El otro día en El Mundo, a raiz de la marcha de Marisa Porcel y Pepe Ruiz a Antena 3 abandonando las Escenas de Matrimonio de las que son imagen de marca, hacía un repaso de distintos actores que han abandonado producciones de José Luis Moreno en pleno éxito: "¿Por qué un actor deja una serie cuando ésta tiene tanta audiencia que le garantiza trabajo para largo?"
Y en el artículo insinúan (con evidente "mala leche") que, aparte de unas posibles mejores ofertas económicas, tiene que haber algo en la forma de llevar las producciones por parte de José Luis Moreno que invite a huir a sus equipos. Que no digo yo que no pueda ser cierto. Pero creo que el artículo obvia uno de los motivos que más puede llevar a un actor a buscarse la vida: la vocación. Cuando uno se mete a actor, no creo que lo haga por la fama, o por el dinero. Hay cientos, miles de actores que inician su carrera de forma amateur, por el placer de interpretar. Sólo unos pocos llegan a tener fama, pero no por eso el resto abandona su dedicación. Y uno de los elementos inherentes a la vocación de actor es el deseo de interpretar distintos personajes, probarse en registros diferentes, abordar nuevos retos. Algo que es esencialmente incompatible con encasillarse en un mismo personaje. Los actores vocacionales no están buscando un "momio" en forma de "trabajo fijo", son inquietos por naturaleza.
Así que la idea de abandonar un personaje o una serie que está funcionando bien no resulta tan rara vista desde este prisma. No es sólo que sean unos "mercenarios" que se mueven a golpe de talonario (alguno habrá, seguro). O que haya un productor malo malísimo con quien no se pueda trabajar. Aunque no se den esas circunstancias, los actores por su naturaleza tienden a cambiar, a buscar nuevos retos. Ligarse a un único personaje no es solo un riesgo en sí mismo (¿qué pasa si esa serie deja de funcionar? ¿estás en condiciones de hacer otra cosa?), es que diría que es, para la mayoría, algo contra-natura.