Dice el caraqueño Boris Izaguirre que los venezolanos sólo tienen tres salidas para proyectarse al exterior: o son un pozo de petróleo, o se buscan la vida siendo Miss Venezuela o triunfan en la tele. Y como lo de lanzar aceite negro por los cielos no era lo suyo, él eligió una mezcla de las dos últimas vías para ganarse el pan más allá de su país.
Por ser un tipo mucho más centrado de lo que parece a primera vista, por haber sabido responder a necesidades televisivas ajenas con sus virtudes particulares y, en definitiva, por entender como pocos qué es lo que se cuece en el medio, Boris Izaguirre es nuestro animal televisivo de hoy.
De padre crítico cinematográfico y de madre bailarina salió un periodista y guionista llamado Boris, que con 16 añitos comenzó a publicar columnas de crónica social para luego convertirse en artífice de tres culebrones de éxito: ‘Rubí rebelde’, ‘Señora’ y ‘La dama de rosa’ (toma ya), y como a la vista de series como estas los españoles organizamos multitudinarias manifestaciones por la calle clamando que queríamos más, él escuchó los gritos desde su Venezuela natal y tras vivir el terror del Caracazo en 1989 y al ver que lo de Hugo Chávez en 1992 no era sólo para un rato, hizo las maletas y se vino a vivir España, donde empezó trabajando como guionista de ‘Inocente, inocente’ y de ‘El súper’.
Un tesoro de Gestmusic que vive la vida
Sus primeras apariciones ante las cámaras en ‘Moros y Cristianos’ no dejaron indiferente a nadie, y es que el espacio de debate charanguero de Gestmusic para Telecinco era el laboratorio perfecto para que aflorara una la vis televisiva de Boris Izaguirre, un Boris Izaguirre que entre todo el griterío que se desorganizaba en el plató siguió tomando notas sobre qué era lo que más le gustaba a la audiencia para complementar sus conocimientos adquiridos en sus años mozos.

“Los gritos de Adriansens les gustan, las palabras de Apeles los encienden y las idas de olla de la Fuster los mata”, diría yo que se podría leer en su diario de aquellas fechas, como si Boris Izaguirre fuera una suerte de David Attenborough que, soltado entre las bestias de nuestra pequeña pantalla, tomase buena cuenta de aquellas actitudes para acabar mimetizando con el entorno televisivo.
‘La noche por delante’, ‘Más madera’... nada, puras filfas de la productora de Cruz y Mainat para pasar el rato con Jordi González y Juan y Medio respectivamente, porque el programa en el que verdaderamente nace el Boris Izaguirre que todos conocemos lleva por título ‘Crónicas Marcianas’, aquel late show que poco a poco hizo del “todo vale” su lema y su bandera.
Con Boris llegó el escándalo. A Izaguirre le dieron la consigna de elevar el tono de las noches de Telecinco y él lo dio todo por el negocio. Sabedor de los ritmos que imperan en la tele, se especializó en lograr picos de audiencia a base de captar la atención, hacer del suspense un arte y acabar estallando en una orgía del espectáculo. Si había que bajarse los pantalones, él lo hacía, en lo figurado y lo literal, y es que nunca antes nadie se habría atrevido a desnudarse en un plató de televisión con un culo de galleta como el suyo (atribuidle la expresión a Andreu Buenafuente, que se la oí a él) ni con un micropene que convirtió una patología en una fuente de ingresos para su dueño.
Y ahí está el quid de la cuestión: ser un animal televisivo, un plumífero papagayo en el caso que nos ocupa si hemos de hacer caso al otrora ácido y ahora agrio crítico televisivo Ferran Monegal, tiene como base comprender que todo en la tele es espectáculo más o menos matizado. Lo que pasa es que con el clamor de los aplausos Boris Izaguirre sacó a la vedette que llevaba dentro y se desató ante las cámaras, mandó los matices a cagar y se convirtió en un demente sin control, dispuesto a dar a la audiencia lo que la audiencia reclamaba a gritos y así perpetuar el círculo vicioso que dice que la tele es lo que es porque sus productos son los que el público demanda, una de esas posibles falacias que duelen de aceptar cuando uno mira datos de audiencia.
Ese es el punto álgido del animal televisivo cuya máxima dice que “la vida es una fiesta y el mundo es una tendencia” y que acostumbra a no tenerle miedo a nada de lo mediático. Y así le va, aunque se pegue morrazos contra el suelo de la talla del que se pegó con ‘El anfitrión’ o aunque recurran a él para un roto y para un descosido, desde el largamente agonizante ‘Channel nº4 ‘ hasta el intento desesperado de reflotación de toda una época perpetrado con ‘La Tribu’, pasando por el insufrible ‘MQB’, un lugar perfecto para hacer el memo junto a la Princesa del Pueblo de los Sanjas.
Camaleón de mil caras descaradas
¿Y cómo un tipo capaz de enseñar el culo en la tele se disfraza de hombre serio? Pues de una forma bien simple aunque compleja en el fondo. Boris Izaguirre es un ser poliédrico y sin un botón que le haga cambiar de personalidad que lo único que hace es sacar a relucir lo que interesa de él en cada momento, como eligiendo de entre todo su florido repertorio textil la mejor vestimenta para acudir bien conjuntado y sin desentonar a una fiesta que, por supuesto, siempre es la suya.
Boris Izaguirre explica que lo que cambia no es su persona sino el formato en el que se mueve, y él se va adaptando a lo que hay, por lo que cuando se encienden los focos él se pone a buscar el golpe de efecto ante las cámaras mientras que si lo entrevistan en profundidad el comedimiento aumenta y aflora entonces todo ese bagaje cultural que posee y que con las luces se atenúa, de manera que si lo encuentras en la radio sólo su característica voz te recuerda que ese al que escuchas con atención es aquel mismo que te hacía abominar de la tele nocturna. Como un camaleón de mil caras que pone la que le pide el entorno en cada momento.
Dicho en otras palabras, Boris Izaguirre es quien cada cual quiere que sea, desde un “sudaca y maricón”, como lo llamó algún subnormal de esos que siempre hay por ahí sueltos, pasando por lo que muchos consideran un degenerado que realizó un gran trabajo por el crecimiento de la telebasura hasta el tipo que mejor glosa la actualidad de nuestro país que ya hace años que es el suyo. Y me da a mí que a él tanto le da que le da lo mismo, que mientras unos y otros discutimos por si es héroe o villano él vive de su descaro y a mucha honra.
Total, que eso: ¿Es Boris Izaguirre héroe o villano de su propio culebrón venezolano? Yo es que cuanto más le leo, cuanto más lo veo y cuanto más lo escucho, menos claro lo tengo.
Ficha en Imdb | Boris Izaguirre
En ¡Vaya Tele! | Animales televisivos
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Mr. Payton
Creo q, en realidad, se puede hablar de tres Boris distintos. Para mí, el "Boris escritor" y el "Boris radiofónico" convierten a este personaje en un gran profesional que cae en lo hondo cuando aparece el "Boris televisivo".
Como personaje televisivo, siempre me ha dado la impresión de que intentaba caer cada vez más bajo y demostrarle al gran público que todos los estereotipos existentes hacia los homosexuales eran reales. Lo único que ha aportado al panorama televisivo ha sido el desnudo al más puro estilo de la época del destape y un montón de grititos y bailes absurdos y fuera de tono.
Donde más correcto le ví fue en 'Channel nº4' y parece ser q fue un fracaso, aunq a mí me parecía un gran programa en comparación a su contemporáneo de Telecinco q conducía Enma García.
Afortunadamente, en sus otras dos versiones ha sabido mostrar que es un gran profesional digno de admirar y de recibir elogios.
Un tipo con boina
A mí el Boris televisivo me pone de los nervios, pero el Boris columnista me gusta mucho.
Lástima que cuando se pone delante de una cámara se vuelva un histérico.
stranno
Este tipo es un concentrado de Queer as Folk en una sola persona, es la loca más estereotipada de la televisión
d4nt3
Lo de Venezuela es una trágica realidad.Conozco por amigos,que los venezolanos están condenados ya de por sí a vivir bajo el gobierno de un dictador enmascarado completamente incompetente que está hipotecando el futuro de un país riquísimo en recursos naturales.
Sobre Boris,pues admito que tiene una dualidad de facetas,la de serio y la de bufón.No me gusta ninguna de las 2 pero al menos es un tipo que hace lo que quiere de forma desvergonzada,es fiel a sí mismo,natural. Pero tiene menos talento del que aparenta por lo que me parece limitado; al menos se ha hecho un hueco en la parrilla mediática así que si juega bien sus cartas,no tendrá que aguantar al pelele de Chávez.
domingo.lopez
Te has olvidado su verdadera explosión en la pantalla, copresentando junto a Tinet Rubira el late show veraniego El Puente, que enlazó con Cronicas Marcianas al llegar septiembre. El resto es historia.
greboada
Sinceramente, no termino de ver donde se encuentra la complejidad de este hombre: es un profesional. Punto. Cuando tiene que ponerse cachondo lo hace y cuando el lugar, el momento y el formato requieren seriedad se pone serio. Es algo que tradicionalmente se llamaba profesionalidad y saber estar. Mal vamos si ahora necesitamos recurrir a la psicología para explicarlo.
Otra cosa es hasta que punto esa profesionalidad es compatible con el mundo del espectáculo. Me acuerdo del caso de uno de mis actores preferidos, Kevin Kline, un tipo que se adaptaba a lo que el papel requiriese y que cuesta creer que sean la misma persona cuando uno ve French Kiss o Grand Canyon. Y ahora desaparecido, quizá porque al no garantizar una 'imagen' determinada no atrae al público que acude a la sala en busca de esa imagen. La gente va a ver la de Stallone porque sabe que va a encontrar allí, pero nadie sabe que va a encontrar en una de Kline.
Y quizá con Izaguirre pase lo mismo. Nadie sabe que va a encontrar en un programa donde aparece. Vete a saber si por ser profesional se pierde audiencia. Jodido mundo.
jasev
En cuanto a su gran bagaje cultural, yo le he escuchado en la radio confundir a Napoleón III con Napoleón I.
krollian
¿Animal televisivo? Puede ser que lo fuera quien a la menor oportunidad se quedaba en paños menores encima de una mesa de invitados mientras profería gritos histéricos en cierto programa dirigido y presentado por uno de los personajes mas cínicos del mundo de la televisión.
Mientras en esas noches televisivas el programa en cuestión abordaba temas de capital importancia debatidos por lo mas intelectualmente granado de España, el burbujazo inmobiliario se inflaba e inflaba dando forma a la mayor estafa nacional del último medio siglo (e incluso bastante mas allá en el tiempo)...