Si ha habido alguien que ha salido reforzado sin lugar a dudas de la celebración de estos dos debates electorales, ese ha sido Manuel Campo Vidal y su Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión. Tras diez años de vida, esta organización ha afrontado su mayor reto y ha superado con solvencia esta oportunidad/encerrona en la que se había metido. Y es que, a pesar de haber dispuesto de muy poco tiempo para su organización (su presidente pidió a los políticos que la próxima vez, si fuera posible, avisaran con un poco más de antelación), se puede decir con perspectiva que los debates electorales han sido televisivamente un éxito.
La retransmisión sólo ha tenido pequeños fallos, algunos de los cuales (el cronómetro que hacía que los candidatos desviaran la vista cada dos por tres) se solventaron en el segundo debate. No creo, por otro lado, que nadie pueda poner en duda la imparcialidad de la realización o de los moderadores, ambos muy correctos en los dos eventos.Trece millones de espectadores en el primer debate y doce en el segundo, unidos a la incorporación de alguna televisión más en la retransmisión del segundo evento, certifican el éxito de esta producción. Con esto la Academia se posiciona como un referente y demuestra que no sólo están para dar unos premios anuales. Pone además en evidencia a alguna cadena que se incorpora y autoexcluye periódicamente. Será difícil que en futuras elecciones, al plantearse la posibilidad de celebrar debates, no se busque en primer lugar la solución de la Academia, que se ha demostrado, además de efectiva, como la más justa y democrática.
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