Hola, muchachotes, la vida es tan maravillosa, está tan llena de buenas noticias, de pasión, de locura. La competición que convierte al cinéfilo en un sujeto-cercano-al-hombre-de-la-quiniela-con-ceño-fruncido-y-un-hincha-de-la-gran-pantalla son los Oscar que, lo sabemos, no sirven para nada, carecen de la fuerza industrial de un Sundance, de la potencia de proyección internacional y prestigiosa de Cannes, o incluso de la condición de descubridora de títulos de culto de un Fantastic Fest o Sitges, ni siquiera tiene mucho que ver con un evento-para-generar-hypes como el renovado Toronto. Pero los Oscar es Hollywood lamiéndose: y todos con ellos, claro. Así que ahí voy, mis queridos lectores, con cinco cosas que no entiendo de estos Oscar.
1. ¿Nada para Clint Eastwood?
Aunque todavía no la he visto, y no me faltan ganas de hacerlo para ser vaquero en esta tierra de eastwoodófilos, la sola presencia de ‘J. Edgar’ (id, 2011), una película contemporánea ahora que nuestro país ha incluido la corrupción en cultura y deportes, me genera unas simpatías muy extremas. Y un DiCaprio en modo-todoterreno y un retrato oscuro de un hombre que era todo poder, secretos íntimos y malas decisiones y un guionista como Dustin Lance Black, premiado anteriormente. ¿Vamos a irnos de vacío?
2. El gato con botas ¿EN SERIO?
Decidme, y hacedlo con prosa que no sea de alquitrán, que la última película de DreamWorks SKG supera a la entrada más floja del canon de Pixar, esa película de coches y ecologismo y simpatía europea, y os creeré, pero es que la decisión de apartar la Pixarada padre se me antoja a un momento de descanso por parte de una Academia que ya parece haber decidido que ‘Brave’ (id, 2012) será previsible vencedora….
3. ¿Nada para Drive?
Buenas tardes, queridos Oscar. Me encanta que estéis al día, pero la sensación Windign Refn me parece mucho más importante que Woody Allen, que ejecuta un trabajo a duras penas turístico y rutinario con la encantadora ‘Medianoche en París’ (Midnight in Paris, 2011). Parece divertido devolver a Allen a una competición con Scorsese o Malick o Payne, pero no procede: la dirección de Windign Refn ha sido la más obviamente perfecta dentro del sistema. Me haré el mudito respecto a las invenciones de los hermanos Weinstein.
4. Racanería iraní.
Bien está que Nader y Simin: Una separación (2011) se ha colado en mejor guión original, dice mucho del admirable buen gusto de los chicos de la Academia, PERO la película podría estar en mejor película sobradamente, sin ese pesado extranjero que suena a trámite y más aún cuando han expandido las nominaciones. ¿En serio el calado moral y la complejidad psicológica de esta cinta tienen menos peso que el relato de “ay, mi caballo, donde esté mi caballo” de ese cineasta en perpetua huida hacia adelante de su falo?
5. Saltarse las reglas, esa quimera.
Ignorando el hecho de que ame ver nominado a Pitt por ‘Moneyball: rompiendo las reglas’ (Moneyball, 2011), justamente escogido por su carisma actoral de estrella del viejo estilo, la Academia ha cumplido a rajatabla lo que esperábamos de ella: interpretaciones-mímesis, revelación, actor latino-ya-consagrado-en-mercado internacional…¿Para cuándo un poco de transgresión? ¿Qué tal el estólido Ryan Gosling por su interpretación cuasi-paródica en ‘Drive? ¿Y Michael Fassbender? ¿Por qué le han ignorado tan salvajemente? No lo entiendo.
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