Una goyesca sintonía

Esta noche los premios Goya se enfrentan de nuevo a una serie de irremediables dilemas con una diferencia: ya parece evidente que el cine español genera títulos que gozan con el suficiente reconocimiento crítico y público que hablar de mejoría es redundar.

Los retos, en ese aspecto, serán los predecibles: comprobar si los presentadores logran animar la gala con el ritmo de unos premios americanos - á la Globos de Oro o las mejores ediciones de los Oscar - y si la duración, siempre larga, no supone un lastre para tal objetivo.

Es verdad que 'Relatos Salvajes' (id, 2014), la coproducción hispanoargentina que dirige Demián Szifron, cuenta con el respaldo de la candidatura a mejor película extranjera en los Oscar pero el morbo o el duelo esperado es entre dos películas ampliamente personales: 'La isla mínima' (id, 2014) y 'Magical Girl' (id, 2014).

Autoría en disputa

Tampoco conviene olvidar el papel que representan sus directores, tan diferentes entre sí. Alberto Rodríguez se ha movido cómodo siempre entre las costuras del género negro pero sin renunciar jamás a construir y añadir cosas a la tradición local. ¿Qué era sino '7 vírgenes' (id, 2005) si no una muestra tardía de buen cine quinqui? Su relato detectivesco, ambientado en la marisma andaluza, es lo suficientemente inteligente y profundo como para destacar por sí mismo.

Ni tampoco conviene olvidar la radicalidad de la que proviene Carlos Vermut, quien debutó en el largometraje con una genuina película de culto 'Diamond Flash' (id, 2012). En su segunda película, la admiración de maestros y la comparación con los más grandes, además de un reparto estelar. La gala tiene experiencia premiando a autores en estado de radicalismo creativo: no olvidemos el amplio triunfo de Jaime Rosales y 'La soledad' (id, 2007).

Todo esto lo digo sin negar nada a Daniel Monzón cuya exitosa y más que correcta 'El Niño' (id, 2014) se cuenta entre las mejores y más competentes películas que he visto este año. Una película policíaca con su lado más familiar, llena de lo que podríamos llamar el sello Mediapro y con muy buenas actuaciones y razonables aventuras estructurales.

En la gala también hay un homenaje a Antonio Banderas, no quieren los goya perder ocasión de dejar constancia de su respeto por los difíciles principios y romper con el pasado. Será, por supuesto, un evento complicado: el número de producciones desciende, la situación no ha mejorado y el público no ha respondido con desaire.

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