5 razones para no dejar de ir al cine


Tras leer el post de mi compañero Adrián sobre 5 razones para no ir más al cine, no pude evitar pensar que también hay muchas otras razones de peso para no dejar de ir al cine. Así que como alternativa opuesta, que no enfrentada, me he decidido a describir algunos de los motivos por los que, a pesar de todo lo descrito por él, sigo pensando que acudir al cine sigue mereciendo la pena.

Se puede ser rebuscado pero en esta ocasión he apelado al sentimiento, a las sensaciones y a la experiencia que el cine me ha ofrecido durante tantos años. Y de ellas extraigo mis 5 razones para no dejar (nunca) de ir al cine.

1. El cine es magia

Se puede ver fríamente y quizás contradecir este primer punto, pero resulta complicado no sentir esa magia que transmite el cine en una sala, con una pantalla enorme y ese sonido que desde que arranca las fanfarrias y se apagan las luces nos invade. Lo sentía como un momento mágico cuando era niño, pero no puedo evitar sentir la misma emoción cuando vas a ver alguna película esperada y el ambiente, la compañía y la sala se alinean armónicamente para convertir una proyección cinematográfica en un momento mágico.

Y si alguno ha perdido ese sentimiento, se puede acercar a una exhibición de cine infantil y mirar las caras de los más pequeños para comprobar que la magia a ellos les invade. En definitiva, el cine es magia y en casa, en TV o en el ordenador no es lo mismo por muchas pulgadas, píxeles de resolución o sofisticados sistemas vayan existiendo.

2. Ver una película en el cine es inimitable

Lógicamente tiene relación con el punto anterior. Y por mucho que nos equipemos con una gran televisión FullHD y un buen reproductor doméstico, no es comparable a vivir una experiencia en una sala de cine. Por supuesto, todos podemos tener muchos ejemplos para contradecirlo y para olvidar determinada película por determinadas circunstancias. Pero el cine en una buena sala, con buenas butacas, buen sonido y una pantalla y sistema de proyección (con proyeccionista entusiasta y profesional) es inimitable.

En ocasiones ver una película cine y volver a verla en DVD en casa son experiencias muy distintas para una misma película. Nos puede molestar el resto de espectadores, las palomitas e incluso la sustitución de buenos tráileres por anuncios publicitarios manidos, pero con todo, el cine sigue siendo la mejor forma de ver una película.

3. Los comentarios post film

Si uno va acompañado, esas charlas desde que se sale de la sala y, si hay posibilidad, de alargarla en una tertulia improvisada con amigos, es altamente gratificante. Discutir tal o cual fallo, comentar esa escena brillante o confrontar visiones distintas sobre el desenlace de una película se puede lograr tras verla en casa, pero incomparable si es al salir del cine. Parece que es más fácil llevarse en la retina algunas imágenes grabadas de una gran película y defenderlas “en caliente” con comentarios en una conversación post film si se ha visto en una sala de cine, que si se ha visto en televisión.

Además, ayuda a fomentar ese lado cinéfilo que tenemos todos los que vamos al cine, a hacer nuestra crítica personal o simplemente a defender/atacar a los actores/actrices en plan cotilleo. Eso también nos sirve para socializar nuestro más personal gusto cinematográfico, que suele vivir agazapado en un oscuro rincón de nuestro interior y que a veces cuesta mostrar por miedo a llevar la contraria.

4. Sales de casa

En esta era de Internet, de videoconsolas, de televisión en alta definición y múltiples opciones al alcance de nuestros dedos, nos convertimos en seres poco sociables (aunque tengamos 500 amigos en Facebook). Salir al cine, quedar con amigos, amigas, parejas, padres, abuelos o hijos, resulta una experiencia social gratificante. Elegir la película, o dejarse aconsejar, o negociar hoy eliges tú y yo la próxima, son esenciales para abrirnos al mundo y conocer que hay vida más allá de nuestro ordenador, nuestra televisión o nuestra videoconsola. Mover el culo no viene mal de vez en cuando. Aunque al final acabemos sentados en otra cómoda butaca que siempre nos parecerá menos cómoda que nuestro sofá favorito.

5. ¿El cine es caro?

Si, el cine es caro. Ver una gran película en buena compañía, dejarse llevar por la magia, tener una tertulia posterior con los amigos, recordar algunas escenas para toda tu vida y hacerlo en un cine repleto de cinéfilos entusiastas que aplauden con fuerza hasta el último segundo de los créditos: no. Eso no tiene precio. O al menos, pagar 6, 7, ó 10 euros por una entrada no es mucho.

Claro que siempre argumentamos que los precios de las entradas, más las palomitas, el refresco, etc. para tragarse un bodrio hollywoodiense es un exceso. Pero, para aquello que realmente nos gusta, nos entusiasma y nos llena por completo, aunque caro siempre hacemos todo lo posible por lograrlo. Ir al cine, merece la pena. Aunque a veces haya que ser selectivo con las películas que uno va a pagar por verlas. Pero siempre preferiré ver una mala película pagando a una mala comida o una tarde de aburrimiento o solitaria confinado entre cuatro paredes.

Adelante, podéis disparar al nostálgico. Está mágicamente inmunizado.

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