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'Lilith', de locos

Última película del gran director Robert Rossen, y que me faltaba por ver. Al mismo tiempo, probablemente sea su peor película, porque incomprensiblemente películas tan malas como ésta, hoy se hacen muchas, pero en aquella época, puede que el film de Rossen se lleve la palma como una de las películas más insoportables que se hayan hecho.

Vincent Bruce es un joven introvertido que acepta un trabajo en un psiquiátrico, donde conocerá a Lilith Arthur, una paciente interna, y mientras se enamora de ella, será conducido hasta las puertas de la mismísima locura.

El extenso y variponto reparto se pasea por el film con caras extrañas, tanto los que hacen de locos como los que hacen de cuerdos, en un intento, probablemente de juntar los dos mundos, de cordura y locura, cosa que no se consigue, pero es que ni lo más mínimo, y uno se queda estupefacto presenciando las bobaliconas interpretaciones que se dan en la película.

Warren Beatty es probable que nunca haya estado tan mal, aunque jamás ha sido un gran actor; además su personaje resulta de lo más tramposo, al estar mal enfocado y peor desarrollado. Jean Seberg, preciosa actriz, que hace de Lilith, está un poco más metida en el papel, aunque tampoco destaca especialmente. En papeles secundarios desfilan actores como Peter Fonda, como otro de los pacientes; Kim Hunter, Jessica Walter, y el grandísimo Gene Hackman, que hacía una de sus primeras apariciones cinematográficas, aunque evidentemente no da tiempo a disfrutar de su presencia, un pequeño foco de claridad en el absoluto caos que es esta película. Pero lo que más sorprendido deja, y por lo tanto decepciona más, es que viene firmada por Robert Rossen, un director que se carcterizó por hacer estupendos retratos psicológicos de los personajes que pueblan su cine, y aquí, cuando tendría que haberse lucido, lo que hace es estrellarse completamente, con una historia que no le interesa a nadie, y que hace aguas por todos lados.

Y es que en sus anteriores películas (véanse 'El Político' y 'Llegaron a Cordura', y cómo no, 'El Buscavidas') las motivaciones psicológicas de los personajes estaban en un segundo plano, por lo que acababan teniendo más fuerza, siendo aquí el tema central de la película. No ha sabido enfrentarse a ello, realizando un film verdaderamente pretencioso y falsamente romántico, dirigido torpemente, y logrando algo impensable: que el espectador esté ya aburrido en el primer tercio de película. Un film muy malo, con el que Rossen cerró, lamentablemente, su estupenda filmografía.

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