1. Lo cómodo que se está en casa, pues las mejores salas de la capital, por ejemplo, que pueden ser las de Kinépolis o los cines Golem, son una excepción. Además, en Kinépolis Madrid, de 25 salas, ni una sola, ni una, cuenta con películas proyectadas en su versión original, con lo que también quedan descartadas en el caso de no ser españolas. Teniendo en cuenta que, de las 25 o 30 películas interesantes que podemos ver cada año, una o ninguna son españolas, eso lo reduce todo a un solo cine en Madrid. Tiemblo al pensar cómo serán los cines de fuera de la capital, aunque alguno conozco, y da pena.
La mayoría de los cines no son cómodos, hace demasiado frío o demasiado calor, la sala es demasiado pequeña, el sonido está demasiado alto (en casi todas…), y los empleados no tienen la menor idea de qué les hablas cuando les comentas que la imagen está desenfocada (esto me ha pasado, lector, en por lo menos tres ocasiones, y el encargado de turno no distinguía foco de colorimetría…), aunque están más que dispuestos a señalarte (sin moverse, como hacían antes), el lugar donde tienes que sentarte en la oscuridad. No vayan a herniarse con la linterna…Aunque está claro, al menos para mí, que una vez empezada la película nadie debería poder entrar en la sala.
2. Lo pelma que es el espectador medio español, con su cubo de coca-cola, su saco de palomitas interminables (que él se preocupará muy mucho de masticar con la boca abierta, haciendo un ruido de la virgen…), su abrigo que procurará quitarse una vez sentado y comenzado el pase de la película, con lo cual nos tapará a todos parte de la imagen (mucho mejor que cuando no hace falta llevar abrigos, que es cuando sospecharemos que somos los únicos en toda la sala con una ducha en casa… ejem). Eso por no nombrar a aquellos sujetos que creen que están en el salón de su casa, y comentan en voz alta, a los acaparadores de reposabrazos, a los asiduos al móvil, a las tosecitas (que son como una ola imparable: empieza uno, y le siguen dos docenas…), a los de cráneo generoso y cabello abundante que impiden una visión correcta, y sobre todo a los que llegan tarde y tenemos que sufrirles cuando nosotros hemos llegado a nuestra hora, lo que entronca con el final de la primera razón…
3. Lo caro que está el cine, sobre todo teniendo en cuenta los sueldos españoles. Casi 8 € en algunas salas no justifica, ni por asomo, las dos primeras razones de este artículo, más aún si consideramos que por ese precio podemos tener nuestra película tan tranquilamente en casa. También es cierto, como apuntábamos recientemente, que los DVD en España están bastante caros, teniendo en cuenta la bazofia que se suele distribuir (y además distribuir tarde) en España. Pero si no somos perezosos no hace falta ir a El Corte Inglés a que nos timen, pues disponemos de muchas tiendas donde encontrar joyas muy baratas, o el mismo Amazon.
4. Los estupendos sistemas de visualización disponibles, que si bien, como es lógico, no pueden reemplazar jamás a una gran pantalla de cine, sí que pueden hacerlo con muchas cutre-salas, que ponen muchas pantallas bien pequeñas, con copias demenciales en sonido e imagen. Así no existe la posiblidad de que nadie moleste, o de que la sala (que ahora es tu estupendo salón, con tu estupendo sofá) sea incómoda o demasiado fría o demasiado caliente, y tú pones el sonido tan alto como quieres, y puedes beberte cuantas cervezas quieras. No creo que haga falta seguir.
5. Seamos realistas, pero los videojuegos son más interesantes que las películas de Hollywood, muchas veces. ¿A quién le preocupan las películas a 8 €, los DVDs carísimos (ediciones especiales a 20 €), cuando podemos tener una estupenda PS3 por la moderada cifra de 300 €, y las novedades de los juegos por la nimia cifra de 60-70 € cada uno? Ninguna película puede superar otra estupenda muerte por cuchillo, ni sus gráficos por CGI ser capaces de alucinarnos tanto como los de un juego que ha costado tropecientos millones y que han comprado sesenta millones de adolescentes en la primera semana. Y si el cine ha perdido esa capacidad exclusiva de hacer alucinar a los chavales en lo externamente visual…¿para qué sirve ya ir a una sala?
Aunque supongo que cada lector, tendrá sus propias razones. Quién sabe, igual coincidimos en alguna…