Sebastián Álvaro parte para su último Al filo de lo imposible

Si hay un programa que haya sabido sobrevivir 25 años sin caer en calidad, afrontando nuevos retos y siendo a la vez deporte, divulgación y entretenimiento, ése es Al filo de lo imposible. Hoy, Sebastián Álvaro, su director desde el principio de la andadura del programa, partía hacía la última expedición en la que participará, en la que el programa acompañará a Edurne Pasabán en busca de un nuevo ochomil.

Sebastián Álvaro es uno de esos profesionales del medio a los que yo echaré de menos cuando ya no estén. Además de ser el director y el padre del invento, es también la voz que ha servido para dar una vida especial a sus documentales sobre el hombre poniéndose a prueba a sí mismo en los parajes más remotos.

Álvaro es un amante de lo que hace y, además, una de ésas personas que sabe transmitir su pasión. Ni soy practicante de los deportes de riesgo ni suelo ver documentales por televisión, pero Al filo de lo imposible tenía muchas cosas especiales: una calidad visual fuera de lo común, un equipo de colaboradores tan amplio que le permitían afrontar los más distintos retos y, también, una capacidad para convertir la aventura y la exploración en narraciones que dejaban sin aliento al espectador.

Criticado en su día porque, mientras se grababan varios documentales, Al filo de lo imposible perdió a varios de sus aventureros, Sebastián Álvaro se defendía con varias máximas, entre ellas una que definía bien al programa: "lo imposible retrocede cuando se marcha hacia ello". Él mismo estuvo a punto de morir en varias ocasiones, pero sólo ahora, cuando la edad le ha obligado a ello, deja su puesto. El programa continúa y Álvaro lo dejará con un equipo excepcional.

El propio protagonista explica sus sensaciones previas antes de marchar a su última aventura al frente del programa:

Lo que se debería haber hecho y reflexionado ya no tiene vuelta atrás a estas alturas. No tengo ganas ni siquiera de hacer la bolsa de viaje que acabo de deshacer hace dos días a la vuelta de Perú. He comenzado esta mañana y la he dejado en la habitación tirada en el suelo con las botas de marcha dentro. Probablemente este último viaje sea un poco especial. Ya sé que no va a ser mi último viaje a las grandes montañas, ni mi último documental (aunque el pensamiento de no volver a regresar a casa siempre te viene a la cabeza a la hora de partir), pero ahora todo va a cambiar. No tengo miedo a enfrentarme a lo desconocido ni a otros retos. Simplemente es el momento de echar la vista atrás, el largo camino recorrido, los amigos que me han acompañado.

En estos casos, como la aventura será dura, es más justo que nunca desear un feliz regreso. Lo de que de allí saldrá un gran documental es algo que ya tenemos asegurado de antemano.

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