Premios Goya 2024, la insípida gala que alzó a los cielos a 'La sociedad de la nieve' y permitió a Pedro Almodóvar devolver el puñetazo contra el cine español

La guerra entre '20.00 especies de abejas' y la película de Bayona duró hasta el final, pero ha sido imposible ganar a Netflix

Las cosas, como son: el ambiente pre-Goya no incitaba a la euforia, entre la calificación de "señoritos" a la industria del cine español (entre muchas otras licencias) por parte de Juan García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León, y la resaca del caso Carlos Vermut, del que han dado un par de brochazos en la entrada, sustituyendo a los chistes, insistiendo en que la Academia se lo toma muy en serio para que, por lo menos, nadie pueda acusarles de hacer mutis por el foro. Al final los ganadores han sido más que justos, pero cada año, un fuego distinto que apagar.

Las aguas del cine español se presentaban movidas en un momento de calidad inapelable, pero al menos durante tres horas todo se centró en el duelo entre '20.000 especies de abejas' y 'La sociedad de la nieve' que se planteaba mucho más reñido pero ha acabado con Bayona haciendo saltar todo por los aires y convirtiéndose en la tercera película más premiada de la historia. Y sin embargo, nadie va a hablar mañana de eso gracias (o por culpa de) Pedro Almodóvar. Pero vamos a repasarlo como es debido.

La gala soñada

Los primeros minutos de la -spoiler: larguísima- gala ya dejaban caer que iba a ser un festival de sobriedad más que de humor, empezando con Los Javis en su sofá en pijama emulando a las matrimoniadas pero en su edición Premios Goya, soñando con su gala ideal y haciendo aparecer, de la nada, a Ana Belén. Buena idea, ejecución regular. Será una constante a lo largo de estas tres horas y media.

Al otro lado del sofá, como si fuera el inicio de 'Misión Imposible: Fallout', todo el cine español les esperaba tras un decorado mirando con cara de "Ay, madre mía, la que se nos viene encima". Los tres pasaron a repasar cómo presentarían los Goya en una meta-gala que prometía pero, francamente, no terminó de dar. En general, los Javis no acabaron dejándose llevar por la improvisación todo lo que hubieran queridomientras que Ana Belén estaba más encorsetada en un guion al que le faltaba ambición.

De pronto, la locura en la que prometían que se iba a convertir todo, con los Javis quitándose el pijama y apareciendo en traje de purpurina se quedó en nada, con una actuación de Amaia y David Bisbal cantando 'Mi gran noche'. Que es un temazo infalible para cerrar cualquier discoteca, sí, pero tiene que ver con los Goya, más allá de la película de Álex de la Iglesia, lo que un huevo con una piedra. Entre los premios MTV y una gala de Nochevieja, diez minutos después de empezar los Goya aún nadie había hablado de una sola película nominada.

Entre medias de este inicio tan encorsetado como estructuralmente caótico, los realizadores nos regalaban planos de Sigourney Weaver mirando con fascinación a Bisbal mientras parecía pensar "Pero por qué dije que venía, qué está pasando aquí". De la música y la fiesta pasamos abruptamente a un par de minutos dedicados al Me Too (en español traducido como Se Acabó), que acallaba los posibles gritos en redes de días posteriores. Ana Belén y los Javis exigieron "condenar todos los abusos y la violencia sexual" y, con este ambiente entre lo solidario y lo sórdido, dio comienzo una gala que fue a toda velocidad y sin humor de ningún tipo. Mucha celebración, pero cortita. Sin chistes, que emborrona el mensaje. Hala, a dar premios.

Once more with Netflix

Loles León y Fernando Tejero tuvieron el honor de dar el primer premio de la noche, no sin antes aprovechar para saludar a Sigourney Weaver. La pobre no sabía ni dónde meterse ni que le estaban diciendo, sonriendo y viviendo la perfecta experiencia "No tengo Google Translate y estoy en un país donde no hablan inglés muy allá". Ya en estos primeros premios podemos observar algo que continuará toda la gala: después de 38 años, aún no han encontrado la manera de acallar el aplausómetro del todo y ver qué apoya el público y qué no tanto.

José Coronado inauguró el primero de 28 discursos con su premio como actor de reparto por 'Cerrar los ojos', ante la sorpresa de absolutamente nadie. El actor se lo ha dedicado al resto de nominados diciendo que se aguanten, porque son más jóvenes y tienen más tiempo para ganar. No será la primera vez que escucharemos ese discurso medio en serio y medio en broma sobre las nuevas generaciones desde esa tarima. Os queda mucho tiempo, dadme el premio a mí de momento.

Amaia, pluriempleada ella, volvió al escenario para presentar el premio a mejor canción junto a Alba Flores, que aprovechó la ocasión para salirse del guion y pedir "paz para Palestina, por favor". Así, tan educada, es difícil que Netanyahu no la haga caso. El premio fue para Rigoberta Bandini por su temazo para 'Te estoy amando locamente', lo que nos permitió ver algo inaudito: Esteban Navarro, la mitad de Venga Monjas, en los Goya. Ojalá, francamente, el Goya hubiera sido para 'El almendrero de Doraemon'. Bandini dedica su discurso a favor del colectivo LGTB entre el aplauso general. Tristemente, sería el único premio de la película.

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No se permiten chistes, niño, solo reivindicación

A partir de aquí, la gala fue a toda velocidad convirtiéndose en un ir y venir de famosos que apenas duraban un minuto en pantalla. Por ejemplo, para presentar el premio al diseño de vestuario subieron cuatro actrices de renombre solo para decir "Los nominados son", dar el premio y apartarse. ¿Sabéis estas reuniones larguísimas que podrían ser un mail? Pues esta gala podría haber sido un PDF y no nos habríamos perdido tanto.

Era solo el inicio de unas horas repletas de un ritmo irregular que solo hacia el final se fue normalizando un poco bajando el desenfreno. Por cierto, el diseño de vestuario fue el primer premio de 'La sociedad de la nieve', que durante una hora y media de gala fue un continuo goteo que no perdonaba una: efectos especiales, actor revelación, fotografía, sonido, dirección de arte, dirección de producción, montaje... Todo para ellos, sin perdón. Y sin chistes.

¿Os acordais de aquella vez que Antonio Banderas presentó una gala recia de los Goya y dijimos "Así deberían ser todas"? De aquellos barros, estos lodos. Ni tan siquiera en los momentos más aparentemente juguetones nadie se atrevió a hacer un chiste o una broma, mucho menos a improvisar. Las pocas que se intuyeron, no llegaron a entrar bien. De alguna manera, los Goya se han convertido en un festival de reivindicaciones interrumpidas por una presentación exprés de famosetes repartiendo premios por el medio. Lo más parecido a un chiste fue un tráiler remontado de 'Ocho apellidos vascos' como si fuera una película de terror, que resultó un tanto amateur. En Twitter, la verdad, no alcanzaría ni los 30 retuits.

Los ganadores, entre tanto, aprovecharon para saludar a su familia (como si esto fuera la televisión de los 90) y J.A. Bayona acabó ganándose su propio cámara, con el plano fijo en él para ver su reacción ante el continuo pasar de todos los miembros de su equipo técnico. Al fin y al cabo, empezaba a parecer una gala de celebración dedicada a la película de Netflix antes que al cine español de 2023 en general.

Foto de perdedores, sociedad de ganadores

Tras esta avalancha (je) de premios, Los Javis aparecieron en las escaleras charlando con Ana Belén sobre las veces que han perdido en estos premios, y a los tres se les ocurre una idea, de nuevo, mejor ideada que realizada: un "selfie de perdedores" con todos los que han sido nominados pero no tienen un Goya en su casa. Como el de Ellen en los Óscar, pero con gente de esa que dices "Ah, me suena de algo, sí". "Y esto que se haga viral", pedía Javier Calvo al final, como si fuera el presidente de una agencia de márketing exigiendo "engagement" a sus becarios de redes sociales.

Después, por qué no, Estopa se hizo una versión de 'Quiero ser libre', de Los Chichos. Sin justificación alguna. A estas alturas de juego, todo vale. Sin darnos cuenta nos plantamos en el décimo Goya de 'La sociedad de la nieve', en el que el propio J.A. Bayona sube a recoger el premio en lugar de Michael Giacchino. Aún le veríamos tres veces en ese escenario: la gala era completamente suya. De hecho, diría que le vimos más a él que a los Javis.

A mediados de la gala llegó el momento del Goya de Honor para Juan Mariné, el mítico director de fotografía que trabajó en más de cien películas y cuya presentación dio el gran José Sacristán, dejando un par de recaditos políticos por el camino. Una vez más, tampoco serían los únicos. Eso sí, no vivimos el momento de verle recoger el premio, porque ya se lo dieron unos días antes. Al fin y al cabo, Mariné tiene 103 años, así que, en lugar de su discurso, nos hemos comido el de Sacristán. Algo que, por otro lado, siempre es un gusto: si por mí fuera me engancharía a un podcast que fuera de él leyéndome su lista de la compra.

La gala del sueño

Ana Belén volvió al escenario a dar un discurso sobre lo importante que es el cine, haciendo una vez más referencia velada a las palabras del vicepresidente de Castilla y León unas horas antes. Antes de que los ánimos se caldeasen, la actriz se atrevió a cantar por Concha Velasco, con un 'Madre, quiero ser artista' a medias con Los Javis. La intención es preciosa, pero el resultado fue un espectáculo entre el karaoke de Mostenses a las tres de la mañana y una gala de José Luis Moreno de la década pasada. Desde luego, esta no ha sido la gala llena de diversión y locura que nos prometieron.

A su favor hay que decir que no todo han sido resbalones: la presentación del Goya a mejor Película de Animación no trató el cine de este tipo como un género menor ni se han hecho tonterías para justificarlo. Justamente, 'Robot dreams' se llevó el cabezón a casa (aunque, francamente, debería haber sido nominada a mejor película a secas), con Pablo Berger añadiendo "¡Solo está en cines!" e insistiendo en un "¡Larga vida a los cines!". No es mal antídoto contra la Netflixada infalible que estaba siendo la gala.

Jonás Trueba y Nathalie Poza dieron comienzo a la siguiente tanda de premios, esos mal llamados "menores" y que tantos sueños esconden en su interior: mejor documental (la preciosa 'Mientras seas tú', ganando al mismísimo C. Tangana), cortometraje de ficción ('Aunque es de noche'), cortometraje documental ('Ava') y cortometraje de animación ('To bird or not to bird'). Y después, empezó la recta final. Spoiler: iba a ser una recta final interminable, solo para los más cafeteros.

Todo sobre mi Weaver

Estíbaliz Urresola se llevó el primer premio (cantado) como directora revelación para '20.000 especies de abejas'. Poco duró la alegría: Los Javis interrumpieron el ritmo recordando sus primeros momentos con el cine español (incluyendo el amago de heterosexualidad de Ambrossi) en un extraño ego trip donde dejaron otro detallito para el político: "Amar el cine español es una de las maneras más bonitas de amar a nuestro país".

Este pseudo-sketch culminó con la aparición de Pedro Almodóvar y las actrices de 'Todo sobre mi madre', que están de plena celebración por el 25 aniversario de la película. De hecho, añadieron que ese sofá era, ni más ni menos, que el mismo de la película en cuestión. Al menos hubo un momento de atrevimiento fuera del guion (Ambrossi diciendo al manchego "¿Viste que fui heterosexual quince segundos?") y, en general, funcionó. Eso sí, después, el enganche con el Goya a Sigourney Weaver se dio un poco al tuntún.

¿Quién iba a dar el premio a Weaver sino, una vez más, Bayona? Llevábamos media hora sin verle, al fin y al cabo. La actriz recogió el premio recibiendo el aplauso de un montón de gente que no había visto jamás, estupefactos ante su presencia. Los Goya decidieron que en España el nivel de inglés ya es de un C1 por lo menos y se podía poner íntegro sin voz en off por encima, por lo que la mitad de los espectadores escucharían un ininteligible "Guachi guachi guau" constante. Weaver aclaró que estar ahí era "un profondo honor" mientras el público aplaudía ese diez por ciento de frases en castellano que le habían colado en el discurso.

Ah, lo de que no hubiera voz en off es especialmente sangrante teniendo en cuenta que Weaver ha hecho un homenaje a su propia actriz de doblaje, a la que podrían haber invitado para un bonito encuentro. En fin. Nuestro Goya Internacional recalcó que qué envidia, que nos llevamos todos muy bien y que quiere que la inviten todos los años. Ay, pobrecica, si ella supiera. Al terminar, era el momento de otra actuación musical aparentemente aleatoria.

En este caso, 'Se acabó'. Curiosamente, la segunda vez esta semana que se hacía una versión de María Jiménez tras la actuación de Bea en 'Operación Triunfo'. No, no era una canción para presentar el In Memoriam (habría sido un momento impagable), sino que se utilizó para dar paso a una representación del Me Too a la española, al que se dedicó otro pequeño segmento más que de alguna manera llegó, de rebote, al premio a mejor actriz revelación, que recayó en Janet Covas, actriz de 'O Corno'.

Pesadilla en Pedro Street

Para sumar a la incomprensión de la gala, Gael García Bernal apareció en el escenario para hablar de... La crisis climática. Pues claro. Que el premio a la mejor película iberoamericana no le impida a los Goya dar todas las reivindicaciones posibles a la vez. El premio, por cierto, fue para 'La memoria infinita', como no podía ser de otra manera. De hecho, Bernal ya lo sabía de antemano, porque se olvidó de presentar los nominados y abrió el sobre antes de tiempo.

Por su parte, la mejor película europea fue para 'Anatomía de una caída' y la mejor actuación secundaria femenina para Ane Gabarain por '20.000 especies de abejas'. Un premio, por cierto, presentado por Sofía Otero entre lágrimas de felicidad. El hecho de que Otero no haya estado ni siquiera nominada por culpa de las vetustas reglas de la Academia tendría que hacer replantearse las reglas en cuestión, porque claramente habría sido la vencedora más que justa de este año.

A falta de veinte minutos para terminar hipotéticamente la gala (ya sabemos cómo van estas cosas), fue el momento del discurso de turno del director de la Academia, Fernando Méndez-Leite, que entre las reivindicaciones habituales (como que no llamemos "peli" a las películas) habló de una pesadilla relacionada con Pedro Sánchez y 'El callejón de las almas perdidas', tuvo una parada para beber y, en general, resultó un poco intrascendente. A la una de la mañana, lo intrascendente se paga con bostezos y caras de desagrado de Isabel Coixet. Queríamos rock y la gala nos dormía en un anodino blues.

Sprint final

El In Memoriam, al emocionante son de 'Procuro olvidarte' (y al que cortaron el aplausómetro justo a tiempo), fue presentado por Los Javis y Ana Belén, que comentaron que esta gala era muchísimo mejor que la que habían imaginado en un principio. Por lo que suponemos que, efectivamente, soñaban con una gala tan insípida como comer cartón. Por cierto, procuremos olvidar que la canción era el tema principal de 'Quién te cantará'. Ups.

El Goya a mejor guion adaptado se presentó como "el más importante de la noche" (hombre, no sé yo), y recayó, en una de las pocas sorpresas, ¡en 'Robot Dreams'! Reconozco que pegué un grito desde el sofá: siempre es bonito cuando la animación sale de ese nicho en el que no merece estar. Por su parte, el premio a mejor guion original fue para Urresola, que aprovechó para agradecer a todos los que se habían quedado fuera del discurso de dirección novel. Aquí no se tira nada. Guion, actriz y dirección novel: solo tres premios, pero de los fuertes, suficientes para abrir la duda sobre el final de la gala: ¿podrían las abejas ganar al accidente?

En el sprint final, sabiendo que estaban fuera de tiempo y con muy poca épica, el premio a mejor actor se repartió para David Verdaguer por 'Saben Aquell', donde hace de un Eugenio perfecto. En el discurso se ha mencionado a Ignatius Farray, algo que, francamente, jamás esperaría haber visto en los Goya. Por su parte, el galardón a mejor actriz fue para la inapelable Malena Alterio, que hace un one-woman-show espectacular en 'Que nadie duerma' por más que algunos se empeñen en encasillarla en 'Aquí no hay quien viva'.

El uppercut de Almodóvar

Media hora más tarde de lo que debería haber acabado, se entregaron los dos últimos premios: el primero a J.A. Bayona, como los anteriores, a toda velocidad. Y, ya que estaba claro que 'La sociedad de la nieve' iba a llevarse el gato al agua, Pedro Almodóvar, acompañado de las cinco actrices de 'Todo sobre mi madre', decidió que era el momento de soltar la bomba, dejar de insinuar y, en su lugar, dar un manotazo con la mano abierta a García-Gallardo recalcando que el dinero que se da como anticipo lo devuelven con creces al estado y ahogando cualquier otra cosa que haya pasado en la gala. Lo mejor, para el final.

El premio, como no podía ser de otra manera, fue para 'La sociedad de la nieve', dejando a 'Un amor' como la única de las cinco nominadas que no se llevó ningún premio y coronando a Bayona como el rey absoluto del cine patrio. 12 Goyas para su película. No sé yo si mañana la gente va a hablar de este éxito o de la lucha de Pedro Almodóvar contra Vox. Bueno, sí lo sé. A quién quiero engañar. Esta gala ha terminado tan tarde que ha trastocado la programación completa de La 1, pero entrar en redes sociales mañana va a ser inaguantable.

Al terminar, Ana Belén y los Javis han terminado despidiéndose con un último "¡Y que viva el cine español!" que sabe a esa sensación de final de fiesta en la que el dueño de la casa se lo ha pasado mucho mejor que tú y que lanza un pequeño discurso muy tarde, cuando ya te estás marchando por la puerta y solo quieras ir a la cama para que te dejen en paz. Francamente, no es mal resumen de lo que han sido estos premios en 2024: un tedio sin sorpresas. Mucho que mejorar.

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