Antes del inicio de la gala se mascaba el duelo en la alfombra roja (bueno, azul). Iron man contra el Capitán América. Batman contra Superman. 'As bestas' contra 'Alcarràs'. La noche de los Goya se planteaba como una lucha por todo lo alto entre las dos caras de la moneda rural y, por detrás, 'Cinco lobitos' poniendo cara de "Como se divida el voto, ya verás qué risa". Pero al final no ha habido cuartel posible: Rodrigo Sorogoyen ha aniquilado cualquier esperanza del resto de películas dejando a nuestra candidata a los Óscar viendo su rosco con absoluta tristeza y desazón.
Y es que 'As bestas' se ha colocado al nivel de 'Un monstruo viene a verme', 'Pa negre' y 'Belle Epoque' y entra entre las diez más premiadas de todos los tiempos con nueve cabezones que, en un intento a la desesperada por ser sostenibles, estaban hechos de chocolate. Sí, nos han intentado vender que era bronce reciclado, pero el color no engaña a nadie. ¡Vamos a repasar lo que ha dado de sí la (como siempre) larguísima gala de los Goya!
¿Saben aquel que diu...?
Excepto en la necesariamente seca edición de los Goya de 2021, donde la pandemia aún estaba pegando fuerte, la gala normalmente es una mezcla entre discursos larguísimos y épicos, momentos que quieren ser virales y son un fracaso absoluto, comedia chusca de la que acierta un chiste de cada diez, homenajes aleatorios y famosos subiendo sin parar a dar premios que no tienen nada que ver con su área. Pero es así como queremos a los Goya. Las tres horas y media de este 2023 han sido todo lo contrario: un secarral en el que ni los presentadores ni los premiados han sabido dar el más mínimo espectáculo.
Clara Lago y Antonio de la Torre han solventado la duda "¿Serán tan buenos presentadores como actores?" dando una respuesta clara: no. Para nada. Los pocos chistes del guion no entraban bien y los que entraban eran interrumpidos inmediatamente por reivindicaciones y consignas, como diciendo "Nos estamos divirtiendo mucho, pero ahora hablemos de la salud mental". Un batiburrillo muy incómodo en el que se han limitado a alabar el cine español y a todos los nominados sin atreverse a que el humor enturbiara los halagos continuos. La mezcla de la incomodidad continua de ambos presentadores con un guion que ha ido al riesgo cero ha dado como resultado una gala que ni yendo deprisa ha conseguido ganar tiempo.
En una decisión cuestionable, los premiados solo tenían un minuto para contar sus agradecimientos, lo que ha eliminado la emotividad y ha dado luz verde a sprints finales nombrando a primos, hermanos, hijos, mascotas y miembros del equipo a una velocidad de la que 'The flash' debería tomar nota. La primera mitad de la gala ha ido a toda prisa, pero a partir de ahí no ha habido manera de levantarla entre actuaciones musicales que no llevaban a ningún lado, reivindicaciones de cine LGTB (y particularmente de 'La Llamada', por algún motivo), vídeos sobre algo llamado "el bosque del cine español" y el premio a una Juliette Binoche que no tenía muy claro lo que estaba haciendo ahí. Nunca llegó a ser un desastre, nunca llegó a ser una maravilla. Una gala aséptica. Más o menos.
¿Por qué te vas?
Nunca había pasado que el galardonado con el Goya de Honor falleciera el día antes de recibirlo, y los responsables de la gala se pusieron a trabajar en un homenaje a su altura. Y lo consiguieron. Durante media hora, Manuel Carrasco hizo su versión de 'Cantares' junto a un montón de actores recitando los versos de Antonio Machado junto a una imagen de Carlos Saura, al que Carmen Maura homenajeó después a su manera, antes de vivir el momento más lacrimógeno de la noche.
Es imposible, a poco que te guste el cine, no participar del festival del llanto en el que se convirtió el homenaje a Saura con la llegada de sus hijos y su mujer al escenario, a los que aplaudieron durante minutos. Después de los aplausos llegó una (muy oportuna) reivindicación de la sanidad pública ("se merece que la cuiden como nos cuida a nosotros") que hay quien tergiversó a su manera en Twitter. Finalmente, su viuda leyó las últimas palabras que Carlos Saura nos dedicó. "Me considero una persona afortunada", leía, con la lágrima siempre pendiente en el ojo. La versión posterior de 'Por qué te vas' de Natalia Lafourcade sería después repetida por Juliette Binoche de una manera más rota, sí, pero también más personal. Nadie se esperaba que la celebración acabara en funeral. Pero lo merecía.
Claro, después de este sincero tour de force, ¿cómo van Antonio de la Torre y Clara Lago a defender un guion que, ya de por sí, no intenta hacer mucha risa? Sí, hicieron algunas referencias vagas a la valla de Melilla, el veganismo, el feminismo y a que la gala no debe de ser política. Lo que no esperaban es que la gala acabara con la iraní Mitra Farahani diciendo "A los fascistas hay que aplastarlos como cucarachas. El día que los fascistas sean expulsados, de esta esperanza estaremos salvados". Toma escalada.
Luis Fuckin' Zahera
En cuanto a los premios, no hubo casi sorpresas de ningún tipo (para gloria de mi quiniela particular): empezó con Luis "Fuckin" Zahera afirmando "Siempre quise rodar un western, siempre quise matar a un francés" y acabó con 'As bestas' llevándose el galardón a mejor película sin ninguna emoción. Era de esperar que 'Alcarràs', nuestro primer Oso de Oro en tres décadas y la película enviada por la Academia a competir en los Óscar, se llevara al menos un par de premios de consolación, pero Sorogoyen pasó por encima de los Goya chocolateados como una apisonadora.
Sonido, bam. Fotografía, bam. Montaje, bam. Actor, bam. Director, bam. De 17 nominaciones se llevó la mitad, nueve. 'Modelo 77', que ha arrasado en las categorías técnicas, se ha tenido que conformar con cinco. Y precisamente la muy reivindicable 'Cinco lobitos' se ha llevado tres de los premios más importantes a casa (actriz, actriz secundaria y directora revelación). Podría haber estado más repartido, pero hay años de arrase y son incontestables.
Pese a todo, hubo pequeños triunfos en los momentos para las revelaciones: Laura Galán se llevó el Goya a actriz revelación por 'Cerdita' en, quizá, el mayor momento punk de la noche, sacando su discurso roto y doblado del bolsillo para reivindicar la salud mental de los niños que sufren bullying ("Vosotros no tenéis la culpa, no hay nada malo en vosotros y vosotras") y hacer una referencia a un amor unido por Terry Gilliam. Es este tipo de discurso natural y realmente emocionado el que se ha echado de menos entre mucho desfile de personas que se lo tenían bien aprendido.
El otro gran momentazo de la noche fue el premio a mejor actor revelación, que se ha llevado Telmo Irureta por 'La consagración de la primavera', un premio que va más allá de su condición física (es un papelón brutal) y cuyo discurso ha culminado en un "Nosotros también existimos, y nosotros también follamos". Pues claro que sí.
"¿Os aburrimos? Entonces es que la gala debe continuar"
Daba la impresión durante la gala de que los premios molestaban. Que aquí habían venido a cantarnos cuatro canciones, ponernos unos vídeos, hacer un desfile de famosos (C. Tangana dando el premio a montaje incluido), darse palmaditas en el hombro y escuchar el soporífero discurso del presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite. Al menos tuvo la decencia de decirlo nada más empezar.
Lo sorprendente que fue no pidiera nada a los políticos que allí estaban y dijera que todo va bien ("Este año no pedimos nada, todo va bien, todos estamos en unión y compañía y dándonos besos y abrazos. Para las protestas ya nos veremos en los despachos en unos días"). Lo único que pidió, en un toque de humor (supongo) incomprensible fue "que las pelis vuelvan a llamarse películas". No sé a lo que se refería, francamente.
En fin. La gala, por tener, tuvo hasta guiños a Santiago Segura ("Eso es hacer industria"), con un intento combativo contra nadie en particular, listando una serie de problemas sociales sin solución sencilla ni un enemigo común. El resultado, un guirigay de reivindicaciones que no terminaron de permear más allá de la necesidad de salvar la sanidad pública.
Pese a todo, ha habido momentos que destacaban entre la planicie habitual: el director del mejor cortometraje diciéndole a su hija que llevarla al cine "fue la mejor forma que tuve de trasladarte mi amor infinito", la aparición estelar de Fernando Esteso emocionándose ("Estos premios son la repera") y recordando a Agustí Villaronga y Carlos Saura, la reivindicación de los cortometrajistas ("El corto es cine"), Leiva recibiendo el premio de Joaquín Sabina sin quitarse el sombrero o un In Memoriam en el que, un año más, no se ha podido evitar el aplausómetro. Y, finalmente, la reflexión de Laia Costa sobre 'Cinco lobitos' y como lleva la gente a llamar a sus seres queridos. Francamente, a raíz de los Goya ojalá mucha más gente la recupere.
Los Goya del futuro
La gala de 2023 prometía ser la renovación de un cine español siempre de calidad, pero también encasquillado en los mismos cinco intérpretes y directores. Y al final se ha conseguido, sí, pero a medias. Los nuevos nombres han sobrevolado los asientos (Alauda Ruiz de Azúa, Carlota Pereda, Laura Galán...) pero los premios más importantes se los ha vuelto a llevar Rodrigo Sorogoyen, dejando a Carla Simón sin galardón por segunda vez tras 'Verano, 1993'.
Pero hay renovación en el cine español, lo quieran los Goya o no. La gala de hoy siembra las del futuro, y los nombres que siempre caen (Luis Tosar, Penélope Cruz, Javier Gutiérrez, Javier Bardem, Rodrigo Sorogoyen) tendrán que terminar dejando paso, sí o sí, a un nuevo talento que viene pisando fuerte y no está dispuesto a hacerse a un lado. 'As bestas' ha ganado justamente, sí, pero los premios podrían (quizá deberían) haber estado más repartidos en un año en el que una película fantástica como 'Mantícora' se ha ido con cero premios y 'Pacifiction' solo se escuchó como pequeña reprimenda cerca del final de la gala. Sorogoyen se lo merecía. Sí. Claro. Pero.
Quizá sea hora de una renovación general también en la gala en sí misma, que en su puesta en escena elegante y sobria sirve lo mismo para una gala de los Goya que para una de vinos de España, una presentación de la nueva consola de Nintendo o una charla TED. El cine español no puede permitirse ser así de blando, autoconsciente, serio y aburrido en un momento de cambio tan bestia (valga la redundancia). Nuevos guionistas, presentadores a la altura, riesgo, actitud punk. No puede ser que lo más gracioso y notorio de toda la gala, premios aparte, fuera que una chica se cruzara con Clara Lago en mitad de su presentación. Igual que en los Óscar, toca bajar la cabeza y volver a pensar desde cero.
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