Porque lejos de ser un refrito de programas anteriores, el especial fue uno de los mejores programas de la temporada. Andreu Buenafuente, vestido de negro y en un escenario real, ante público real, con cero escenografía. Y prácticamente una hora de monólogo ininterrumpido en el que repasó con su habitual habilidad muchos temas del 2006; la corrupción urbanística, los Borbones, el Papa, Bush, el fracaso de la selección española de fútbol, Rafaél Nadal, el Estatut, el tripartito, el candidato Sebastián... Me consta que Buenafuente tiene detrás a un buen número de guionistas ocurrentes que preparan sus monólogos. Pero eso no le quita mérito. Porque Andreu hace suyo el trabajo de su equipo, y le da coherencia y personalidad propia. Lo hace a diario en su programa durante 5 o 10 minutos, que no debe ser cosa fácil. Pero hacerlo durante casi una hora, ante un teatro lleno hasta la bandera, tiene mucho mérito. Y conseguir la risa del público en directo, y la de miles de telespectadores en sus casas, sólo está al alcance de algunos privilegiados.
Que el 2007 le dé mucha fuerza para seguir así.
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