Lorenzo Milá es uno de esos animales televisivos encargados de hacer llegar a nuestros hogares las cosas que suceden más allá de nuestras puertas. Es la ventana hacia el exterior que todo ser humano necesita para dar una explicación al clásico filosófico tan viejo como las pinturas rupestres y que consiste en saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia adónde vamos.
Lorenzo Milá es un apasionado de lo que hace, o al menos a esa imagen nos tiene acostumbrados. Disfruta haciéndose entender mientras devana uno a uno los hechos del día a día para que no quede un ser vivo en este país que no comprenda cuanto acontece a su alrededor. Por todo eso y mucho más, Lorenzo Milá es nuestro animal televisivo de hoy.
Como tantos otros periodistas, Lorenzo Milá no llegó a la profesión de contar cosas de forma directa, sino dando un rodeo vital. Primero quiso estudiar Ciencias Biológicas porque tenía una inquietud, una pulsión que le empujaba a estudiar algo que le gustaba: la relación del ser humano con el medio natural, pero jamás acabó la carrera ya que por lo que cuenta se le resistían las Matemáticas. Cosa de dos de sus profesores de su más tierna infancia, que debían de ser de los malos, malos.
Y ya tenemos un primer elemento para comprender por qué Milá está obsesionado con que se le comprenda: él sabe lo que sucede cuando alguien se explica mal y los demás no lo siguen. Lo experimentó en sus propias carnes y no pudo alcanzar el nivel de formación intelectual y especializada que poseen otras personalidades de nuestro país, como Ana Obregón, por ejemplo.
Y Milá entró en la Facultad de Ciencias de la Información algo granadete ya. Empezó la carrera con 23 años y la acabó con 28, que yo me lo imagino como a uno de esos eternos presuntos estudiantes de Derecho que lo único que hacen es pasarse por el bar a jugar a las cartas y ensayar miles de horas con la tuna, que los ves con esas barbas medio grisosas ya y cantando 'Clavelitos' a todo pulmón mientras el resto de sus compañeros ejercen desde hace años en prestigiosos bufetes.
Pero eso no es lo que le pasó a Lorenzo Milá, que sabedor de que iba por la vida con retraso trató de ganar terreno trabajando en todo lo que se le ponía por delante, desde sus primeros pasos en el diario deportivo 'Sport', pasando luego por sus colaboraciones en la tele y dentro de los concursos 'El tiempo es oro' y 'Juego de niños', como también en el espacio de variedades 'Plató vacío'. De todas maneras, cuando acabó de estudiar Periodismo, Lorenzo Milá se dio cuenta de que estaba más perdido en la vida que Danielle Rousseau en un episodio de 'La que se avecina', así que hizo las maletas y se fue a vivir a Reino Unido para aprender inglés. Corría el año 1988.
Y además de aprender inglés, allí trabajó y creció como profesional en la cadena Screen Sport, para la que vivió las '24 horas de LeMans', y al cabo de un par de años volvió a su Barcelona natal para ocupar plaza como redactor deportivo en el centro de TVE en Sant Cugat, donde permaneció hasta que en 1994 se fue hacia Madrid para presentar un informativo novedoso: el de La2.
Y ahí descubrí yo a Lorenzo Milá: un tipo que me recordaba a otro periodista catalán que también emigró a Madrid, aunque en este caso volvió a Barcelona: Jaume Barberà. Tanto el uno como el otro profesaban esa dulce manera de hacer las cosas para que se comprendieran fácilmente desde el sofá de casa o desde la mesa del comedor, entre un "pásame la sal" y un "¿qué quieres de postre?" Claridad expositiva sin demasiado ornamento en el caso de Jaume Barberà, y con algún que otro apasionado tinte gestual en el caso de Milá. Cuestión de perdonárselo, que el resto compensaba.
En el año 2003 los de TVE se llevaron a Milá para Washington porque él no quería ni podía vivir sin su familia, que se trasladaba a los Estados Unidos de América del Norte, y es que él y su mujer van en pack dentro de TVE. "La Primera Dama", dicen que la llaman a ella por los pasillos, así que cuando ella se fue, él la acompañó; y cuando regresó la una, volvió el otro. Y vuelta a empezar, que en 2009 la familia hizo las maletas otra vez y por ahí andan. De sus crónicas en Washington podemos decir casi lo mismo que de su papel al frente del 'Telediario' de TVE. Es información más o menos bien llevada, rigurosa y ya está. Desde luego, no es la creatividad de 'La2 Noticias' y él lo sabe, como también sabe que su baza frente a los informativos de las privadas, volcados en las noticias de color, es emplear la inmensa y sólida red de profesionales de TVE para profundizar en las informaciones. Milá conoce bien el medio y lo demuestra sabiendo estar en su lugar.
Un buen día, a Lorenzo Milá le propusieron presentar ese delicioso programa atemporal en el que la muchedumbre incomoda con sus espontáneos requerimientos a un semidiós bajado hasta la Tierra para la ocasión conocido como 'Tengo una pregunta para usted'. Y él aceptó, seguramente para romper un poco la rutina, que siempre viene bien. Y ahí lo hemos visto comedido, muy en su papel de moderador de un linchamiento verbal cuyo máximo exponente para la Historia será aquel revival sobre el precio de los garbanzos de Fraga, pero dirigido en forma de dardo cafetero contra Zapatero.
Y este es Lorenzo Milá, un tipo que comprende perfectamente qué significa esto de informar desde la tele pública, que lucha por su independencia y por su credibilidad y que no escatima en recursos para dar a entender a la audiencia lo que comunica por todos y cada uno de los poros de su piel: información en estado puro. De todas maneras, para los amantes de las curiosidades, ahí va otro Lorenzo Milá poniendo su mejor cara de contratiempo en el cortometraje sobre la pena de muerte 'El apagón'. Y ya que estamos en el apartado de curiosidades, ¿qué tal si miramos cómo se liga en la calle a Lorenzo Milá con otro rostro de los informativos televisados?
Hasta aquí, la entrega de Animales televisivos de hoy. Y la semana que viene... tocará sufrir.
Ficha en Imdb | Lorenzo Milá En ¡Vaya Tele! | Animales televisivos