Con una buena dosis de hype previo, se acaba de estrenar el piloto de la serie ‘American Gods’, la adaptación a la pantalla de la novela homónima de Neil Gailman, una pieza de literatura de culto de nuevo milenio que tiene gran cantidad de seguidores. ¿Será suficiente esa base para mantener una propuesta decididamente marciana en antena? Por lo pronto, la expectación viene acompañada de buenas críticas y alabanzas.
Para comprobar si el primer episodio realmente está a la altura, desgranamos la experiencia en algunos pilares sobre la que esta se sostiene. ¿Es realmente para tanto? Y sobre todo, ¿Gustará a las personas que no han leído el libro? Desde la posición de ser completamente ajeno al texto de Gaiman, me dedico a comentar lo que se puede concluir sobre la serie a partir de su arranque. Antes de verla, debes de tener en cuenta los siguientes puntos.
Es lo nuevo de Bryan Fuller, y eso es bueno
En ‘Hannibal’, Fuller demostró ser un maestro del exceso, de lo amoral y lo sublime. La tercera temporada de la serie basada en las novelas de Thomas Harris eran puro delirio sensorial, diferente a todo lo que había en televisión hasta ese momento. Por lo pronto, en el aspecto visual, como veremos, el showrunner no decepciona.
Violencia y gore
Uno de los puntos que seguramente más dará que hablar de la serie es su manera explosiva de presentar la violencia. Los momentos, más bien al principio y final del episodio, son piezas que rayan la performance, el videoarte con sangre a cámara lenta y cuerpos, literalmente, reventando con todo detalle.
Polémica y transgresión
El tono, decididamente, no es para todos los gustos. Su profusión de elementos sexuales, desnudos incómodos y situaciones tuerceculos no dejarán a nadie indiferente. Probablemente, la escena más destacada del piloto es la presentación de la diosa Bilquis. Muy probablemente será el tono a seguir. Un poco de irreverencia está bien, pero a veces se percibe algo forzada y gratuita.
Los personajes
Aún es pronto para conocer a todos, pero de primeras, el protagonista, si bien el actor no lo hace mal, queda un poco falto de carisma. Quizá todo el sobrecogedor envoltorio no le haya dejado respirar aún pero, digámoslo ya, es algo soso. Puede que lidiar con receptores de atención como Ian McShane y George Mendez no sea justo, pero no está en su división.
Ideas bajo la superficie
Aún no hay nada demasiado claro, pero bajo la cubierta de la serie parece que aparece el alma de la inmigración en América. Desde los vikingos naufragados, los esclavos africanos y la base irlandesa del siglo XX, el tema conectivo se deja intuir. No sabemos hasta qué punto se hará un lienzo de éxito con ello, pero en los Estados Unidos de Trump, no podía haber un timing más adecuado.
Banda sonora
Las canciones elegidas dan una dimensión acorde con el concepto general y la estética, pero el apartado de la música original no solo no es reseñable sino que, incluso resulta algo anacrónico. Los momentos de banda de jazz, con ese sonido de bajo de relleno de serie de otra categoría sacan un poco de la impresión cinematográfica del conjunto. Y ese saxo…
Concepción visual como manifiesto
Los que hayan visto ‘Hannibal’ y estén familiarizados con lo que es capaz de hacer David Slade no les cogerá por sorpresa lo que ofrece en ‘American Gods’. Estilismo cuidado al extremo, desde el tratamiento de la lente y fotografía al diseño de color y dirección de arte. Un festín para los ojos que enriquece una propuesta presumiblemente literaria.
La narrativa y el ritmo arduo
La atención por lo visual tiene un pero, y es que para ser una presentación, pese a lo fascinante de la propuesta, da la impresión de que avanza a trompicones. Las presentaciones suelen ser elementos de desconexión de la línea principal, con lo que es de esperar que un piloto se tome su tiempo. Está por ver si una vez aparezcan más piezas a encajar el lastre pese menos.
El mundo onírico
‘American Gods’ es una serie extraña que quiere ser extraña y eso puede ser muy bueno, especialmente cuando se suelta a sus alucinaciones y juega con la realidad y los sueños. El tejido de las pesadillas es el combustible del delirio de su imaginería y los bosques oscuros, los búfalos de ojos ardientes y otras delicias dotan la trama de una imaginería exquisita.
Confusión
Hayas leído o no el libro, el piloto es una ensalada de cuerdas sin atar e hilos esparcidos sin hojuela ni alfiler. No por las secuencias oníricas, que como apuntamos, son lo mejor, sino por el desfile de personajes, la falta de una trama general y un arco al que atenerse. En ese aspecto no puede decirse que sea un piloto eficiente. Y dicho esto surge otra pregunta.
No he leído el libro, ¿De qué va esto?
Para el neófito, está claro que hay misterios, secretos y, más o menos, podemos inferir que la cosa, llamándose ‘American Gods’, va de dioses, o al menos señores normales que parecen o dicen ser dioses. Los que se han leído el texto saben que la cosa va de dioses viejos contra dioses nuevos pero lo único que nos deja claro el piloto es que el protagonista está tan perdido como nosotros.
Por lo pronto, los fans de la novela están contentos y afirman que es tremendamente fiel al texto. Veremos si los próximos capítulos logran arrojar la luz necesaria para que la historia avance con un ritmo que no desmerezca su tremendo poderío visual.
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