¿Quién no se ha quedado jamás mirando la tele, cautivado por la imagen de Karlos Arguiñano? Pues… yo mismo. Antes de la preparación de este perfil, este showman culinario me cargaba tanto el aparato digestivo que evitaba verlo para ahorrar en bicarbonato, así que la elaboración de esta edición de nuestros animales televisivos me ha servido, además de para cubrir la entrega, para reconsiderar a una de las figuras más emblemáticas de nuestro panorama audiovisual.
Hombre de éxito que ha sabido ganarse el pan gracias a la divulgación de sus conocimientos, comunicador nato, esté o no parapetado tras la encimera, ser capaz de hacer del humor su bandera hasta casi convencer con sus recursos incluso al más prejuicioso de los editores de ¡Vaya Tele!, Karlos Arguiñano es nuestro animal televisivo de hoy.
Aunque Arguiñano siga hoy en día entre fogones y no lleve un cordón atado a la cintura, podemos decir que fue cocinero antes que fraile, como se había dicho toda la vida de uno que escala posiciones laborales con el sudor de su frente antes de que importáramos una simple locución como “selfmade man”, lo que trasladado al currículum del que nos ocupa significa que antes de calzarse delantales empleaba gruesos mandiles protectores para pegarle martillazos a los vagones que se fabricaban en la CAF de su Beasain natal, y no es que al buen mozo le fuera la violencia, que se sepa, sino que su primer trabajo conocido fue como chapista en la mítica fábrica de trenes.
Pero como a Arguiñano le tiraba mucho más la cocina que las chapas que no fueran de botella, con 17 añitos se plantó en la Escuela de Hostelería del Hotel Euromar en Zarautz de la mano del reputado chef de cocina Luis Irizar y trece años más tarde abrió su propio local en el mismo municipio guipuzcoano, un hotel restaurante que lleva su nombre. A los 30 años y en pleno 1978, Karlos Arguiñano tenía ante sí una prometedora carrera dentro de la escena gastronómica nacional.
De un mes a prueba a 20 años de trayectoria
Y en 1989 empezaron sus apariciones en la ETB, la tele autonómica de Euskadi, junto a otros trece cocineros en un espacio llamado ‘Hamalau Euskal Sukaldari’ (“catorce cocineros vascos”, que tampoco es que se anduviera por las ramas el que le puso el título al programa), donde en cada entrega preparaban un menú de dos platos y postre para que nadie en todo el País Vasco tuviera que echar mano de la socorrida lata de albóndigas con exceso de sal y grasa.
Lo gracioso del caso es que por lo que cuentan Arguiñano entró allí para estar un mes a prueba, pero por lo visto le cogió el gustó a los platós de televisión, tanto es así que al año siguiente obtuvo su propio programa en la tele vasca, ‘Menú al día’, que en poco tiempo le abrió las puertas de TVE, en la que desembarcó allá por 1991 con ‘El menú de cada día’ sin salir de su tierra natal.
Y al año siguiente, en aquel mítico 1992 en que todos estábamos que lo tirábamos, Arguiñano dio el salto definitivo cuando su programa pasó a verse en toda España y allende fronteras, que sus ideas culinarias se pasaron por el Canal Internacional de TVE y el hombre dio la vuelta al mundo sin salir de su cocina, triunfó como la gaseosa y se llevó el premio TP de Oro al Personaje del Año y, ya en 1993 recibió el Ondas y sumó a su programa diario la emisión de ‘El sábado cocino yo’, donde cada semana el chef se buscaba un pinche voluntarioso que quisiera aprender de él.
‘El menú de cada día’, ‘El menú de Karlos Arguiñano’, ‘La cocina de Arguiñano’... Mucho éxito para un formato sin secretos pero llevado con inconfundible gancho, lo que llamó la atención de un par de canales de televisión de Argentina, desde el otro lado del Atlántico requirieron los servicios de este hombre y así fue cómo en 1995 el cocinero metió sus delantales en maletas y cruzó el charco de una patada. Karlos Arguiñano se acostumbró a que en Argentina comieran mucha más carne que pescado y no volvió a España hasta el año 2000 para cuatro años más tarde ocupar los mediodías de Telecinco con ‘Karlos Arguiñano en tu cocina’.
Y como todos sabemos, en 2010 ha abandonado el pisito que compartía en Fuencarral y se ha ido a vivir a San Sebastián de los Reyes, a casa de unos tales Antena 3, aunque fiel a su filosofía de vida el cocinero más mediático de España ha dejado algo de comida catódica preparada en el congelador de Fuencarral por si alguien la quiere, pero se conoce que sus antiguos compañeros de piso están por tirarlo todo a la basura aunque a lo preparado no le haya llegado ni de coña la fecha de caducidad.
Si cuenta la clásica leyenda negra de los restaurantes que en un plato de sopa siempre puedes encontrarte un cabello del chef, lo de Arguiñano le ha dado una nueva vuelta de tuerca al mito, porque desde los años noventa al cocinero de Beasain te lo encuentras hasta en la sopa, tal ha sido su nivel de celebridad en los medios.
Pero, ¿qué lo hace tan popular?
Ingredientes para el éxito
Aunque los programas de cocina suelen contar con el favor del público por cercanos y cotidianos y por ofrecer información que en principio parece útil, para obtener un enorme éxito televisivo a partir de un programa de recetas es necesario contar con los mejores ingredientes en la más cuidada de las despensas, a saber:
80.000g no pesados de chicarrón del Norte
1g de inquietante afabilidad en forma de barba rasa
Experiencia acreditada en forma de canas viejunas
Un conejo mediano (de la Granja Loles, a poder ser)
200g de almejas salvajes
Un pepino de huerto bien lavado
Media docena de huevos grandes
Un pellizco de sal gruesa
Pimienta verde en grano
Alegría y socarronería a discreción
Con todos estos elementos, sólo un comunicador de la talla de Karlos Arguiñano es capaz de elaborar un rico plato mientras cuenta chistes de partida de dominó, canturrea grandes éxitos del ayer o se disfraza con lo primero que le cae entre manos ya que, como él mismo asegura, se puede no ser gracioso, pero lo que no puede ser es que uno no se ría. Y él se lo pasa bien mientras los demás ríen o no dependiendo de si gustan o no sus formas, que algunos han llegado a relacionar con la archiconocida receta de pavo al whisky que pulula por internet en sus múltiples variedades.
Aunque a veces parece heredero de la noble tradición del teatro de varietés, él es simplemente fiel a una de sus máximas: “en la tele, o entretienes o aburres“. Y Arguiñano entra en el plató dispuesto a entretener, que a la hora que se planta en los hogares la gente, asegura, está harta de ver crímenes, asco y miseria, así que toca reír, o al menos sonreír, que la vida son cuatro días y la mitad nos la pasamos durmiendo, y por eso Arguiñano se crece ante las cámaras, que le enganchan como a un niño una piruleta, y se maravilla cuando ve cómo tiene de extraordinarios los huevos:
Y es que Karlos Arguiñano no es un simple cocinero, qué va. Cocinero, actor, escritor y empresario, ha participado ya en tres películas (‘Airbag’, ‘Año mariano’, ‘El rey de la granja’) y ha escrito una barbaridad de libros mientras hace negocio con su mejor producto estrella, que es él mismo.
Once milloncejos le ha sacado a Antena 3 por su presencia en pantalla y la de otros formatos de su productora Bainet, responsable, por cierto, de los títulos de películas antes enumerados y que llevará, además de ‘Bricomanía’ y ‘Decogarden’, ‘Cocina Joven’, ‘Life Style’ y un nuevo programa para la hermana de Karlos, Eva Arguiñano. Por otra parte, el más que cocinero presume de que su página web, karlosnet.com, es la más visitada del mundo en materia gastronómica y en español. Haría un chiste con todo esto, pero me parece mucho más irrisorio pensar en la cara que se les habrá quedado a los de Telecinco viendo marchar a uno de sus fetiches mientras los de Antena 3 pagan una morterada convencidos de que han hecho el negocio de su vida. Desternillante.
No me diréis que este animal televisivo, además de ser un gran comunicador, no ha sabido forjarse, a lo tonto a lo tonto, un carrerón empresarial que haría palidecer a más de un listillo. Y todo, sin perder la sonrisa, al menos ante las cámaras. ¿Qué más se puede pedir?
Ficha en Imdb | Karlos Arguiñano
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