El arranque de la ceremonia con la actuación de Queen, anticipándose a cualquier presentador o preámbulo, parecía vaticinar dos características clave de esta ceremonia. Primero, la película no-dirigida por Bryan Singer iba a llevarse algunos de los premios principales de la noche. Segundo, la gala iba a pasar por nuestras pantallas fulminante y acelerada como un riff de guitarra eléctrica.
Menos de veinte minutos escasos se ha pasado la ceremonia de la proyectada duración inicial de tres horas, pero no ha sido porque no lo haya intentado: la ausencia de presentador por primera vez en treinta años ha dado agilidad a la gala, ha permitido que los presentadores de cada premio se recreen y nos den momentos gloriosos como el arranque de Tina Fey, Amy Poehler y Maya Rudolph que nos ha recordado sus gloriosas intervenciones en los Globos de Oro. O el impresionante momento furry de Melissa McCarthy y Brian Tyree Henry para presentar el Oscar al Mejor Vestuario. O Keegan Michael-Key volando con un paraguas a lo Mary Poppins. O Michael Myers y Dana Carvey volviendo a ser Wayne y Garth para presentar 'Bohemian Rhapsody'
La organización de la gala también ha hecho todo lo posible para que la cosa fuera ágil: los sobres se abrían casi con una mano (que se lo pregunten a McCarthy) para evitar las agónicas papiroflexias de los Globos de Oro. Y los discursos se cortaban con puntualidad prusiana, lo que ha dado algún que otro problema, como algunos discursos bruscamente interrumpidos con corte de micro y apagado de luces de escenario, lo que ha llevado a premiados como Spike Lee a pedir que no pusieran en marcha el cronómetro.
Desde hace unos años y posiblemente debido al cambio en el sistema de votación, el palmarés suele quedar repartido: en esta edición, aunque algunas apuestas vaticinaban que 'Roma' arrasaría, la que más Óscar ha acumulado ha sido 'Bohemian Rhapsody', con cuatro, y no todos bien recibidos. Le han seguido muy de cerca 'Black Panther' (todos técnicos), 'Roma' y 'Green Book' (uno de ellos, a mejor película), cada una de ellas con tres estatuas.
Quizás la que más cerca ha estado de ser considerada una perdedora de la noche ha sido 'La favorita', por la abrumadora diferencia entre número de nominaciones (10) y el único premio que se ha llevado, un merecidísimo Óscar a mejor actriz para Olivia Colman, que ha vencido a la favorita Glenn Close y que ha enhebrado el mejor discurso de la noche (donde ha rendido tributo a la propia Close y ha acabado bramando "'Lady Gaga!").
Colman, tan graciosa como lo estuvo Frances McDormand el año pasado, ha dejado caer algún mensaje inspiracional dirigido a todas aquellas niñas que practiquen su dicción a solas frente a la televisión. Un emotivo discurso con mucho en común con el de Lady Gaga, ganadora del Óscar a la mejor canción por 'Shallow' junto a Mark Ronson, Anthony Rossomando y Andrew Wyatt, de 'Ha nacido una estrella'. Gaga ha dicho que "no se trata de ganar, sino de no rendirse", minutos después de cantar en compañía de Bradley Cooper una estupenda versión del tema en el escenario.
El problema de las vencedoras
Más vanidoso ha sido el discurso de Rami Malek sobre el escenario, que se ha acordado de su madre, pero no ha hecho la más mínima mención a la polémica cuestión de Bryan Singer como director de 'Bohemian Rhapsody'. No ha hecho mención a las turbias razones por las que se cuestionado la película en los últimos meses, ni a Dexter Fletcher, auténtico salvador del proyecto. Ni siquiera ha empleado su discurso para recordar lo más obvio: las múltiples víctimas hace pocas décadas del SIDA, del que Freddie Mercury fue una más.
Una oportunidad perdida para una película cuya turbia trastienda ha sido blanqueada por unos premios a los que les gusta dárselas de reivindicativos, pero solo cuando toca. También el montaje y la mezcla y edición de sonido de 'Bohemian Rhapsody' han sido premiados, y no son galardones exentos de discusión: el montaje ha sido polémico por sus erráticos resultados, y la mezcla y edición de sonido dejan en la cuneta a películas mucho más significativas y trabajadas en ese sentido, como 'First Man: El primer hombre' o 'Ha nacido una estrella'.
La otra película victoriosa de la noche (más que 'Bohemian Rhapsody', si atendemos a la envergadura de los premios), ha sido 'Green Book'. Además de mejor película, ha ganado mejor guión y mejor actor de reparto (Mahershala Ali). Tres premios gordos para una película que muchos consideran complaciente y pasada de moda en su reivindicación racial. Tampoco ha venido ausente de polémicas: ha sido rechazada por la familia de Don Shirley, personaje en el que se basa la película y han salido a la luz tuits racistas de Nick Vallelonga -uno de los guionistas, hoy galardonado- y comportamientos inadecuados en el pasado de Peter Farrelly.
De hecho, la presencia de Green Book entre las claras ganadoras ha ocasionado uno de los momentos más conflictivos de la noche entre bastidores: cuando 'Green Book' fue anunciada como mejor película, un Spike Lee visiblemente agitado intentó irse de la sala, algo que le impidieron en la entrada. Su reacción fue volver a su asiento, pero dándole la espalda al escenario.
Spike Lee, por su parte, se ha llevado otro de los grandes premios de la noche: a mejor guión adaptado por 'Infiltrado en el KKKlan', junto a Charlie Wachtel, David Rabinowitz y Kevin Willmott, que ha recibido de manos de un entusiasta Samuel L. Jackson, a quien le une una amistad de muchos años. Suyo ha sido uno de los discursos más reivindicativos de la noche (toda la que ha estado ausente en los de 'Green Book'), con un mensaje rabiosamente antiracista en el que ha pedido que "el amor derrote al odio".
Roma y la presencia hispana
Sin embargo, si un mensaje ha sonado alto y claro en la gala de este año ha sido la de la integración de la comunidad latina en la industria. Lo ha hecho, por supuesto, con los galardones para 'Roma' a mejor película de habla no inglesa, mejor fotografía y mejor dirección. Nadie hasta ahora había ganado el Óscar a la mejor fotografía por una película que también hubiera dirigido (ya que la fotografía de la película viene firmada por el propio Cuarón).
Pero esa reivindicación de lo hispano también se ha manifestado de muchas otras formas: en el discurso de Guillermo del Toro presentando el Óscar que finalmente ha recibido su amigo Cuarón. O con los discursos en español (uno guionizado, otro no) de Javier Bardem o Diego Luna, casi proclamando el español como segundo idioma oficial de la industria del cine de Hollywood.
Finalmente cabe destacar los tres Oscar, secundarios pero notables e inesperados, para Black Panther: el de diseño de vestuario para Ruth Carter (que ya había sido nominada, muy significativamente, por 'Amistad' y Malcolm X, y que de hecho agradeció su trabajo a pike Lee en su discurso), diseño de producción y banda sonora. Su rubrica aí la entrada por la puerta grande del cine masivo superheroico en la industria, con Marvel recibiendo sus primeros Óscar. Una sensación sin duda refrendada por la victoria de 'Spider-Man: Un nuevo universo' como mejor película de animación.
Y una nota amarga. Cada año en las recopilaciones de estrellas que nos han abandonado durante el año hay olvidos y ausencias. Pero la de este año ha sido especialmente imperdonable: Stanley Donen tuvo la mala fortuna de fallecer hace unos días y no ha llegado a aparecer en el montaje, lo que demuestra una falta de capacidad de reacción absoluta por parte de los premios. Otros grandes ausentes han sido Dick Miller, Julie Adams ('La mujer y el monstruo') o el mito del cine underground Jonas Mekas.
Parece mentira que después de años quejándonos por lo aparatoso y mastodóntico de la gala echemos en falta un presentador o presentadora, pero quizás es una presencia que dé unidad al conjunto lo que ha faltado. En cuanto a los premiados, ha sido un palmarés errático y donde las dos películas más nominadas pero con mayores pretensiones creativas ('Roma' y 'La favorita') han sido barridas por dos ejemplos clásicos del Hollywood más convencional y tradicional. Cero sorpresas en ese sentido.
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