Pues este fue el momento que en España más se esperaba (y gracias a Dios que fue el primero, si os soy sincero), justo después del gran número de Hugh Jackman. Penélope Cruz, nerviosa al principio, y muy emocionada, fue agradeciendo uno por uno a todos los que le han ayudado en su carrera, y pese a que no estoy muy de acuerdo en esa pequeña crítica al problema que sigue pensando que tiene el cine hoy en día, reseñó que existe otro cine fuera de las paredes de Hollywood, y que el mismo hay que cuidarlo.
Terminó con unas palabras en español, que se hicieron de rogar, improvisadas y muy a la carrera, con el que valoró sus orígenes, ofreció el galardón a todos los actores españoles, y puso a Alcobendas en el mapa americano (¿cuáles serían las palabras de los comentaristas americanos?). Todos se apuntaran a su éxito, incluido los mandamases de la industria española. Pero, con sinceridad, ¿este éxito quién se lo ha trabajado?
Bien por Penélope, y al menos uno espera que sirva para que se dé cuenta que los proyectos válidos para su carrera están en este lado del charco, principalmente para que no se deje engatusar por los cantos de sirena que le van a llover a partir de ahora. Eso sí, puestos a preferir, me quedo, y de calle, con el discurso de Javier Bardem, que a un año vista me sigue pareciendo soberbio.
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