A veces, o siempre, lo que fastidia de los remakes es que se toquen películas que se consideran intocables, inmortales, únicas, grandes clásicos que tienen su lugar de honor en el Séptimo Arte, por una razón u otra.
Delmer Daves fue un gran director, que se especializó, sobre todo, en el género western, haciendo obras maestras como 'El Tren de las 3:10' o 'El Árbol del Ahorcado', dos películas inolvidables. La primera por su uso del suspense y una atmósfera extraña, rara vez vista en el género; y la segunda, por una gran historia con un Gary Cooper grande, y una canción de Marty Robbins, inmortal. Con justicia se la considera la mejor película de Daves.
Pero este director también nos regaló otra joyas en otros géneros, como 'La Senda Tenebrosa', en el cine negro; y 'Destino Tokyo', sin lugar adudas, la mejor película de submarinos que se haya hecho jamás. Al final de su carrera, en los años 60, Daves se especializó en melodramas, aunque con menos fortuna. Dirigió en varias ocasiones a Troy Donahue, un sex symbol de la época, en una serie de títulos que fueron enormes éxitos.
Pues bien. Ahora ese señor llamado James Mangold, que tendría que volver a nacer para ser la mitad de Daves, pretende realizar un remake de 'El Tren de las 3:10'. ¿A quién será capaz de escoger para hacer los papeles de Van Heflin y Glenn Ford? Sean quienes sean, lo tienen difícil, pues pocas veces dos antagonistas resultaron tan perfectos en una película.
No voy a negarle a Mangold su capacidad para meterse en todo tipo de producciones. Incluso hay un par de películas suyas que no me desagradan. Pero es un director totalmente superficial, que aunque tiene oficio, no dota a sus films de personalidad, de alma, de lo que diferencia a los grandes directores de los buenos, o los malos, o los muy malos, o los pésimos.
Vía | Comingsoon!
