La exposición de los Oscars es un arma de doble filo, porque va a someter a la película de turno a un escrutinio que no tendría en condiciones normales. De repente, ya no eres una película más. Todos tus defectos y problemas van a ponerse más de relieve, cualquier aspecto controvertido se va a tratar como cuestión de Estado y sus cualidades van a intentar extrapolarse al estado del cine actual (y, sabiendo cómo se vota a Mejor película y con qué idea votan algunos académicos, quizá esto último sería justo no lo que menos deberíamos hacer).
Dicho de otro modo, es bueno para determinadas películas pequeñas tener ese escaparate para tener un poco de relevancia, pero también van a ser más puestas a los pies de los caballos que otras películas, sobre todo si ganan.
La (oscarizada) familia Rossi
Más o menos lo que ha sucedido con la ya algo olvidada 'CODA: Los sonidos del silencio', una cálida y efectiva película en aquello que se propone a la que ganar el premio a Mejor Película podría ser lo peor que le podía pasar.
La película de Siân Heder, ya en streaming a través de Movistar+, adapta la comedia francesa del año (de su año) 'La familia Beliér' siguiendo en muy buena parte todas sus claves. Sigue a los Rossi, una familia sorda en una comunidad costera modesta, con la particularidad de que la hija sí es oyente. No sólo eso, sino que tiene un particular talento para cantar. Podría tener potencial para desarrollarlo, pero su familia necesita su ayuda para poder desempeñarse en un mundo poco adaptado para ellos.
En otras circunstancias, 'CODA: Los sonidos del silencio' sería tratada como lo que es. Una película de buenos sentimientos y de descubrimiento adolescente que es muy efectiva en sus propósitos. Es divertida cuando se pone graciosa, es dramática sin ser melodramón y es emotiva en los puntos que tiene que serlo, aprovechando bien el poder de transmisión emocional que tiene la música incluso para aquellos que no pueden oír las notas.
Es también una película media de toda la vida, con ambiciones de conectar con el público y dar un mensaje claro y legible. Sólo es independiente por su presupuesto y porque Hollywood ya se ha olvidado de las películas de presupuesto medio. Es una película que te calienta bien el corazón si acudes a ella con predisposición.
Pero no le basta con eso, porque es la ganadora del Oscar a Mejor película y sólo eso se queda muy escaso. Así que la obra de Heder está condenada a no ser una película maja, sino ser una extraña paradoja que ha perdido a pesar de triunfar.
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