Comentábamos ayer que la odisea de los 33 mineros atrapados y rescatados en Chile estaba pidiendo a gritos ser adaptada al cine. El guión de esta posible película se ha escrito solo, pues, además de la gran historia comunitaria, en los aspectos personales existen ya tramas secundarias perfectamente vendibles: el minero al cual esperaban a la salida, no sólo su esposa, sino también su amante… la bebé que nació, hija de uno de los atrapados, durante los tres meses de incertidumbre… el adicto al alcohol y a las drogas que decide cambiar sus hábitos gracias a la mina… Seguro que todos los demás podrían contar historias igualmente ricas en dramatismo.
Sin embargo, que todo encaje de forma tan perfecta no significa que el material de partida sea más explotable —como si hablásemos de las vetas de la propia mina—: si la tremenda ‘El gran carnaval’ (‘The big Carnival’ o ‘Ace in the Hole’, 1951), de Billy Wilder, dirigía una crítica a la sociedad y, más concretamente a la prensa, por la morbosa explotación de una vida humana a punto de extinguirse; el caso que ha llenado los informativos estos días de atrás sería un ejemplo de lo contrario: la enorme cobertura mediática ha servido para que no se escatimasen esfuerzos a la hora de extraer con vida a la treintena de trabajadores víctimas del aciago accidente. El aspecto crítico habría que buscarlo en los responsables del derrumbamiento, que probablemente fue causado por la desidia, la negligencia y la tacañería empresarial de los gestores de la mina.
Un telefilm, una película chilena y una superproducción de Hollywood
Por el momento, se habla de tres adaptaciones. Una sería la tv-movie ‘Los 33 de San José’, que Antena 3 ya está rodando en exteriores desde hace diez días, junto a la colombiana Dynamo Factory. Otra llevaría por título ‘Los 33’ a secas y estaría escrita y dirigida por el chileno Rodrigo Ortúzar (‘Mujeres infieles’), que ya está investigando desde septiembre, con idea de estrenarla en 2012, y que declara que eligió este título porque es cabalístico, además de afirmar que los beneficios de la cinta irán para los hijos de los damnificados. La tercera sería una superproducción de Hollywood con Javier Bardem en el reparto. Los creadores de esta última, en este momento, se ocupan de entrevistar a las víctimas y de recabar información.
La historia, contada tal cual, parece mucho más un producto televisivo que material cinematográfico. Si lo comparamos con films sobre la supervivencia como ‘¡Viven!’ (‘Alive’, 1993) encontramos grandes diferencias. La de Frank Marshall no sólo presentaba el conflicto de decidir el modo de abandonar las montañas en busca de ayuda, que enfrentó a dos grupos escindidos entre los pasajeros; sino también en tremendo dilema moral de recurrir o no al canibalismo para permanecer con vida. En la historia recién acontecida, los elementos dramáticos son de menor envergadura.
¿Un final feliz?
A la historia le falta épica por un motivo: no ha habido bajas. Como demuestran algunas películas recientes en las que se buscan finales negativos de una forma tan forzada como antaño se provocaban los positivos, el público no se lo cree si todo acaba bien —en este caso está la realidad para confirmarlo, pero si se tratase de ficción, se consideraría inverosímil—. E incluso, si diese crédito de ello, la consciencia de que todo ha acabado bien, le haría pensar, retrospectivamente, que la situación no era tan dificultosa, que el mérito del rescate no ha sido tal.
Un ejemplo: en 1914, a bordo del Endurance, el explorador Sir Ernest Henry Shackleton lideró un viaje a la Antártida en el que todos sus hombres quedaron atrapados. Varios de ellos alzanzaron la isla Elefante, donde permanecieron meses sin otro alimento que los pingüinos que podían cazar. El capitán y otros dos marineros, a bordo de un bote ridículo, lograron lo imposible al llegar, de forma milagrosa, a una estación ballenera. Al cabo de un tiempo, aparecían en la isla para rescatar al resto de los supervivientes. Una aventura como ésta, que posee unos componentes de épica inmensos, se consideró menor y poco heroica debido a que ninguno había perecido. Los supervivientes de expediciones en las que sí había habido fallecidos, como las de Amundsen o Scott, parecían más héroes a ojos de los ciudadanos de a pie. Esta percepción, en cierto modo paradójica, funcionará de la misma manera hoy en día.
La desventura del Endurance se ha reflejado en la tv-movie ‘Shackleton’, protagonizada por Kenneth Branagh, y en varios documentales. Pero casi ninguna de estas traslaciones a la pantalla ha sabido reflejar la auténtica épica de la historia, que sólo se puede apreciar en otro formato: el musical, más concretamente en la canción homónima de Franco Battiato.
Concluyo diciendo que mi curiosidad es poca con respecto a estos films. Ya siento que los he visto. Me intriga únicamente comprobar si la película para cine sacrifica fidelidad para lograr mayor efectividad o si, al tratarse de algo tan reciente y que se ha vivido de manera tan completa e inmediata por el público del mundo entero, no osa alterar los hechos. De momento, hasta que no se den nombres de guionistas o directores, poca idea podemos hacernos sobre hacia dónde se enfocará el proyecto.
Vía | Times Live.