Cuando se estrenó Die Hard, Bruce Willis era más conocido por sus papeles en comedias como "Cita a ciegas" o por la serie "Luz de luna", comedia romántica de gran audiencia. De ahí que el primer éxito de acción para Willis llevase como complemento esencial buenas dosis de humor, que contagian a todo el film, incluidos a los propios personajes "malvados".
El personaje de John McClane está, pués, dibujado a su molde. Y se le nota que está muy cómodo con él: un policía de Nueva York, con problemas conyugales, dos hijos, enamorado de su mujer y con ánimo de arreglarlo. Pero que, como en su matrimonio, se mete en un lio trás otro y que siempre está en el sitio donde se producen todos los follones. No era un argumento nuevo, pero sí la forma de afrontarlo y el ritmo conseguido (John McTiernan tuvo mucha culpa de ello).
La fórmula funcionó y se intentó repetir en 1990 "Die Hard 2: Die Harder" (donde ya el título de Jungla de Cristal español empezaba a pasar factura) y en 1995 "Die Hard with a vengeance" (volvía a dirigir McTiernan).
El caso es que, diez años después de la última, empieza a sonar con algo más de fuerza la posibilidad de que para el 2006 tengamos cuarta entrega que llevaría por título Die Hard 4: Die Hardest (habrá que ver cómo se la arreglan en castellano). Willis parece ser todavía prudente, pero cuando una productora como la Fox está interesada, un director como John McTiernan dispuesto a repetir, y hay un guión que gusta, todo es ponerse manos a la obra.
De todas formas, y por si acaso, Bruce Willis tiene bien repleta su agenda hasta entonces.