El momento más incómodo de la historia de la televisión no es de 'The office', sino el retorno de Máximo Pradera a 'Lo + Plus' después de fracasar en Antena 3

El momento más incómodo de la historia de la televisión no es de 'The office', sino el retorno de Máximo Pradera a 'Lo + Plus' después de fracasar en Antena 3

Fernando Schwartz y Ana García-Siñeriz podrían decir aquello de "La pregunta peliaguda ya llegó"

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Lo Mas Plus

Antes de que Netflix y los canales digitales llegaran a España, lo hizo Canal+, el canal que ofrecía el grueso de su programación (películas, series e incluso dibujos animados) codificado, y necesitaba un descodificador con su llave para poder disfrutarlo. En 1990 abonarse costaba 3000 pesetas al mes (18 euros de la época, unos 36 teniendo en cuenta la inflación): cinco años después superaba el millón de hogares que buscaban allí un lugar más feliz que en el resto de la programación habitual.

Pero claro, no todo se emitía codificado: se necesitaban algunos programas en abierto que sirvieran de cebo a su audiencia. Una audiencia inteligente, irónica, culta, moderna y que se sabía diferente. Ese era el público de programas como 'Las noticias del guiñol', 'El día después' o incluso, dentro de la programación infantil, 'Programa más o menos multiplicado o dividido', heredero directo de 'Pinnic'. Y, por supuesto, su gran estrella, el programa que venía a revolucionar los formatos de entrevistas: 'Lo + Plus'.

Lo máx-imo

En 1995, un programa como 'Lo + Plus' era una rara avis: Fernando Schwartz y Máximo Pradera eran una pareja tan incombustible como imposible, el mito del educado y el payaso. Uno tranquilizaba a los invitados y el otro soltaba las burradas que le apetecieran por el camino en un programa medido hasta el extremo por el que pasaron los invitados (nacionales e internacionales) más potentes de la década.

De Penélope Cruz a Stan Lee pasando por Pierce Brosnan o Pedro Almodóvar, uno nunca sabía lo que iba a pasar en 'Lo + Plus' en su afán por alejarse del encorsetamiento de la televisión nacional. En una entrevista con Antonio Banderas, por ejemplo, hicieron un reboot de la misma cuando él "se enfadó" por los comentarios personales sobre Melanie Griffith, y Lou Reed se marchó del plató sin contestar una sola pregunta (aunque después le convencieran para volver). No se parecía en nada a ningún programa de la televisión, y en parte se sentía como revivir cada día aquella entrevista de Martes y Trece a Madonna de tres años antes que rompió todos los moldes, tan gañán como histórica.

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Los invitados pasaban por una entrevista sin tapujos que les daba más caché que otras con más audiencia. Pradera y Schwartz estaban acompañados por una sección de zapping pionera entonces, 'Las noticias del guiñol' (que después tuvieron su propio programa nocturno), y secciones de Chus Lampreave, Yoshio y Ana García-Siñeriz. Por allí, a lo largo de los años, pasaron también Ramón Arangüena, Javier Coronas, Joaquín Reyes, Manu Carreño, Nico Abad o Albert Boadella, o sea, personas que trataban de alejar la ranciedad de la época. El programa era lo más de lo más, el epítome de lo cool para una sociedad donde ni siquiera comprendíamos el concepto. Al menos, hasta que llegó la explosión que lo tiró todo por los aires.

Lo menos plus

En su sexta temporada, entre el 2000 y el 2001, 'Lo + Plus' sufrió dos cambios que fueron letales para todos los implicados (aunque aún no lo sabían). En primer lugar, pasó de emitirse a las 20.00 para pasar a hacerlo a las 15.30. En segundo, Máximo Pradera firmó un contrato millonario con Antena 3 para marcharse a hacer un late night que compitiera de tú a tú con 'Crónicas marcianas'.

Un pequeño parón en el camino para explicar, al lector más joven, que 'Crónicas marcianas' era un elefante inamovible que empezó en 1997 después de que Pepe Navarro traicionara a Telecinco y se fuera a Antena 3 para hacer 'La sonrisa del pelícano' (hay una serie documental aquí increíble para quien la quiera coger). Su combinación de humor y morbo le hizo ganar fama de mata-formatos y, de hecho, nadie pudo contra Javier Sardá durante un lustro largo hasta que hicieron su aparición nuevos talentos como Andreu Buenafuente, allá por 2005. Telecinco nunca volvió a recuperar el trono del late night.

Pero para Antena 3, en aquel 2001, Máximo Pradera era la mezcla perfecta de enfant terrible y presentador moderno que mandar a Sardá al banquillo. Tanto confiaban en él que le ofrecieron 260 millones de pesetas (más de un millón y medio de euros) durante dos años para que hiciera un programa sin nombre. De hecho, la campaña publicitaria del que se acabaría llamando 'Maldita la hora' pedía a los espectadores que mandaran SMS para proponer distintos títulos, sin premio monetario alguno. Al final, el programa se estrenó sin título, divididos entre 'Max Attacks' y el que finalmente fue, obligando al espectador a una última votación. Duró doce días en antena y Pradera jamás volvió a hacer nada en Atresmedia (aunque cobrar, aunque fuera metiéndoles a juicio, cobró).

Mientras tanto, en Canal+

Antes de irse, Fernando Schwartz comentó que su compañero se estaba desmadrando, y el cruce de declaraciones entre todos los miembros de 'Lo + Plus' en los periódicos fue de todo menos agradable. "Prefiero un tortazo en Antena 3 que otro año en Canal +", comentó Pradera después de la cancelación de su programa con un 10,9% de share por el que no pocas cadenas (Telecinco entre ellas) ahora mismo estarían babeando.

Pero en 2003 le tocó volver al programa que le dio la fama a presentar uno de sus libros, 'Cartas del demonio al Papa' (del que, según dicen, solo les enviaron un ejemplar), y después del cruce de cuchillos de un par de años antes la tensión se podía cortar en el ambiente. Ana García-Siñeriz, ahora presentadora, no paraba de lanzar pullas hacia su ex-compañero, y Schwartz no se quedaba a media asta. Chistes que se quedaban en tierra de nadie, risas nerviosas y comentarios impertinentes marca de la casa hasta que, al final, Siñeriz sacó el elefante en la habitación.

Por mucho que al empezar el programa dijeran que se llevaban todos bien, era obvio que algo estaba fallando. El tono se fue calentando y se convirtió en una de las entrevistas más icónicas e incómodas de la historia de la televisión patria. Todo dentro de la elegancia, pero con resquemor, como una buena película de tensión que no sabes cómo acabará. Sonrisas falsas, "Si lo sacas lo sacas", "Debo reconocer que no nos sentó demasiado bien"... El programa se convirtió en un roast y un combate a cuchillo abierto que no fue agradable ni para los presentadores, ni para el invitado, ni para el espectador.

Con el tiempo, Máximo Pradera desistió de convertirse en una estrella de la televisión y sí lo hizo de la radio, especialmente dedicado a la música clásica, en la que es especialista. En 2004, Schwartz y Arangüena se fueron de 'Lo + Plus' dejando al mando a Siñeriz y a un Manu Carreño perdidísimo: el programa, desprovisto totalmente de sentido, solo duró un año más y desapareció con el cambio del canal a Cuatro (salvados por la campana). Los tres presentadores no han vuelto a repetir en un plató, por lo que sea. Para el recuerdo, estos 46 minutos de absoluto terror televisivo. No os lo podéis perder.

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