' ('The Fountain', Darren Aronofski).
Unos olvidos a los que vendrán a sumarse los dos años siguiente los imperdonables de 'Zodiac' (id, David Fincher, 2007) —¿cuándo diantres reconocerán en su tierra el magistral talento de Fincher?—, del sorprendente y asombroso guión de 'El hombre de la Tierra' ('The Man from Earth', Richard Schenkman, 2007), de los fantásticos scores que Hans Zimmer escribirá para la tercera parte de las aventuras de Jack Sparrow o 'El caballero oscuro'('Dark Knight', 2008) y, por supuesto, de Christopher Nolan en calidad de director de la magistral segunda entrega de su Batman.
Y para cerrar la primera década del s.XXI, un año, el 2009, en el que las pocas "injusticias" que podríamos apuntar fueron moderadas por cuanto los ganadores lo merecían tanto como algunos de sus rivales, caso de la nueva oportunidad de David Fincher de alzarse con el premio al Director y a la Película que le fue arrebatado por 'Slumdog Millionaire' (id, Danny Boyle, 2009) y su realizador, o del score de 'Resistencia' ('Defiance', Edward Zwick) que también fue vencido por la cinta de Boyle.
Nominaciones a cascoporro
Recuperando una costumbre que había reinado durante las primeras ediciones de los premios —cuando podían haber hasta doce nominadas a Mejor Película—, el anunció en octubre de 2009 de que de cara a la siguiente edición se ampliaba el grupo de las cinco que todos habíamos conocido hasta diez candidatas fue recibido con estupor por mucho que quisiera ser defendido, en palabras del presidente de la Academia:
Tener 10 nominadas a Mejor Película permitirá a los votantes de la Academia el reconocer e incluir algunas de las fantásticas películas que normalmente suelen aparecer en otras categorías de los Oscar pero han resultado rechazadas en la carrera para el máximo galardón.
Muy "bonito" sobre el papel, lo que dicha decisión supondrá de cara a la ceremonia celebrada el 7 de marzo de 2010 es que, por completar la decena, comiencen a aparecer títulos entre las nominadas que, sinceramente, no lo merecen, no suponiendo ninguna diferencia para aquellas que están muy por encima en calidad y que son las que realmente compiten por la estatuilla.
Eso sí, que el Oscar en dicha edición no lo merecía 'En tierra hostil' ('The Hurt Locker', Kathryn Bigelow, 2009), es tan cierto como que eran 'Up' (id, Pete Docter) y 'Malditos bastardos' ('Inglorious Basterds', Quentin Tarantino) las que tenían que haber estado en la pugna final por hacerse con el máximo galardón, y que la cinta animada hubiera sido mucho mejor receptora del Oscar al Mejor Guión Original que el filme protagonizado por Jeremy Renner.
2010-2014
Con el número de candidatas multiplicado, 2010 será un año bastante completo en cuanto a decisiones de la Academia que, bajo mi punto de vista, fueron de todo menos acertadas. Empecemos por la Mejor Película, un premio que, junto al de Mejor Director fue a parar a la muy normalita 'El discurso del rey' ('The King's Speech', Tom Hooper, 2010) cuando entre las contrincantes figuraban producciones de la talla de 'Toy Story 3' (id, Lee Unkrich), 'La red social' ('The Social Network', David Fincher) o, por supuesto, la asombrosa 'Origen' ('Inception', Christopher Nolan).
A Nolan, como pasará de nuevo en 2014, volvía a negársele la posibilidad siquiera de estar entre los nominados, algo que ya parece una pesada broma por parte de la Academia cuando pocos cineastas podrían haber puesto en pie con su elegancia un guión tan complejo como el que también perdió el Oscar frente al de 'El discurso del rey'.
Por supuesto, la música no iba a ser ajena a lo variado de desaciertos de los premios, y al olvido de una más que merecedisíma nominación para James Newton Howard por 'Airbender, el último guerrero' ('The Last Airbender', M.Night Shyamalan) se unirían que el galardón a 'La red social' ponía la zancadilla a esa maravilla escrita por John Powell para 'Cómo entrenar a tu dragón' ('How to Train Your Dragon', Dean DeBlois y Chris Sanders).
No nos movemos de categoría para pasar por 2011 apuntando el despiste en la no nominación de la segunda entrega de las aventuras de cierto panda o la derrota de los scores del Tintín de Williams y el Hugo de Howard Shore frente a 'The Artist' (id, Michel Hazanavicius, 2011) y, en 2012, el que ni 'John Carter' (id, Andrew Stanton), ni 'El atlas de las nubes' ('Cloud Atlas', Tom Tykwer y los hermanos Wachowski) ni la tercera entrega de Batman contaran con reconocimiento hacia sus magníficas músicas.
Y así llegamos a las dos últimas y más recientes ediciones de los Oscar. La de 2013 protagonizada, ya por la desvergüenza de los miembros de la Academia al no tener los reaños suficientes para otorgar el máximo galardón a 'Gravity' (id, Alfonso Cuarón) cuando estaba a años luz de la ganadora, ya por dejarse "en el tintero" los más que necesarios reconocimientos a 'Prisioneros' ('Prisoners', Dennis Villeneuve), una cinta que le daba sopa con hondas a la mitad de las nominadas.
En lo que a la de 2014 respecta y sin poder interponer ninguna pega ante la elección del filme de Iñárritu como lo mejor del año, si que resultó lamentable atender al descarado rechazo que se le hizo a esa Obra Maestra llamada 'Interstellar' en las categorías principales o, por supuesto, el que 'La LEGO película' ('The LEGO Movie', Phil Lord, Christopher Miller) no llegara a formar parte de las aspirantes a la estatuilla a Mejor Película de Animación.
Cerramos aquí pues este extenso recorrido con el que nos hemos aproximado a unos premios que, insisto en la reflexión que hacía hace tres días, siempre tendrán la validez que uno quiera darle. En mi caso, y aunque haya podido parecer lo contrario a lo largo de las entradas, lo único válido para determinar si una película es "buena o no" es mi criterio y no los galardones que acumule. Son necesarios, nadie lo niega, pero revestirlos de una importancia suma es, a mi modo de ver, una sandez.
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