Uno de los períodos mas aciagos de la historia del cine está directamente relacionado con el desafortunadamente conocido senador Joseph McCarthy. Fue el principal promotor de una implacable campaña contra el comunismo, en defensa de los valores americanos. Durante sus años de mandato, que van desde el 1947 al 1957, en plena Guerra Fría; se llevó a cabo una persecución a todo aquél que no demostrara lealtad absoluta al gobierno norteamericano.
A menudo sin pruebas y sin juicio previo, se vulneraron los derechos civiles de los que fueron acusados de simpatizar o pertenecer al Partido Comunista.
De este modo se pasó a denominar como mccarthismo todas aquellas medidas gubernamentales que coartan las libertades de los ciudadanos en favor de una supuesta seguridad nacional o preservación de unos valores determinados. También se llamó a esta época, caza de brujas, hecho que inspiró a Arthur Miller para escribir su famosa obra ‘Las brujas de Salem‘ (‘The crucible’) como alegoría de este episodio de la historia de Estados Unidos que puede recordar a la Inquisición. Estas denominaciones resultan de por sí, inquietantes.
La investigación de la infiltración comunista en la industria cinematográfica de Hollywood, que empezó el año 1947 por parte del Comité de Actividades Antiamericanas – HUAC, House of Un-american Activities Committee –, provocó la anulación de las carreras de muchos profesionales de Hollywood en los años 50; al colocarlos en las llamadas listas negras. Escritores, actores y directores fueron acorralados y silenciados. También películas que pretendían reflejar la problemática o simplemente aludían o cuestionaban ideas concretas, fueron suprimidas o alteradas. Uno de los géneros más afectados fue el del cine negro.
En Hollywood, los films siempre habían sido supervisados de diferentes formas, pero el Comité de Actividades Antiamericanas se involucró directamente en su regulación para encontrar cualquier rastro de comunismo. Las investigaciones, sin embargo, se dirigieron en muchos ámbitos pero ninguno despertó más atención que los famosos juicios de Hollywood. Se creó un impacto mediático considerable al llamar a testificar celebridades del mundo del cine, para así conseguir una mayor concienciación de la sociedad del momento. El séptimo arte fue tachado de herramienta propagandística, sobre todo un sector de la industria que se había adherido al comunismo durante los años de la Depresión.
Estos juicios tuvieron tres objetivos muy claros. El primero, probar que el Sindicato de Guionistas era un hervidero comunista. El segundo, evidenciar que estos escritores insertaban propaganda antipatriótica en sus films y, por último, eliminar todas aquellas películas prosoviéticas que habían sido sancionadas por el presidente Franklin D. Roosevelt durante la guerra. En la práctica, ninguna de estas afirmaciones fueron usadas en los juicios y, sin ningún tipo de evidencia, muchos talentos se vieron forzados a abandonar Hollywood.
En septiembre de 1947 empezaron las primeras audiencias de los juicios por la infiltración comunista en la industria del cine. Los primeros en testificar fueron los denominados testimonios amistosos, pues aportaron mucha publicidad y accedieron a contestar las preguntas sin ningún tipo de objeción. Estos fueron: Jack Warner y Louis B. Mayer – como representantes de los estudios cinematográficos –, Ronald Reagan – jefe del Sindicato de Actores –, Robert Montgomery, Lela Rogers – madre de Ginger Rogers –, Walt Disney, Adolphe Menjou, Gary Cooper y Robert Taylor. Muchos de ellos leyeron respuestas preparadas, todo un montaje para un proceso lleno de irregularidades.
Otros testimonios posteriores se negaron a responder las preguntas del tribunal y fueron declarados enemigos del estado. Dentro de estas personalidades de izquierdas fueron diez los más afectados, cuyas carreras quedaron dañadas y que fueron presa mediática. Pasaron a ser conocidos como los diez de Hollywood, entre los que se encontraban un director, Edward Dmytryk y nueve guionistas: Alvah Bessie, Herbert Biberman, Lester Cole, Ring Lardner Jr., John Howard Lawson, Albert Maltz, Samuel Ornitz, Adrian Scott y Dalton Trumbo. Todos ellos autores de un buen número de películas de enorme calidad, como por ejemplo:
· ‘El motín del Caine‘ (‘The Caine mutiny’, Edward Dmytryk, 1954).
· ‘Objetivo: Birmania‘ (‘Objective, Burma!’, Raoul Walsh, 1945).
· ‘Huracán‘ (‘When tomorrow comes’, John M. Stahl, 1939).
· ‘Muro de tinieblas‘ (‘High wall’, Curtis Berndhart, 1947).
· ‘Laura‘ (id, Otto Preminger, 1944).
· ‘Sahara‘ (id, Zoltan Korda, 1943).
· ‘Flecha rota‘ (‘Broken arrow’, Delmer Daves, 1950).
· ‘Imitación a la vida‘ (‘Imitation of life’, John M. Stahl, 1934).
· ‘Mr. Lucky‘ (id, H. C. Potter, 1943).
· ‘Espartaco‘ (‘Spartacus’, Stanley Kubrick, 1960).
Una de las pocas armas con las que contaron los diez de Hollywood fue que se acogieron a la popular quinta enmienda de la Constitución de Estados Unidos. Su aplicación garantizaba la protección contra la auto-incriminación forzada. También se usó la primera enmienda, que aseguraba la libertad de asociación y de expresión. Estas enmiendas convencieron a la opinión pública que los juicios del Comité suponían una amenaza para las libertades fundamentales que les otorgaba la Constitución, a pesar del imperante odio al comunismo. Paralelamente, se creó el Comité de la primera enmienda – CFA, Committee for the First Amendment – para contrarrestar aquello que concebían como ataques indiscriminados a Hollywood y a sus integrantes. De los cincuenta miembros, los más destacados fueron: Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Henry Fonda, Gene Kelly, John Garfield, Edward G. Robinson, Judy Garland, Katharine Hepburn, Ira Gershwin, William Wyler, Sterling Hayden, Groucho Marx o Frank Sinatra, entre muchos otros.
Este grupo lideró una marcha hacia Washington en 1947 para protestar contra las vistas de los juicios contra la industria cinematográfica. También intentaron proteger a los diez de Hollywood, pero fracasaron en su esfuerzo por protestar contra la violación de derechos constitucionales. Las discrepancias entre sus integrantes y algunos de los testimonios causaron la posterior desintegración del grupo. Se desacreditó públicamente a todos aquéllos que formaron parte y muchos tuvieron que trabajar arduamente para salvar su reputación.
En Hollywood, empezó la segunda oleada de audiencias a los juicios. Una lista con más de 300 personas fue elaborada, mostrando empleados de la industria del cine, presentes y pasados, que eran o habían sido comunistas y militantes. Los que tenían trabajo fueron inmediatamente despedidos, algunos ni siquiera sabían que estaban en la lista hasta que acudían al estudio y eran echados. Un ejemplo de estos hechos fue el actor de izquierdas Sam Jaffe, que se se negó a colaborar con la HUAC. Con una trayectoria que comprendía grandes films como ‘Gunga Din‘ (id, George Stevens, 1939) o ‘La jungla de asfalto‘ (‘The asphalt jungle’, John Huston, 1950), vio su carrera interrumpida durante los años de persecución comunista.
Esta postura de no cooperación no fue seguida por todos y fueron algunos los profesionales que testificaron abiertamente sobre su vinculación o sobre la de otros. Es especialmente notable el caso de Elia Kazan, conocido por su película ‘La ley del silencio‘ (‘On the waterfront’, Elia Kazan, 1954) en la que el tema se centraba en la infiltración del gangsterismo en el sindicato obrero. Este director dio varios nombres al Comité, acción que es todavía recordada por muchos sectores de Hollywood. No en vano, el año 1998, en el que recibió un Oscar honorífico, fueron muchas las personalidades como Ed Harris, las que se negaron a aplaudirlo por considerarlo un delator durante este período.
Las consecuencias de estas listas negras fueron devastadoras para el cine. Muchos abandonaron el país y se instalaron en México, o bien, en el caso de escritores y guionistas, usaron seudónimos u otras personas que vendían los guiones como propios. El reconocimiento, por tanto, quedaba relegado. En el caso de Dalton Trumbo, ganó dos Oscar, uno por ‘Vacaciones en Roma‘ (‘Roman holiday’, William Wyler, 1953) y otro por ‘El Bravo‘ (‘The Brave one’, Irving Rapper, 1956) pero en secreto y respaldado por seudónimos, circunstancias que evidenciaban la situación que vivían los que se encontraban en las listas. Los actores, sin embargo, no tenían esta opción. Muchos se marcharon a Broadway y, en otros casos, abandonaron la profesión. A los problemas económicos y profesionales, se añadieron los psicológicos. Crisis nerviosas, transtornos de ansiedad o suicidios, en el peor de los casos. Las muertes de actores como el gran John Garfield, famoso por ‘El cartero siempre llama dos veces‘ (‘The postman always rings twice’, Tay Garnett, 1946), se atribuyen a la presión sufrida por el acoso de la HUAC.
Los estudios, en consecuencia, se volvieron muy cautelosos con las películas que se distribuían. Géneros como el cine negro vieron como cada vez se producían menos y menos films. Los géneros se mezclaban, las ideas se camuflaban; todo en un intento de seguir con la profesión sin despertar sospechas. Especialmente destacable es la historia de la cinta ‘Solo ante el peligro‘ (‘High noon’, Fred Zinneman, 1950), en la que su guionista Carl Foreman se vio obligado a presentarse ante la HUAC y al negarse a testificar, pasó de inmediato a las listas negras. El argumento de esta película alude específicamente a la situación que vivió. Sufrió grandes críticas por un sector de Hollywood que comprendió claramente el paralelismo entre el sheriff interpretado por Gary Cooper y el propio guionista.
Con el paso del tiempo, han sido varias películas las que han hecho referencia a esta oscura época del cine, ya de forma más abierta. Algunos de los ejemplos más conocidos son los films ‘La tapadera‘ (‘The front’, Martin Ritt, 1976) con Woody Allen como protagonista y ‘Buenas noches y buena suerte.‘ (‘Good night and good luck.’, George Clooney, 2005). En ellas se sitúa la acción en la época de la caza de brujas.
Algunos de los nombres más célebres de los profesionales involucrados con el cine, que se vieron afectados por las listas negras y que fueron perseguidos, son: Elmer Bernstein, James M. Cain, Lee J. Cobb, Charlie Chaplin, Edward Dmytryck, Carl Foreman, John Garfield, Dashiel Hammett, Lena Horne, Sam Jaffe, Garson Kanin, Judy Holliday, Burgess Meredith, Arthur Miller, Ayn Rand, Martin Ritt, Edward G. Robinson, Robert Rossen o Dalton Trumbo.
Gracias a mi fascinación por el cine negro, descubrí esta incierta etapa de la historia del cine. Ser consciente cómo la Guerra Fría, el terror al comunismo y la manipulación del gobierno de Estados Unidos tuvieron tanto impacto en Hollywood; aumentan el valor del no siempre fácil trabajo de la industria del cine. Resulta evidente pues la trascendencia del cine, por su contenido y por el impacto en el público. Un recuerdo especial para todas aquellas películas y profesionales que desarrollaron su labor durante esta época y para que sirva de acicate para ver algunos de los films que marcaron esta etapa. Cuidado con los nombres que mencionáis a partir de ahora…
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