Fué la comidilla de hace unos meses. El programa de Quintero tenía prevista una entrevista con el reaparecido periodista José María García, pero decidió retirarla de la emisión alegando que en ella García, más que opinar, insultaba. García, lógicamente, montó en cólera como en sus mejores tiempos y protestó enérgicamente por la decisión, calificándola de censura. Posteriormente pudimos ver en distintos medios la entrevista y constatar (al menos en mi opinión) que no era para tanto. Que muchas más barbaridades se dicen a cualquier hora y tampoco pasa nada. El propio Quintero se mostró contrario a esta decisión y acabó dejando, por una misteriosa enfermedad, el programa.
Ahora, han sido los jueces los que han dado la razón a García y han condenado a TVE a emitir en horario de máxima audiencia la réplica del periodista.
Al final, todo viene a dar un poco igual. La entrevista fué retirada de TVE, pero cualquiera pudo verla. El alegato de García también pudo verse y leerse urbi et orbe. Esta decisión, en realidad, es más formal que otra cosa porque, como no podría ser de otra manera en un mundo con tantas posibilidades informativas como en el que vivimos, todo el que quiera decir algo lo puede hacer, y ni un medio puede intentar evitarlo, ni hace falta un juez para conseguirlo.